Culture Jam
Emisión 20 de junio de 2002 · La 2
Durante la segunda del siglo pasado, y sobre todo a partir del Pop Art, la publicidad ha sido elevada a la categoría de Obra de Arte. Hemos visto anuncios expuestos en museos así como los nombres de prestigiosos directores de cine y artistas plásticos en la firma de campañas de productos comerciales.
A la vez, la publicidad ha sido objetivo de duras críticas por parte de artistas que han optado por la deconstrucción y la intervención directa sobre los anuncios. Los piratas publicitarios de finales del siglo XX, son herederos de diversos movimientos artísticos como el dadaísmo, el arte conceptual o el situacionismo y, al igual que los artistas de graffittis, se mueven entre la clandestinidad y el estrellato, entre la comisaría y el museo, reivindicando el derecho de libre expresión y de un espacio físico para ejercerla.
Con buenas dosis de humor apropian y desvelan las estrategias de marketing de las grandes empresas; parodian los anuncios de sus productos y subvierten los mensajes dirigidos a los consumidores.
Durante los últimos cinco años, y coincidiendo con la creciente presencia de la publicidad en la vida diaria (en 1997 empezaron a aparecer anuncios en los lavabos de las universidades norteamericanas), así como la concienciación de la opinión pública sobre el poder de las grandes empresas, se ha producido en EEUU y Canadá un renacimiento de la piratería publicitaria, acompañado de una mayor aceptación social de sus manifestaciones.
Metrópolis emite Culture Jam (Jill Sharpe, Canadá, 2001), un documental sobre distintas generaciones y prácticas de contra-publicidad.
El 'FLVP' (Frente de Liberación de las Vallas Publicitarias) empezó a gastar sus bromas a los anunciantes en 1977. Se trata de un grupo de artistas (anónimos9 con sede (clandestina) en San Francisco que, junto a 'Negativelan' y 'Adbusters', son sonsiderados los verdaderos pioneros de la piratería publicitaria. Su talento para descubrir el punto débil de un slogan o del nombre de una marca, les permite realizar intervenciones sobre las vallas publicitarias con un presupuesto y unos medias mínimos. Consideran que las calles son espacios públicos y que tienen derecho a responder a los mensajes que en ellas se exhiben en el mismo soporte y las mimas dimensiones.
Mientras que el FLVP inició sus actividades en una época en la que la publicidad fue criticada, sobre todo por algunos de sus contenidos, Carly Stasko , estudiante de la omnipresencia de la publicidad y que, sin embargo, se rebeló cuando los anuncios invadieron los lavabos de las universidades. Los cerebros de esta nueva estrategia de marketing no habían tenido en cuenta que este espacio que supuestamente acababan de descubrir llevaba siendo utilizado desde hace generaciones por los jóvenes para transmitir sus propios mensajes (de amor, de crítica, de chistes...). La idea se convirtió en un boomerang para los anunciantes, no sólo porque se vieron confrontados con una ola masiva de contra-publicidad (llevada a cabo sin demasiados riesgos en el mismo lugar donde fue provocada), sino también poruqe el debate universitario empezó a ocuparse seriamente de cuestiones como la desaparición del espacio privado, la exposición excesiva y, en principio pasiva, de los jóvenes a la publicidad, o la necesidad y la legitimidad de estas prácticas publicitarias. Carly Stasko pertenece a este grupo que pretendedc recuperar las calles y los espacios públicos para expresar opiniones. Lo hace mediante pegatinas con dibujos y mensajes cortos elaborados por ella in situ como comentario personal sobre los anuncios que se encuentra en su camino.
La creciente popularidad de las manifestaciones contra-publicitarias es un fenómeno socio-cultural que parece responder a varias causas, entre ellas la noción de que las grandes empresas han sustituido a la religión, la política y la educación como autoridades tradicionales. Por consiguientes, son consideradas responsables de problemas de diversa índole y se han convertido en el objetivo de la crítica popular.
Por otro lado, la contra-publicidad se vuelve atractiva al producir una ruptura en el cansancio y rechazo emocionales que el constante bombardeo de anuncios y demás información provoca en los consumidores, sobre todo si se sirve del humor y responde a críticas latentes y preocupaciones reales de la sociedad.
Es este apoyo popular el que protege a 'Reverendo Billy' de "La Iglesia contra el consumo", personaje creado e interpretado por el actor Bill Talen de San Francisco y representante de una larga tradición de teatro activista en sus provocativas performances en grandes almacenes de Nueva York.