Nuevos modelo de familia de España: Madres solas por elección
- Más del 50% de las mujeres que utilizan donante de esperma, son solteras con la intención de criar solas a sus hijos
- El 78 % de las madres solteras por elección acuden por primera vez a la clínica para iniciar su tratamiento de fertilidad entre los 36 y 45 años
La maternidad está evolucionando hacia nuevos conceptos. Cada vez es más frecuente encontrar familias que difieren del modelo tradicional: padre, madre e hijos. Por ende, el número de madres solteras por elección está aumentando en España.
Según los últimos datos de la Sociedad Española de Fertilidad, en un periodo de cuatro años, entre 2016 y 2020, se ha duplicado el número de mujeres que acuden a tratamientos de fecundación in vitro para ser madres en solitario.
Rosa Maestro es madre en solitario, por elección propia. Su primera hija, fue concebida a través de inseminación artificial por donación de esperma. El segundo hijo fue adoptado. En su caso, tras algunas relaciones sentimentales fallidas, decidió optar por constituir una familia monoparental cuando tenía 38 años.
“Es la mejor decisión que he tomado en la vida”
“Deseaba ser madre y no podía permitirme el lujo de esperar más años”, recuerda Rosa. “Es la mejor decisión que he tomado en mi vida, no me arrepiento de nada”, añade.
Su donante, totalmente anónimo, fue escogido en la clínica por tener el fenotipo más parecido al de Rosa. “La clínica solo nos facilitó algunos datos como color de ojos, color de pelo, altura, grupo sanguíneo y nada más“, asegura Rosa. Aunque recuerda: “Hubo un momento en que mi hija tuvo un problema en su crecimiento. El médico me pidió la altura del padre y al llamar a la clínica, me lo facilitó”.
En España, la ley de Reproducción Asistida, estipula el anonimato de los donantes desde 2015. Pero no es así en todos los países. Bruselas, Irlanda, Rusia o Rumania, por ejemplo, recogen un sistema mixto en el que, tanto madres como donantes, pueden elegir entre un procedimiento anónimo o no. Otros, como Suecia, Reino Unido, Alemania, o Portugal, directamente, prohíben el anonimato en las donaciones desde hace años.
La razón principal, según el Comité de Bioética Español, es el derecho de cualquier persona a conocer su origen, por encima del derecho al anonimato. Este comité lleva años luchando para suprimir el anonimato en España. En 2020 emitió un informe en el que solicitaba que la donación de gametos dejará de ser anónima, pero no obtuvo resultado.
Rosa reconoce tener “un mar de dudas” sobre esta cuestión, y admite que “por un lado, yo creo que es bueno que los niños tengan derecho a conocer sus orígenes, pero por otro, los donantes no son padres”. En todo caso, opina, ”las mujeres, no somos nadie para determinar esta decisión. Es un tema de hijos y donantes”.
En el caso de Rosa, su donante tiene otros cinco hijos nacidos, algo que le lleva a pensar en su hija el día de mañana. “No tengo una opinión clara sobre el anonimato, pero quizás mi hija quiera conocer algún día a sus hermanos biológicos”, confiesa. De cualquier forma, para ella, “no conocer el origen, no genera un trauma desbordante. Los traumas los generamos las familias en cómo enfocamos cada tema”, aclara.
“Siempre entendí el motivo de por qué mi madre lo hizo”
Alba, de 24 años, es la hija de Rosa Maestro. Concebida a través de la técnica de reproducción asistida por donación de esperma. Durante su infancia, Alba no recuerda el momento exacto en el que su madre le contó la noticia. “No me enteré en un momento específico, según mi madre me lo contó a los tres años a través de un cuento. "Más mayor, mi madre me llevaba a conferencias donde ella participaba y ahí lo entendí todo”, prosigue.
Para Alba, su infancia fue como cualquier otra y su historia nunca le generó un impacto. “Siempre entendí el motivo de por qué mi madre lo hizo, y me parece bien”, dice. Eso sí, recuerda que la comunicación de su madre fue crucial. “Me ayudó mucho que mi madre fuese abierta y me diese toda la información que necesitaba”, asevera.
