Sevilla no sabe vivir sin la Feria, pero tampoco sabe cómo vivirla en el futuro
- El referéndum popular promovido por el alcalde para acortar la Feria aviva el debate
- La consulta muestra una ciudad dividida ideológica y económicamente
“Creo que la Feria se nos muere de éxito”, advierte una vecina del barrio del Puerto de Sevilla, a pocos metros del Real de la Feria. Mamen Díaz ve desde su ventana el recinto ferial, ahora despojado de decorativos y con solo el esqueleto de cientos de casetas que se van desmontando poco a poco. Así permanecerá hasta el próximo año, cuando vuelva el color y el estruendo de uno de los mayores festejos de España.
Desde hace meses, en Sevilla es recurrente la conversación en cada reunión. Desde los veladores de plástico de un bar en las barriadas periféricas hasta en los reservados de los clubs y círculos elitistas, en todos sitios se debate lo mismo: ¿feria corta o feria larga? Sevilla acaba de celebrar su segundo referéndum popular histórico a propósito de esta cuestión. No es que no haya otras cuestiones importantes a debatir en la capital de Andalucía, pero todo parece girar en torno al Real de la Feria, la ciudad de farolillos y lona que se erige en abril y en dónde todo sucede a ritmo de sevillanas.
La Feria de 2025 será, para bien o para mal, una revolución. Sevilla ha votado la vuelta al modelo de feria tradicional, que abre la puerta con el lunes de pescaito y pone el broche final con los fuegos artificiales el domingo. Así, la Feria de Sevilla se descuelga del formato de sábado a sábado, con una noche más de festejo. Esta decisión genera un debate que enfrenta a la tradición con la globalización y que tiene un enorme trasfondo económico.
Una consulta popular promovida por el Ayuntamiento ha dado luz verde al deseo del alcalde, el popular José Luis Sanz, de volver al modelo tradicional. El resultado es más que ajustado, con solo 4.079 votos de diferencia en un referéndum que ha reunido a 106.791 sevillanos empadronados mayores de 18 años y a socios de casetas.
El llamado “procés de los farolillos” ha dividido a sectores sociales y económicos de la capital andaluza. En la consulta, 55.435 votos han apoyado la idea de volver al formato tradicional, de lunes a domingo (52% de los votantes). 51.356 personas optaron por la continuidad del modelo actual, el 48%.
El delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés, ha tildado la consulta de “histórica”. Los resultados de la consulta ofrecen, en función a los barrios del votante, una lectura socioeconómica. Barrios acomodados, con altas rentas y de corte conservador: feria tradicional. Barrios de clase trabajadora y más lejanos a la Feria: feria de larga duración. La división por barrios evidencia clases sociales, tendencias ideológicas e incluso edad.
“Voté por el modelo tradicional porque menos días de feria significan menos días hipotecada por esta gran fiesta”, puntualiza Mamen Díaz. En su caso, el ruido constante por las noches y la falta de movilidad en las calles han determinado su voto. “En barrios como el mío, el fin de feria se traduce en que puedes volver a usar el coche y moverte con libertad”.
La movilidad ha empeorado con la masificación de visitantes en los últimos años. Para Margarita Bernabéu, socia de una caseta desde hace más de veinte años, la masificación es un problema, “se formaron tapones en la portada, este año no se podía estar”. Bernabeu asegura que la Feria nunca ha estado tan abarrotada, por lo que también apuesta por el modelo tradicional, asumiendo que habrá menos visitantes foráneos, “me parece bien que vengan a visitar la Feria, pero no a invadirla”, sentencia.
““me parece bien que vengan a visitar la Feria, pero no a invadirla” Socia de una caseta reacciona ante el récord de visitantes.“
Alba Perán, catalana de 27 años, decidió este año juntar ahorros y conocer la feria por primera vez, “entre transporte, billetes y estancia calculo que me gasté alrededor de 1.000 euros”. La fiesta le deja un sentimiento ambivalente, “me impactó muchísimo ver a la gente cómo defienden su tradición”, sin embargo, cree que es un evento que no está hecho para el turista, “si no conoces a alguien de Sevilla no hay nada que hacer. Entiendo que quieren preservar tradiciones; pero también hay que llevar ante el mundo aquello que quieres”.
Aunque el Ayuntamiento ha promovido la consulta popular, el alcalde hispalense, Jose Luis Sanz, se ha posicionado por la feria tradicional, argumentando que la feria larga “no hay cuerpo ni bolsillo que lo aguante”. Además, ha prometido que el próximo curso ampliará el recinto ferial con 300 nuevas casetas -actualmente hay 1.056 casetas- y agregaría –en caso de volver a la Feria corta- un día festivo al calendario. Algunos votantes lamentan que, con estas decisiones, el alcalde ha favorecido la opción corta, la Feria tradicional.
Un recorte que saca del baile a mucha gente
La Edición de la Feria 2024 es, según el Ayuntamiento, la más exitosa y multitudinaria de la historia con 3,1 millones de visitantes, (un millón más que en 2023). Por eso, muchos no entienden el empeño en reducir los días de duración.
