Los pasajes comerciales
La salida del mes de diciembre nos lleva a conocer los que fueron pasajes comerciales de la capital. Estos pasajes se habían puesto de moda en París a principios del siglo XIX; en Madrid, su construcción data del reinado de Isabel II (1833-1868) y llegan como algo novedoso dirigido especialmente a las clases burguesas, que tienen posibilidades de invertir en ocio y lujo. Eran espacios cubiertos por cristales que protegían de la lluvia y el frío. Están muy relacionados con la desamortización, ya que se aprovecharon conventos y grandes solares. La mayoría de ellos están en torno a la Puerta del Sol, por allí desaparecen la iglesia del Buen Consejo, la de San Felipe Neri y la de Nuestra Señora de la Victoria.
Nos dirigimos en primer lugar a la calle de la Montera. Allí podemos contemplar todavía el pasaje de Murga, el tercero de Madrid. La familia Murga, con una gran fortuna, invierte en industria textil y luego inmobiliaria. El pasaje se crea uniendo las calles Montera y Tres Cruces. Sin embargo, permanece oculto a la mayoría de los viandantes, que solo perciben un gran portal, como un edificio más, pero al adentrarse en él aparece un patio plagado de comercios y locales de restauración. Se levantó sobre lo que había sido la antigua posada de la Gallega.
En la Puerta del Sol, entre las calles de Alcalá y Montera hubo un proyecto del arquitecto José Grases Riera para unir ese punto con la calle Jardines mediante un pasaje comercial, algo de tales dimensiones que fue inviable.
Otro pasaje fue el Iris, entre la calle Alcalá y la Carrera de San Jerónimo; allí se podía tomar un café mientras se disfrutaba de buena música.
Siguiendo nuestro recorrido llegamos al todavía denominado Pasaje de Matheu, que une la calle de la Victoria con la de Espoz y Mina. Fue el segundo en construirse, todo un edificio rojo en cuyo centro estaba el pasaje. Su propietario era Manuel Matheu, dueño también de las Termas Pallarés en Alhama de Aragón. Contaba con dos cafés, el de París y el de Francia; al primero iban los conservadores y al otro los republicanos, por lo que con frecuencia se producían incidentes.
Entre las calles de Carretas, Espoz y Mina y el Callejón del Gato se levantaba la Galería de Exportación. Más tarde allí estuvo el Teatro Romea y, hasta no hace mucho, el cine Carretas.
Terminamos el paseo junto a lo que fue el primer pasaje comercial que existió en Madrid, el Pasaje de San Felipe, de 1839, construido sobre el solar que había ocupado el Monasterio de San Felipe Neri, junto a las calles de Bordadores e Hileras y la plaza de Herradores. Tenía una cubierta de cristal a dos aguas, una sala de lecturas donde la burguesía gustaba de acudir a leer el periódico, y una serie de comercios poco importantes.