"Es un desconocido para mí. A lo mejor sentiría curiosidad por una foto o ver su físico, pero nada más”, asegura Alba sobre conocer algún día a su donante. Mientras que con respecto a sus hermanos biológicos, comparte la misma opinión. “Si me encuentran un día, no les cerraré la puerta, pero para mí no es una necesidad”, aclara.
“La lista de espera es larga y corres el riesgo de cumplir 40”
Nuria, tiene 37 años, está actualmente embarazada de 7 meses y será madre soltera. La de Nuria es una historia de lucha y superación por quedarse embarazada. En un principio, planeó serlo junto a su pareja. Tras años intentándolo, optaron por la reproducción asistida. Pero sufrieron cuatro intentos fallidos de inseminación. Tras una batalla encarnizada en los juzgados para que el seguro se hiciera cargo del tratamiento, la pareja se separó. “Fue muy duro, pero decidí que quería ser madre sola”, arguye.
A pesar de todo, no se rindió, y comenzó el tratamiento de nuevo. Esta vez en solitario, y sin ninguna ayuda económica por estar soltera. “El proceso es muy costoso y no cualquiera puede permitírselo”. La Sanidad Pública en España pone como requisito: ser menor de 40 años y no tener hijos previos. “La lista de espera es larga y corres el riesgo de cumplir 40”, alega. Nuria cuenta que, gracias a su profesión pudo costearse el procedimiento en una clínica privada. Pero no es así en todos los casos. “El precio no está al alcance de la gran mayoría de la población”, lamenta.
Finalmente, gracias a la ovodonación in vitro, pudo cumplir su sueño de ser madre. “Se dieron cuenta que la calidad de mis óvulos no era la mejor. Realicé una in vitro con ovodonación, es decir, con óvulo donado y donante masculino. Me quedé embarazada con 37 años y seré mamá con 38”, comenta ilusionada.
Para Nuria, este tipo de maternidad es cada vez más frecuente por el actual ritmo de vida. “Cada vez hay menos estabilidad laboral y económica. Te planteas una familia a mayor edad. En ese momento, estamos menos preparadas biológicamente, por lo que estos tratamientos son la única salida”, aduce.
“Quería que fuese genéticamente de las dos”
Ana y Gema están casadas y tienen dos hijas por el método ROPA. En su caso, Ana realizó una ovodonación a Gema, que fue la mamá gestante. “Deseaba ser madre, antes de saber que me terminaría casando con una mujer en el futuro”, asegura su pareja.
Cuando Gema conoció a su mujer, ambas estaban en la misma situación. "Mi pareja se planteaba ser madre soltera”, revela. En aquel momento, el método ROPA se les presentó como una gran oportunidad para tener un hijo en común. “Quería compartir la maternidad con mi pareja, que fuese de las dos genéticamente”, concluye. Para ellas, este método era crucial desde un punto de vista familiar. “En el aspecto legal, mis hijas tienen dos madres. Si yo únicamente me hubiese inseminado, mi pareja tendría que haber adoptado a mis hijas”, explica.
Llevaron a cabo el procedimiento en una clínica privada, con un coste de 8.000 euros por los inconvenientes que conllevaba la pública. “A través de la Sanidad Pública, no puedes elegir directamente el método ROPA. Tienes tres intentos de inseminación artificial, y si fracasa, puedes elegir entre la in vitro o método ROPA. Además, las listas de espera son larguísimas”, comenta.
Sin embargo, para poder ser madres, la pareja debía cumplir un requisito: estar casada. “En la clínica nos pusieron el requisito de que estuviésemos casadas, no era suficiente ser pareja de hecho”. Lo cierto es, que en España, al ser obligatorio el anonimato en las donaciones, una mujer no puede donar su óvulo a otra, sin contraer matrimonio previo. “Del juzgado me fui directamente a inseminarme, antes de ir a la luna de miel”, recuerdan entre risas.
