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De la viola al autotune: los artesanos aragoneses en la era de la música digital

  • ¿Qué hay de detrás de los singles más escuchados del momento? Exploramos la industria de la música actual
  • Un lutier, una compositora, una cantante lírica y un artesano de instrumentos nos dan su visión sobre la producción musical

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Artesano construyendo instrumentos de cuerda con métodos tradicionales.  Se observa una tapa armónica con dos agujeros en forma de 'C' y detalles decorativos.
Javier trabajando en tu taller tradicional Javier Martínez

Cuatro vidas, cuatro caminos y una misma pasión: Javier Martínez mantiene viva la tradición de la luthería desde su taller-escuela en Zaragoza. Andrea Lozano compone para Sony Music, creando sonidos que llegan a artistas contemporáneos. Eugenio Arnao protege la memoria musical del mundo en la Casa del Gaitero, con 3.500 instrumentos a su cuidado. Y Marta Notivoli, soprano y maestra, da voz a nuevas generaciones desde el Teatro de las Esquinas. Artesanos, creadores, guardianes y maestros, unidos por el arte de hacer sonar historias en Zaragoza

Zaragoza respira música desde hace siglos. Más allá de sus célebres artistas contemporáneos como Enrique Bunbury o Javier Ibarra (Kase.O), la ciudad esconde una historia fascinante: durante los siglos XV y XVI fue la capital europea de la artesanía musical, con 36 maestros constructores de instrumentos documentados. Hoy los conoceríamos como luthieres, aunque artesanos como Javier Martínez, natural de Guadalaviar, Teruel, y expresidente de la Asociación Española de Luthieres, prefiere términos más precisos como: violero, laudero, guitarrero o “arpero”.

Constructor de instrumentos de cuerda, un oficio incomprendido

Como constructor de instrumentos de cuerda e investigador, más de 30 años de experiencia en su oficio, Javier Martínez, asegura que ser artesano en plena era digital es un trabajo arduo e incomprendido por la sociedad. “Estando en Madrid con mi gran amigo Felipe Conde, que ha creado guitarras para el mismo Paco de Lucía nos montamos en un taxi y el taxista se interesó, después de hablarle sobre su trayectoria”, recuerda Javier, que prosigue relatando como este taxista lo primero que preguntó fue “¿Pero también toca la guitarra?”. “Pues claro que toco, coño, pero porque no me pregunta que cómo las construyo, cómo es mi oficio”, respondió tajante su amigo. 

Esta anécdota —explica Javier—es un reflejo de lo desconocido que es hoy en día el arte de crear instrumentos de cuerda a mano, mantenido en pleno siglo XXI el espíritu, la filosofía y las técnicas artesanales que ya se usaban en el Renacimiento. 

La artesanía en un proceso

Los instrumentos que los alumnos han creado en este peculiar taller de violería están construidos a su gusto, pero cuando hablamos de artesanía, para Javier lo importante es el proceso, no el resultado. “Es un proceso muy gratificante. Es una cosa casi mística. O sea, tú vas al monte, ves el árbol, si tienes la suerte de poder elegir un árbol, yo lo he hecho algunas veces y tengo aquí madera de árboles que he seleccionado”, subraya. Javier utiliza herramientas tradicionales como garlopas, gubias, sierras o cepillos para no perder esta relación con el proceso. Hace muchos siglos se tallaba en los instrumentos un poema en latín, que sigue vigente en mi trabajo —afirma Javier—: “Viva fui in Silvis, Sum dura occisa, Securi dum vixi tacui, Mortua dulce cano” (Yo estaba viva en el bosque, vino un hacha criminal y me cortó. Sin embargo, muerta canto dulcemente).

Viola de Gamba de uno de los aprendices del taller de Javier Martínez

Viola de Gamba en proceso por uno de los aprendices del taller de Javier Martínez

Para Javier, la música electrónica, los sonidos creados por ordenador, los siente vacíos: “No tienen alma, no transmiten y nos alejan de lo humano”.

