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Jóvenes y su relación con la Lotería de Navidad: entre la tradición y la normalización de los juegos de azar

  • La tradición de comprar Lotería de Navidad contribuye a normalizar los juegos de azar
  • El contexto socioeconómico de la juventud condiciona su vinculación a la lotería

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Lotería de Navidad 2024 | Los jóvenes juegan menos: tradición, precariedad y juegos de azar
Dos jóvenes adquieren un décimo en una administración de loterías GETTY

Las redes sociales son una parte fundamental de la cadena de solidaridad que emociona a Julián, el protagonista del anuncio de la Lotería de Navidad de 2024. Unir elementos tradicionales con otros más modernos podría entenderse como un guiño a las nuevas generaciones. Sin embargo, los menores de 35 años representan menos de 2 de cada 10 jugadores de la Lotería de Navidad, según el informe 'Juego y Sociedad' del Consejo empresarial del Juego.

Jesús Huerta Almendro, presidente de Loterías y Apuestas del Estado, explica a RTVE.es que las campañas de Lotería de Navidad pretenden ser transversales y apelar a todas las personas, por distintas que sean. "Los menores de edad no pueden participar, eso lo llevamos a rajatabla, pero creo que, en general, las personas adultas participan de una manera homogénea", cuenta. Sin embargo, el estudio revela que las personas que más juegan tienen entre 45 y 54 años, con un estatus socioeconómico medio o medio alto.

Para Borja Muñiz, presidente de la Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Loterías (ANAPAL), la participación escasa de este sector de la población es normal: "Tienen otras cosas en la cabeza, otras preocupaciones. Participan de una forma más testimonial". Reconoce que las personas jóvenes tienen menos iniciativa que las mayores a la hora de acercarse a una administración de lotería a adquirir un décimo. "Cuando crezcan, seguramente sí comprarán. El juego de la lotería, aunque no tiene edad, sí está más presente en determinados estratos", argumenta.

No obstante, la tendencia de los últimos años es ascendente. Crece el porcentaje de personas que juega a la Lotería de Navidad tanto en la franja de 18 a 24 años como en la de 25 a 34.

No por ser social es positivo, como sucede con el consumo de alcohol

El sociólogo Christian Orgaz, fundador de Indaga—una cooperativa de investigación e intervención social— y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, aclara que conviene analizar la Lotería de Navidad de manera diferente al resto de los juegos, por su componente social y cultural. "No por ser social es positivo, como sucede con el consumo de alcohol", explica, aunque insiste en que "hay que relativizar lo que supone y no ser alarmista, porque tiene un efecto contraproducente".

El contexto socioeconómico condiciona la participación

Hay un factor que parece empujar a las personas a comprar lotería, pero no suele estar presente en las personas jóvenes: el anillo. En España, los solteros son mayoría. Sin embargo, las personas casadas suponen casi el 60% del total de quienes juegan exclusivamente a la lotería, según el Estudio de Prevalencia de Juego 2022-2023. Para Orgaz, "no es que estar casado te predisponga, sino que te pone en relación con otro tipo de situaciones sociales donde es más probable que esto se dé. Es una cuestión de contexto socioeconómico".

RTVE.es ha podido hablar con un grupo de jóvenes para conocer sus motivaciones a la hora de participar o no en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad. Orgaz recuerda que la juventud no es homogénea simplemente por tener la misma edad y defiende la importancia de atender a otras variables, como las cargas familiares y los niveles socioeconómicos. Compartir el décimo con pareja, familia y amigos es una de las principales ilusiones.

La magia de la Navidad aumenta la participación juvenil

Pero, ¿son iguales todas las loterías? La respuesta de los vendedores de décimos a RTVE.es es rotunda: la Lotería de Navidad interesa a muchos más jóvenes que los sorteos ordinarios. Julio Diez, administrador de un punto de venta en Valladolid, señala que durante el año apenas entra gente joven a su local, pero las fiestas navideñas logran atrapar a más de uno.

Sin duda, la Lotería de Navidad es un evento más que consolidado en el imaginario colectivo, al que juega más del 70% de la población adulta. Más de veinte millones de personas participaron en el último sorteo, no hay ningún otro país que concentre a tanta población en un sorteo de billetes .

Para Andrea, una joven participante del sorteo, "es una tradición, como el concierto de año nuevo". Ella solo juega en Navidad, porque, confiesa, es el único momento del año en el que se acuerda. "La expectación por ver el anuncio y a los niños de San Ildefonso cantando el Gordo trasciende al Sorteo, es un evento", coincide Raquel, otra joven que solo compra décimos en Navidad. "La lotería es un tipo de juego que culturalmente está muy arraigado en nuestra sociedad. Es habitual que gente que no juega nunca, sí lo haga cuando llega la Navidad. Es parte del ritual navideño", cuenta el sociólogo Christian Orgaz, que es también coautor del informe '¿Qué nos jugamos?' de FAD Juventud.

La tradición es una de las motivaciones más mencionadas por los jóvenes. Como explica Orgaz, los anuncios siempre apelan a este factor: "Está al mismo nivel que otros productos de consumo, como los turrones o los mazapanes". Para muchos, es una costumbre arraigada en sus hogares y habitualmente compran Lotería de Navidad en los lugares a los que viajan para regalar a sus familiares. Otras acostumbran a compartir con su entorno un número relacionado con alguna fecha especial.

Las tradiciones pueden camuflar en usos socialmente extendidos y legítimos prácticas problemáticas

El experto añade que la Lotería de Navidad se asocia a "prácticas colectivas de celebración y recogimiento", pero las fiestas navideñas son momentos complicados para quienes lidian con adicciones al juego: "Las tradiciones pueden camuflar en usos socialmente extendidos y legítimos prácticas problemáticas".