Un requisito que ambas consideran “injusto” y esperan que se modifique a corto plazo. “Me parece injusto que en parejas lésbicas sea obligatorio casarse. En parejas heterosexuales, una mujer puede inseminarse de su pareja, sin ser su marido. Ahí si hay una discriminación abiertamente”, denuncia.
En el caso de mujeres como Nuria, o parejas como Ana y Gema, juega un papel importante la epigenética. Según Silvia García del Castillo, doctora especialista en reproducción asistida, ésta “trata de la activación o inhibición de genes que provocan una serie de modificaciones en el embrión durante la etapa de gestación”. Así, mujeres como Nuria, que han recurrido a la donación de esperma y óvulo, si compartirán ADN con el bebé. En palabras de la doctora, “aunque se implante el mismo embrión a dos mujeres distintas, no nace el mismo bebé. Sería similar, por tener una misma base genética, pero dependería del fenotipo de cada una de ellas”. Por su parte, en parejas como Ana y Gema, donde Ana es la persona ovodonante, la epigenética es crucial para que el ADN de Gema esté presente en la descendencia. “Lo que determina al embrión es el esperma del donante en un 50%, el ovocito donante en un 48% y la epigenética de la paciente, en un 2%”, expone la especialista.
“Me hace feliz pensar que gracias a mí, una mujer o familia se complete”
Lorena tiene 27 años y fue donante de óvulo hace cuatro. Conoció la donación de óvulos por una amiga, y decidió que quería hacerlo. “He visto circunstancias de mujeres que no pueden ser madres y me hizo pensar que si yo fuera una de ellas, me gustaría tener otras opciones. Me hace feliz pensar que gracias a mí, una mujer o familia se complete”, razona.
En su caso, el procedimiento fue rápido y sencillo. “Me dieron una charla explicativa, luego me hicieron un test psicotécnico de unas 300 preguntas y al final, una entrevista donde te preguntan por qué quieres hacerlo. Me preguntaron por enfermedades hereditarias y ese tipo de cosas”, afirma la donante.
Tras una analítica y una citología, dieron el visto bueno a Lorena para ser donante. Por lo que rápidamente comenzó el tratamiento con pastillas anticonceptivas para sincronizar su periodo menstrual con el de la mujer receptora. “Buscan que la extracción de óvulos y la implantación sea el mismo día”, explica.
Finalmente, el proceso quedó completado con visitas rutinarias al ginecólogo los siguientes 12 días. “A través de una ecografía, me vieron si el tamaño y cantidad de los folículos era el idóneo. Luego me citaron para extraer los óvulos en el quirófano mediante sedación”, relata su experiencia. Como compensación, la Seguridad Social le abonó la cantidad de 1.100 euros. A pesar de ello, admite que “la razón principal no fue el dinero, es cierto que ayuda. Pero para ser sincera, la compensación económica en concepto de molestias, es mínima para el esfuerzo y la medicación a la que me sometí”. En lo que se refiere al anonimato en la donación, señala que “en teoría, todo el proceso es anónimo, pero dicen que la ciencia de ADN ha evolucionado tanto y seguramente vaya a más, que no te pueden prometer el anonimato total”.
En España, la legislación establece que un donante, masculino o femenino, no puede tener más de seis hijos nacidos. Aunque en el caso de las mujeres, los especialistas no recomiendan enfrentarse al proceso más de tres veces en la vida.
Según Elisabetta Ricciarelli, especialista en clínica de reproducción asistida, hoy en día resultaría muy difícil asegurar el anonimato total. “Bajo mi punto de vista, con la moda actual de los test genéticos, muchos han descubierto que tienen hermanos, padres por donación... Con todo esto, el anonimato no está garantizado”, advierte. Por esta razón, asegura que se informa de ello a todos los donantes y receptores. “Ahora esto está empezando pero dentro de veinte años será aún peor”, augura.