Compositora musical en un mundo de hombres

En el otro extremo del espectro musical, encontramos a Andrea Lozano, compositora para Sony Music, que nos abre una ventana al lado menos visible de la industria musical moderna que escuchamos cada día en plataformas, medios o conciertos. "La música tiene mucha gente detrás, es un mundo super comercial, se borra a quien ha estado detrás echándole muchas horas, como cualquier otro negocio del espectáculo", explica Andrea. "Muchas canciones que hay hoy en día se han trabajado siempre así realmente. Lo que pasa es que antiguamente, como eran grupos, no solía haber solistas y tanta gente que trabajaba para el artista".

Andrea Lozano compositora y letristas de una gran disquera

Andrea Lozano Andrea Lozano

Su camino hasta Sony Music no fue sencillo. De 200 aspirantes, solo tres fueron seleccionados tras una rigurosa prueba que exigía la perfección: "Tenías que sacar básicamente un 10 en el examen". Andrea fue una de las elegidas, en parte, por una decisión consciente de la industria de incorporar más voces femeninas en un mundo tradicionalmente dominado por hombres. "Cuando me cogieron, después de hacer la prueba, me dijeron que estaban pensando meter más mujeres en la industria musical. Y yo creo que hace mucha falta", reflexiona.

la autenticidad y la emoción siguen siendo fundamentales incluso en la música comercial moderna

Mientras Javier Martínez defiende el valor de lo artesanal frente a la música electrónica, Andrea nos revela que la autenticidad y la emoción siguen siendo fundamentales incluso en la música comercial moderna. "Yo no soy una máquina de hacer canciones", afirma con convicción. "Hay veces que me han dicho —bueno, pues cinco canciones para la semana que viene— y digo, pues si son dos, son dos, porque yo no me voy a forzar a hacer algo que no es sincero".

La conexión con el instrumento, sea una guitarra artesanal o un piano moderno, sigue siendo esencial. "Las canciones nacen por la forma en la que tú estás tocando el instrumento", explica Andrea. "Es lo que va a hacer llegar a la otra persona la canción, es lo que va a conmover". Una filosofía que, sorprendentemente, no está tan alejada de la del lutier.

Andrea Lozano en el estudio con su teclado componiendo

Andrea con su teclado en el estudio Andrea Lozano

Sin embargo, Andrea también señala los desafíos únicos de la industria musical moderna. Destaca la necesidad de apoyo psicológico en la profesión: "Al nivel en el que nosotros trabajamos de autoexigencia... tiene que haber un psicólogo de por medio". La música, nos recuerda, "tiene la capacidad de alterar nuestras emociones o hasta exagerarlas y eso a los creadores nos afecta mucho en los cambios de humor, pues nos sumergimos en las canciones totalmente, hay que tener mucho cuidado..."

Cantante lírica de cuna, profesora de canto por oficio

Mientras Andrea Lozano destaca la importancia del apoyo psicológico en la industria musical moderna llena de retoques de voz o de sonidos digitales, Marta Notivoli, cantante lírica y profesora de canto en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza, aporta una perspectiva complementaria desde la tradición clásica. "La música es todo, mi vida, mi pasión", afirma con convicción.

Su camino hacia el canto lírico comenzó incluso antes de su nacimiento. "Desde el vientre de mi madre, ya se puede decir que cantaba", cuenta Notivoli. Sus inicios casi predestinados la llevaron por un recorrido que incluiría el coro escolar, el canto de jotas en su Tudela natal, y finalmente, su formación en el Conservatorio Profesional de Zaragoza y la escuela de canto de Madrid.

Marta Notivoli cantante lírica y profesora de canto

Marta Notivoli

La visión sobre la tecnología y la autenticidad en la música actual establece un interesante contraste con el mundo de la producción musical moderna que describe Andrea. Notivoli por su parte utiliza el primer instrumento musical, el cuerpo humano —explica Notivoli—. "Admiro al músico de verdad, al que no utiliza ni autotune ni nada para que su instrumento pueda ser mejor o peor", sostiene. "La tecnología y la inteligencia artificial no van a aportar nunca el alma y el sentimiento, con el que una persona canta"

Como profesora de canto durante una década en el Teatro de las Esquinas, Zaragoza, Notivoli ha sido testigo de la evolución del panorama musical. Sus alumnos, que abarcan desde pre-adolescentes de 12 años hasta personas de 70, le han permitido mantener un pie en ambos mundos: el clásico y el contemporáneo. Esta diversidad de experiencias ha enriquecido su perspectiva sobre la música: "Escucho de todo, hasta la música independiente que se lleva ahora. Los alumnos jóvenes me han hecho escuchar canciones que por mí misma no hubiera conocido".