Paola Ruda no está de acuerdo con la resolución de un referéndum. Tiene 28 años, es sevillana y se mudó a Madrid por trabajo, “ahora no sé si podré ir a la feria el año que viene”. La comunidad de sevillanos que vive fuera de Sevilla perderá un fin de semana en el que poder visitar la ciudad de los farolillos. “Los adeptos al modelo tradicional son personas de cierta edad, con estabilidad laboral y propietarios de casetas. Ellos podrán cogerse días para disfrutar de la feria, pero no es la situación de todos los jóvenes sevillanos”, lamenta Paola.
Elena Ruiz, de 28 años, votó por mantener el formato de sábado a sábado, “antes del 2017 nunca iba al pescaito porque tenía que madrugar al día siguiente”, ahora es una tradición a la que deberá renunciar “por estar pendiente de la hora”. En su opinión, el formato largo es una feria más cosmopolita y abierta al exterior, y eso “es lo que no le gusta a Sevilla”.
“La feria no encaja con un modelo de paquetización y mercantilización de las experiencias… por eso es poco turística”, reflexiona el politólogo Manuel Rodríguez, analista sociopolítico. Rodríguez también es uno de los miles de sevillanos expatriados que, con el recorte del fin de semana de Feria, perderá la oportunidad de vivir la fiesta. De hecho, es el impulso de la celebración de una Feria sui generis en Madrid, ideada por y para andaluces expatriados.
Rodríguez ve una incongruencia municipal presumir de Feria histórica a la vez que impulsar el recorte de días, “creo que estamos ante un movimiento de diferenciación política”, en referencia al actual gobierno del PP. Pero, a pesar de ser una fiesta local, con espacios privados y semicerrados como son las casetas, más de 3 millones de personas han entrado por la portada de la Feria, lo que tiene que ver con el actual modelo turístico globalizado. En redes han circulado y viralizado imágenes de guiris deambulando perdidos por la Feria. La cuestión que todo el mundo se hace es: ¿no está cambiando la Feria, fin de semana más o menos, demasiado rápido?
“"La Feria es un espacio de innovación social que está preparado para evolucionar y adaptarse”, Manuel Rodríguez, politólogo de la UPO“
Innovación social empujando un negocio millonario
Muchos de los votantes por el formato de feria corta creen que, quitando un fin de semana, volverán al recuerdo de una Feria menos globalizada. Pero el turismo y los récords de visitantes extranjeros no están ligados meramente a la Feria. Es un fenómeno global. Rodríguez valora los cambios como inevitables, y destaca que la Feria está preparada para “adaptarse”. De hecho, el símbolo de la fiesta, el traje de flamenca, es uno de los pocos trajes folclóricos que cada año se renueva y se adapta a las moda.
La Feria es un evento único por su carácter laico, empresarial -la Feria original era un encuentro de tratantes de ganado- y social. La fiesta básicamente la organiza y paga la sociedad civil a través de las casetas, pero es sin duda según Rodríguez, “un espacio de innovación social que está preparado para evolucionar y adaptarse”.
Además, al ser uno de los principales eventos sociales de Andalucía, es también un dinamizador económico. Las cifras son de difícil cálculo, pero fuentes municipales suelen cifrar una facturación de mil millones de euros. Este 2024 el Ayuntamiento asegura que junto a la Semana Santa, el impacto económico ha sido de 6.000 millones. En este sentido, con la reducción de la semana de farolillos, resulta inevitable pensar en la repercusión en el sector hostelero.
Cuando el socialista Juan Espadas promovió la ampliación -también mediante referéndum- en 2017, aseguró hacerlo para mejorar los beneficios del sector. Obviando los años de la COVID, desde entonces los visitantes no han dejado de aumentar y eso lo agradece la planta hotelera. Un 90% de ocupación este año 2024, casi un 10% más que hace dos años, teniendo además los precios más altos que se han registrado.
Respecto a la hostelería, hay voces que valoran en positivo la vuelta a un fin de semana. Se trata de los empresarios del resto de la ciudad. Sin embargo, la Asociación de Titulares de Casetas de la Feria de Abril de Sevilla (ÁTICA) y hoteleros, ha expresado en varias ocasiones su inconformismo con que la festividad se reduzca a un fin de semana. Los caseteros, los empresarios que viven de estos eventos prevén perder hasta un 25% de sus actuales ingresos y se declaran en pie de guerra, poniendo incluso en duda la celebración de la Feria el año que viene
Mientras Sevilla celebra otro año de éxito de su icónica Feria de Abril, el debate sobre su futuro continúa sobre la mesa. Encontrar un modelo que beneficie de manera equitativa a todos los sectores involucrados en esta fiesta será crucial para mantener la esencia y el impacto positivo de esta celebración. Solo así, la Feria de Abril continuará siendo un pilar de prosperidad y tradición para la ciudad y sus habitantes.