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Viaje a Mallorca

Por
Catedral de Palma y La Almudaina
Catedral de Palma y La Almudaina Manuel Mesa

El nuevo viaje de los veteranos de RTVE de Catalunya nos lleva a la isla de Mallorca. Se trata de la estancia de una semana en Santa Ponsa donde, además de disfrutar de las instalaciones hoteleras, el propio Inserso pone a nuestra disposición diversas opciones de visitas guiadas a lugares emblemáticos de la isla. Realizamos este viaje en plena primavera; pese a la sequía generalizada, hacía pocos días que un episodio de lluvias había hecho rebrotar el verde de los bosques y suavizar los colores de la naturaleza, cosa que aumentó el disfrute de nuestros recorridos por los rincones de Mallorca.

La ubicación del hotel, en la cala de Santa Ponsa, ya de por sí es un lujo por la belleza de la playa y la vegetación circundante; la zona, pese al turismo, se mantiene menos masificada que otros lugares de la isla.

Valldemosa

Valldemosa Manuel Mesa

Fuimos recorriendo lugares imprescindibles como Valldemosa, enclavado en el interior de la Serra de Tramontana pero muy cerca de Palma; además de la bondad de la arquitectura y los cantos rodados de su casco antiguo, tiene edificios históricos como el palacio del rey Sancho y el monasterio de la Cartuja en una de cuyas celdas vivió durante un tiempo el gran compositor Chopin acompañado por la escritora y periodista Aurore Dupin, archiconocida como George Sand.

La Serra de Tramontana y su vertiente norte nos ofrecen un rosario de pueblos, calas, acantilados y formaciones tectónicas dignas de admiración como Estellencs, Banyalbufar, Deià, Sóller, punta de s’Encletxa, punta Roja, de sa Creu, y calas a cual más evocadora como sa Calobra, Capellans, Codolar o cala Figuera, ya cerca del Cabo Formentor, desde cuyo faro vemos la cercana isla de Menorca. Para acceder a estos lugares tuvimos que circular por retorcidas carreteras de montaña, históricos trenes y tranvías de madera, incluso realizar un recorrido en barco.

En un singular tranvia de madera

En un singular tranvia de madera Manuel Mesa

En la costa nordeste visitamos las dos grandes bahías, la de Pollensa y la de Alcudia cuyas playas contrastan con las caletas del norte y donde empiezan a verse las zonas de turismo playero. En la punta nororiental, las cuevas de Artá, que son las más pequeñas pero las más queridas por los mallorquines. También el pueblo de Capdepera, muy acogedor y con un castillo en lo alto con su imponente muralla.

De norte a sur, en la costa oriental se extienden calas y puertos que muestran perfectamente la simbiosis entre la naturaleza y el turismo, como cala Rajada, cala Millor, Porto Cristo con sus cuevas de Hams y del Drac, cala d’Or, Porto Petro, cala de Santanyí y Colònia de Sant Jordi desde donde se puede ir en barco a la isla de Cabrera.

La punta suroccidental de Mallorca concentra municipios como Andratx y Calviá; sus zonas costeras se han convertido en pueblecitos que han sabido atraer a los visitantes que disfrutarán de calas, puertos, puntas, la isla de Dragonera, el puerto de Sant Elm, Puerto de Andratx, Magaluf, Palmanova…

En la meseta central de la isla, el turismo de playa ha sido sustituido por las visitas a las ciudades que con su industria mantienen en alto el pabellón mallorquín: las perlas en Manacor, los productos de piel en Inca, los embutidos como la sobrasada y quesos de cabra de Sa Pobla, Felanitx, Llucmajor…

Rosetón de la Catedral de Palma

Rosetón de la Catedral de Palma Manuel Mesa

Capítulo aparte merece Palma, la capital; su situación estratégica en el Mediterráneo favoreció a lo largo de los siglos el paso de fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, musulmanes, cristianos y ahora gente de todas partes del mundo. Paseando por su casco histórico hacemos un recorrido por calles, plazas, edificios y monumentos que nos evocan diversos pasajes de la historia mallorquina. La Catedral, edificio gótico con el rosetón más grande del mundo y con las intervenciones de Antonio Gaudí en el baldaquino del altar mayor o la capilla del Santísimo Sacramento de Miquel Barceló. Frente a la Seo se encuentra el Palacio de la Almudaina, ciudadela árabe del siglo X sobre la que Jaime I el Conquistador edificó este palacio para su hijo Jaime II, al que proclamó rey de Mallorca. Hoy en día se pueden visitar las estancias oficiales de los reyes, ya que es su residencia veraniega.

Seguimos por el edificio de la Lonja, magnífico exponente del gótico civil mallorquín tanto por el exterior como por las altas columnas retorcidas que se unen a las nervaduras de la crucería.

Punto final en el castillo de Bellver, fortificación de base circular, del siglo XIV, rodeada de bosque en una loma a escasos tres kilómetros del centro de Palma, desde donde podemos disfrutar de unas espectaculares vistas sobre Palma y su bahía, así como del llano de Mallorca y la Serra de Tramontana.

Una pose muy reglamentaria

Una pose muy reglamentaria Manuel Mesa

Mallorca merece más de un viaje para poder disfrutar de todos sus rincones, a poder ser fuera de la temporada alta de turismo, pero el mal sabor de boca por haber terminado nuestro viaje lo haremos desaparecer degustando el producto por excelencia de la isla, la ensaimada mallorquina.