Marta Notivoli dando clase de canto en el Teatro de las Esquinas

Clase de Marta Notivoli

Para Notivoli, la interpretación representa entre el 80% y el 90% de la experiencia musical, "Si no analizas el texto que vas a cantar y lo trasladas a tus emociones, si no estudias el personaje, qué es lo que le pasa en ese momento... la técnica está muy bien, pero necesitas transmitir más", prosigue esta cantante que subraya, que la conexión emocional es tan fundamental en el canto lírico como en la música comercial moderna.

La tecnología está muy bien si conoces la tradición

Desde el Museo del Gaitero en Aguarón ,Zaragoza, encontramos a Eugenio Arnao, un artesano que se define a sí mismo como "hacedor". Su taller se sitúa también en la casa del siglo XVII transformada en museo. Arnao construye instrumentos de caña siguiendo técnicas ancestrales.

Eugenio Arnao en su Museo de Instrumentos folclórica

Eugenio Arnao hacerdor de instrumentos de caña

"La tecnología está muy bien si conoces la base, la tradición", reflexiona Arnao: "Si solo es la tecnología, no hay chicha", añade para recalcar la visión de los anteriores artistas, sobre la importancia de preservar la esencia musical. Su dedicación a la artesanía musical se refleja en el meticuloso proceso de selección de la caña, que debe secar durante al menos dos años antes de transformarse en instrumento, un testimonio de la paciencia que requiere la verdadera artesanía musical.

Eugenio Arnao recolectado cañas en un cañaveral de Aguarón para su manufactura

Eugenio Arnao recolectado cañas en un cañaveral de Aguarón para su manufactura

Preservar el canto lírico y la música tradicional

La pasión por transmitir conocimiento une a estos artistas. Mientras Notivoli forma a futuros cantantes en el Teatro de las Esquinas, Arnao comparte su sabiduría a través de talleres, especialmente con niños, a quienes enseña a fabricar sus propias "turutas" —un sencillo instrumento—, bromea. "Requiere cinco años de conservatorio porque no tienes que hacer más que tu-tu-tu-tu". Esta conexión con las nuevas generaciones resulta fundamental para preservar tanto el canto lírico como la música tradicional, aunque como señala Arnao, "El relevo generacional está bastante mal, la gente joven no se acerca a tocar la gaita de boto o la dulzaina porque suena como a viejo".

Cañera o rascapipas manufacturada y tocada por Eugenio Arnao

Cañera o rascapipas manufacturada y tocada por Eugenio Arnao

Ante el la pregunta del relevo y futuro de su oficio, Javier Martínez, es más optimista: “Hombre, ahora te pregunto yo a ti, ¿tú le ves futuro a la música? ¿Y para tocar música que hace falta? ¿Y quién los construye? Bien, te vuelvo a hacer una pregunta. ¿Tú qué prefieres, la tortilla de patata que hace tu madre o que la que compras congelada en el supermercado? Pues vale, los músicos, es así", reflexiona.

Notivoli es realista: “Todavía hay gente que estudia lírico, sí que es verdad que, cada vez hay menos” anima los principiantes “En esta vida, si te gusta el canto, no te vengas abajo, aunque te encuentres con profesores, profesoras, obstáculos… que no te hagan renunciar, porque el canto es un instrumento de los más difíciles, pero es el mejor para conocerse a uno mismo, esa es la gracia", concluye.

La determinación de estos artistas por mantener viva la tradición musical, cada uno desde su disciplina, demuestra que el arte de transmitir emociones a través de la música sigue tan vigente como siempre, ya sea a través de una voz lírica, una composición moderna o un instrumento de caña laboriosamente creado.

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