El entorno (y la envidia preventiva) influye

La presión social en el entorno laboral también es un factor influyente. Muchos jóvenes cuentan que no tenían intención de adquirir un décimo, pero lo hicieron cuando se lo ofrecieron en el trabajo, tras observar que la mayoría se sumaba a la tradición. "No quiero ser yo la rara", explica Raquel. Además de la presión de grupo, afecta lo que los expertos llaman "envidia preventiva", es decir, el temor a tentar a la suerte y ser la única persona del entorno sin premio. "Imagínate que toca y todo el mundo juega menos tú", cuenta Elena.

"Está habiendo una socialización temprana en el tema del juego y esto sí que es para mí uno de los elementos más peligrosos", advierte el sociólogo. Considera que desde las administraciones, en ocasiones, se normaliza el juego y eso deriva en una habituación a estas prácticas desde muy temprano.

"¿Y si toca?", se preguntan muchos jóvenes dudosos antes de comprar un décimo.

La ilusión, como la magia, siempre tiene un componente de engaño

"Los juegos de probabilidad y azar se mueven con la ilusión y la ilusión, como la magia, siempre tiene un componente de engaño", asegura Orgaz. Los jóvenes son conscientes de que la probabilidad es poca, pero confían en que la fortuna les sonría y suponga una salida de la precariedad. Es el caso de Itziar: "Nunca había querido participar, pero un año jugué dos euros con unos compañeros de trabajo y me tocaron 5.000 euros, así que ahora nunca digo que no".

Una situación socioeconómica difícil empuja frecuentemente a jugar, según el experto: "Se ha degradado el acceso normalizado entre terminar unos estudios y conseguir trabajo. Cuando no se puede acceder de la forma habitual al dinero mediante un trabajo, pero se te ha socializado escuchando que el dinero es muy importante y un indicador de éxito, el juego es un medio para acceder a ese dinero".

Para las personas empobrecidas, explica, el acceso al juego es una "vía ilusoria" de acceso a riqueza. "Todo el mundo sabe casi siempre se acaba perdiendo pero es esa ilusión de ‘y si te toca’ la que nos lleva a jugar", cuenta. Las clases sociales más bajas se ven especialmente afectadas, como demuestra la elevada presencia de casas de apuestas en barrios humildes: "Además, las casas de apuestas se están convirtiendo en centros sociales, donde la gente va a pasar el rato, gente que normalmente en otros entornos no estarían bien vistos o no se sentirían cómodos".

La mayor parte de la juventud rechaza jugar

A pesar de que, en los últimos, ha aumentado la población joven que participa en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, todavía son minoría. Las nuevas generaciones muestran menor interés, aunque, entre los no jugadores también existen distintas motivaciones. Muchos de ellos no se sienten parte de la tradición, pero tampoco se posicionan en contra. Coinciden en que, por estadística, es muy difícil recibir un buen premio, aunque estarían dispuestos a participar por hacer felices a sus padres o su pareja.

"He comprado muchas veces lotería, por lo típico de colaborar con alguna causa o compartir décimo, hasta que me di cuenta de que es un pastizal para que no toque nunca nada. Si toca, es porque te has dejado mucho dinero, así que no compensa", asegura Raúl, un joven desencantado. Sin embargo, Alicia, otra no jugadora, asegura que no compra porque supone un problema para su situación económica, pero le gustaría. "Como lo he visto siempre en casa, lo concibo como tradición y me gustaría llevarles a mis padres", cuenta.

El sociólogo explica que "de un tiempo a esta parte, por diferentes políticas públicas, el Estado ha mantenido una actitud de cierta liberalización del juego, como ya ha ocurrido en otros países". El juego es un sector económico que mueve mucho dinero, añade, por lo que, como actividad económica, puede repercutir positivamene a las arcas públicas al cotizar. Sin embargo, el experto defiende que habría que mantener alejados del juego a los menores de 24 años, porque su cerebro aún no está plenamente formado y "hay algunos elementos relacionado con el control de los impulsos y los estímulos que todavía no está maduro".

A pesar de ello, la Lotería de Navidad cuenta con otro elemento diferenciador de otros juegos de azar que reduce su potencial adictivo.

Aunque tengan una causa final justa, no dejan de ser puntos de juego

Se juega en diferido, es decir, pasa un largo tiempo entre que se adquiere el décimo y se celebra el sorteo en el que se conoce el resultado, a diferencia de lo que ocurre con otros juegos que se pueden adquirir en los puntos de venta de las calles, como los de rascar: "Están muy extendidos en clases bajas porque hay una impresión de que la aportación es pequeña y los premios grandes. Además, hay un corto espacio de tiempo entre el acto y la recompensa, como sucede con el scroll en las redes sociales. Aunque tengan una causa final justa, no dejan de ser puntos de juego".

Otros jóvenes, como Álvaro, se muestran mucho más críticos: "Es una estafa colectiva, lo más probable es que pierdas dinero, pero socialmente se justifica en la tradición. Eso genera un contexto ritualístico que aporta cierta seguridad social y permite que esté bien visto comprar lotería". Para él, el imaginario en torno a la Lotería de Navidad es lo que favorece que participen en ella muchas personas que están en contra de los juegos de azar. "Ves lo peor de la gente, que compra por no ser justo la persona a la que no le toca, es muy miserable", añade.

Participar en la Lotería de Navidad no significa necesariamente entrar en una dinámica peligrosa, pero, como señala Orgaz, el hecho de que sea una práctica socialmente extendida supone una normalización de los juegos de azar y probabilidad: "Todo juego entraña riesgo, tanto de pérdida económica como de habituación".

RTVE

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