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La voz de los niños

EmisiEmisión 1 de noviembre de 2004 · La 2

Por
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Hemos llegado a un nuevo milenio sin haber conseguido abolir el trabajo infantil y sin haber podido garantizar el derecho de todos los niños a la educación. Es más: todavía en el siglo 21 hay niños que mueren víctimas del hambre o de la violencia. Y parece que ni siquiera se les concede el derecho a ser escuchados. 

Por ello es muy difícil encontrar trabajos como los realizados por Eduardo Carrillo o Blanca Aguerre, que no sólo dejan hablar a los niños sino que además les brindan la posibilidad de participar en la creación de sus películas.

A través de estos conmovedores y excepcionales documentos sobre la situación de los niños en Colombia y México, METRÓPOLIS presta su espacio de esta noche a LA VOZ DE LOS NIÑOS.

Con PEQUEÑAS VOCES (Colombia/Reino Unido, 2003), Eduardo Carrillo (1969, Cucuta, Colombia, vive y trabaja en Londres) quiere dar a conocer la "situación absurda" de Colombia a partir de miradas infantiles. A este fin, en el año 2000 Carrillo visitó la sede de la Cruz Roja Internacional en Bogotá para entrar en contacto con los hijos de las personas desplazadas refugiadas allí. Los niños dibujaron y colorearon la historia de sus vidas antes, durante y después de los acontecimientos violentos que les obligaron a abandonar sus hogares. Posteriormente, Carrillo animó estos dibujos, les añadió los testimonios hablados de los niños y algunos retratos fotográficos de los mismos. El resultado es un documento desgarrador cuyo impacto en el espectador se debe, en gran medida, al fuerte contraste entre la brutalidad del contenido y la ternura que nos inspiran los dibujos y voces infantiles.  

También en LA HISTORIA DE TODOS (México, 2003) de Blanca Xóchitl  Aguerre (Guadalajara/Mexico, 1976) nos hablan niños que tienen que desplazarse, aunque en este caso "solo" sea para trabajar. Se trata de niños indios mexicanos (mixtecos, tlapanecos, triquis, nahuas y mestizos) que migran con sus padres para trabajar en las plantaciones de jitomate. A través de los muñecos de plastilina hechos por ellos mismos y animados por Aguerre, nos hablan de sus pueblos y de los motivos que los obligan a migrar, de su vida fuera de casa y del proceso de cultivo del jitomate, de sus miedos y de sus sueños. Aun siendo sus experiencias mucho menos traumáticas que las de los protagonistas de PEQUEÑAS VOCES, no dejan de recordarnos que la explotación también es una forma de violencia.