Los caseteros de la Feria de Abril se plantan: “Si no hay cambios, me temo que no habrá Feria el año que viene”
- La reducción de la duración de la Feria provoca una crisis sin precedentes en Sevilla
- El evento venía facturando más de mil millones de euros en la ciudad
La Feria de Abril de Sevilla es una fiesta faraónica, lo confirman las cifras. La última edición pasa por coronarse como “la Feria con más afluencia” de la historia, según el Ayuntamiento de Sevilla. La tendencia a la masificación que vive Sevilla de mano de su turismo y las últimas decisiones impulsadas por el alcalde llevan a la Feria a un punto comprometido en ese baile entre la ciudadanía, la gestión municipal y los intereses privados. “Si esto sigue así, el año que viene no habrá Feria”, explica uno de los responsables de una cita que puede morir de éxito.
La afluencia de visitantes al ferial es “histórica”, esgrime el Ayuntamiento. Cámaras y drones han permitido contabilizar un total de 3.146.698 personas, un millón más de visitantes (+51.6 %) que en la edición del año pasado. En ese incremento tienen buena parte de culpa los turistas, que escogen la Feria como experiencia a visitar y, además, cuentan con el resto de la ciudad despejada para su visita.
Los datos de afluencia implican pernoctaciones. Las reservas hoteleras no paran de aumentar en la última década. De hecho, obviando el paréntesis de la pandemia, desde 2017 el porcentaje de ocupación hotelera ha seguido creciendo, y eso que la planta hotelera de Sevilla también ha aumentado de sobremanera y eso que, desde 2017, hay 7117 nuevas plazas hoteleras disponibles en el mes de abril de Sevilla, según Sevilla City Office.
Las viviendas turísticas, que en el último año han aumentado su oferta en la capital de Andalucía, también aumentan sus reservas y precios. El precio por noche se estima en 304 euros de media con una estancia promedio de tres noches. En abril, las reservas para Sevilla según el portal Holidu están realizadas en un 49% por viajeros nacionales. El resto proviene del extranjero, Países Bajos (17%), Gran Bretaña (9%), Alemania (6%), y Francia (3%).
Otro impacto monumental de este aluvión de visitantes está en la movilidad. Esta Feria se han viralizado en redes las colas para coger el metro o las horas de espera para acceder a un taxi. Las críticas al transporte público también son notorias. El Ayuntamiento resalta que esta Feria el uso de la flota de autobuses municipal ha superado “en más de un 2% al récord anterior de 2017 (1.277,215 viajeros)”.
Las principales líneas que aumentan son las que se crean específicamente para acceder desde los nodos intermodales de transporte a la Feria, es decir, desde la estación de autobuses provincial (Lanzadera Prado de San Sebastián) y desde la bolsa de aparcamientos que conecta con la cornisa oeste de la ciudad (Línea P13). De nuevo, el domingo 14 de abril -con 212.284 viajeros- seguido por el martes 16 de abril -199.549 viajeros- son las fechas de más densidad en el transporte público.
Si la demanda aumenta, también lo hacen los precios. El recinto ferial no escapa a la tendencia inflacionista y a la lógica del mercado.Teniendo en cuenta que la mayoría de las casetas son privadas, no hay precios estipulados, pero sí ha habido un aumento de precios en el último lustro que oscila entre el 10% y el 25%.
“Es inevitable”, razona David González, presidente de los caseteros de Andalucía, la mayor asociación de la Feria que reúne a 775 de los poco más de mil que hay en Sevilla. “Los precios se encarecen para todos, le pasa al alumbrado, al montaje y los grupos musicales”, todo ello repercute en los precios del menú. Durante la Feria, en todo jocoso y preveyendo un fiesta de récords, algunos feriantes lamentaban que “lo seguro es que esta es la Feria más cara de la historia”
Otro sector en el que los precios suben es en el de la moda flamenca. Cada Feria se venden miles de nuevos trajes de una industria que trabaja durante todo el año para florecer durante las fiestas de primavera. El traje es un elemento inevitable para toda sevillana. Teniendo en cuenta que un mismo traje no se suele repetir y que las feriantas gustan de estrenar traje, los precios son importantes.
La moda flamenca es un peso pesado en la economía de Andalucía oriental. Solo en la provincia hay 350 empresas –la mayoría pymes– y 600 autónomos dedicados a este segmento específico que llega a exportar a todo el mundo por valor de más de 800 millones de euros, según datos de la Junta de Andalucía.
La Feria es un evento que organiza la sociedad civil a través de sus casetas privadas en las que se contratan servicios de hostelería y con la asistencia del Ayuntamiento en lo referente al ferial y su mantenimiento. Pero, a pesar del caudal económico que insufla la Feria en la ciudad y que afecta directa o indirectamente a todo el mundo, el modelo está en peligro.
Los caseteros, el sector privado, llevan años quejándose de la falta de mano de obra y de dificultades para cumplir con la legislación laboral vigente. “Seamos claros, aquí todo el mundo incumple la Ley”, explica Gonzalez, de caseteros de Andalucía.
Los hosteleros denuncian que, si hasta ahora la inflación les ponía en dificultades, la decisión impulsada por el alcalde popular, Jose Luis Sanz, supondría la estacada para muchos de ellos. El alcalde ha planteado una consulta popular posicionándose y alentando al voto para reducir la duración de la Feria.
La Feria de 8 días ha tenido 6 ediciones en las que las ganancias han crecido, explican los caseteros. “Se nota porque hay más gente de fuera, de Madrid y del extranjero que gastan más”, explica González que define la Feria como un “evento local, pero que es polo de atracción e interés mundial”.
Con la pérdida de “2 jornadas y media de actividad, nuestra facturación se va a resentir hasta en 25%”, calcula el casetero que advierte que, si el Ayuntamiento no les da facilidades y apoyo, probablemente “el año que viene no haya feria”.
Con un modelo de negocio expansivo, en busca continua del crecimiento de visitantes, la reducción de la duración de la Feria es una contradicción que amenaza con romper el delicado equilibrio por la pata del sector privado, “si no nos escuchan, ¿quién irá el año que viene a trabajar a la Feria?”. La mayor fiesta de Andalucía corre el riesgo de morir de éxito.