Los oficios de la noche: un mundo distinto al ponerse el sol
- ¿Cómo es la jornada de aquellos que trabajan mientras el mundo descansa?
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“Las calles aún no están puestas a esa hora”. Esta frase popularmente conocida suele utilizarse cuando alguien madruga en exceso, pero ¿alguna vez has pensado en las personas que siguen despiertas y trabajando en ese periodo de tiempo o incluso antes? Miles de personas en la capital aragonesa tienen otro horario. Ya sea por rotaciones en turnos o porque su trabajo es intrínseco a la noche, hacen sus horas laborales mientras el resto duerme, descansa o disfruta. Este es el caso de camareros, músicos, basureros, sanitarios, personal de seguridad, bomberos, policías, etc.
Son muchos los problemas que deben afrontar: la ruptura de ritmos circadianos, el cansancio acumulado o la falta de contacto social. Aunque no trabaje en estas horas del día, Juan Novel conoce el tema. Él es psicólogo y coordinador de Psicología del Trabajo, Organizaciones y Recursos Humanos del Colegio Profesional de Psicología de Aragón. Y es que cuando un trabajador, como María Pérez o Carlos Labrador, necesita asesoramiento para sobrellevar las noches, muchas veces es necesaria asistencia psicológica.
La noche de una camarera: entre copas y a lo loco
María Pérez tiene 22 años y lleva varios compaginando trabajo y estudios. Mientras se formaba en el Grado en Periodismo de la Universidad de Zaragoza, empezó a trabajar de camarera en Kenbo, una discoteca del casco zaragozano. Aún recuerda su primera noche allí: “Me enseñaron a poner copas, me pusieron en la barra donde menos flujo de trabajo había y me asignaron compañeros un poco más veteranos que me fueran guiando en lo que tenía que hacer”.
Como otros muchos, María empezó porque era estudiante y quería ganar algo de dinero. Ante esto, el horario se convierte en un arma de doble filo porque la falta de horas de sueño es demoledora, pero, por otra parte, es adecuado para estudiantes: “Si eres universitario, es de los pocos trabajos que te permite una flexibilidad horaria y que se acomoda al tiempo del que tu dispones”.
Desde entonces, han pasado ya más de dos años. Al comienzo trabajaba varias noches seguidas. “Es cierto que cuando más trabajas es al principio, vas lleno de energía y puedes con todo… pero poco a poco eso se pierde”, señala.
Solía trabajar de jueves a sábado sirviendo copas. Explica que, antes, al salir de trabajar se echaba a dormir, se despertaba ya en la tarde, comía, pasaba un poco el rato y volvía a trabajar. Todo seguido. Ahora, con un trabajo a jornada completa, esos días se han reducido y su rutina tampoco es la misma: “Si trabajo el sábado, el domingo me intento levantar a media mañana por muy cansada que esté, porque, si no, me es imposible conciliar el sueño por la noche”.
El psicólogo Juan Novel afirma que no es lo mismo ser una persona muy joven que está empezando a trabajar que ser más mayor, tener una necesidad clara de conciliación, etc.: “Las prioridades cambian según el momento vital y, por lo tanto, también las necesidades”.
La noche de un vigilante de seguridad: más allá de la caseta
Para recordar la primera noche de Carlos Labrador como vigilante de seguridad hay que “echar la vista atrás”, como él mismo dice. Fue durante las Bodas de Isabel de Segura en Teruel, “custodiando el mercado medieval de diez de la noche a diez de la mañana”. Lo que más recuerda de aquella noche es el frío que pasaron: no se podían resguardar en ningún sitio, ya que la labor de aquel día era recorrer las calles y estar al tanto de si había algún altercado. Los termómetros marcaban 11 grados bajo cero.
Carlos aclara que la labor de vigilante se suele subestimar y el desconocimiento sobre la formación que requiere hacen que mucha gente lo tache de ser un trabajo excesivamente simple. El personal de seguridad actúa como un intermediario y auxiliar de los cuerpos de seguridad del Estado. Al fin y al cabo, su función principal es velar por la seguridad y proteger a las cosas y personas que estén a su cargo.
Recuerda esas noches como algo lejano pues cambió de trabajo. Ahora, aunque con algunas noches aún en el calendario, trabaja en la rueda de turnos del Hospital Royo Villanova de Zaragoza donde ejerce de electricista. Sus labores son completamente dispares, pero la rutina es similar. “Duermes cuando la gente tiene vida y vives cuando la gente duerme”, afirma Carlos.
“Somos seres sociales por naturaleza y el vernos de una manera no voluntaria, condicionados a no poder tener relaciones con otras personas, ya sea en el ámbito familiar, amistad, social u otros -asegura Novel en este sentido-. Nos lleva a una sensación de aislamiento, cuando eso es algo no deseado”. Esto se debe en gran medida a la ruptura de los ritmos circadianos: “Cuando vamos a contrarreloj por decirlo de alguna manera, es decir, cuando vamos a contra de los ritmos circadianos, pues esto se ve alterado, es decir, estamos yendo a contrapié”.
Como señalaba Novel, los ritmos circadianos son vitales para el desarrollo humano y para lograr una estabilidad mental y social. El vigilante de seguridad también alude a estos términos cuando habla de su rutina. “Todo depende de los vecinos -asegura Carlos entre risas-. Hay días en los que me levanto a las doce de la mañana y, más tarde, me tenía que echar una siesta”. Dormir a veces es lo más complicado y alguna vez se ha sentido obligado a recurrir a algún fármaco para conciliar el sueño.
Y es que, durante el día, el silencio propio de la noche no está presente a plena luz del día. En palabras del psicólogo, dormir durante el día no es fácil. El ruido, la luz, el tráfico, el jaleo… “Es un ambiente que es contrario, no favorece la conciliación del sueño”, en cambio, es imprescindible lograr (o al menos intentar) tener un sueño regulado. Es una cadena cada vez más pesada: no se descansa, se acumula, se tiene más fatiga, más somnolencia, más insomnio…