Ellacuría, crimen sin castigo
- En Portada viajó a El Salvador 20 años después del asesinato de Ellacuría
- El reportaje trata de responder algunas de las preguntas abiertas sobre el caso
- Incluye una entrevista al general Ponce, presuntor responsable de la matanza
- Evaristo Canete, el reportero que cubrió la noticia, comparte su experiencia
- Reportaje galardonado con el Premio de Periodismo Rey de España
- Guión del reportaje disponible on line (formato PDF)
FICHA TÉCNICA:
GUIÓN: Antonio Parreño
REALIZACIÓN: Rosa de Santos
IMAGEN: Carlos Dias Oliván
SONIDO: Javier Britos
MONTAJE: Julián Llorente y Montse Luna
La guerra civil en El Salvador fue un conflicto largo y sangriento, por el que pasaron muchos de los mejores reporteros de guerra del momento y que se convirtió en parte de su memoria sentimental y profesional.
Pero hoy El Salvador apenas ocupa espacio en los telediarios o en los periódicos. Cosas de la geoestrategia mundial, que ha trasladado el foco de los medios a países como Iraq o Afganistán y ha convertido a Centroamérica en una región medio olvidada informativamente hablando.
Así que cuando el equipo de En Portada llegó a San Salvador tuve una curiosa sensación de salto en el tiempo. Además, íbamos a hurgar en el recuerdo de un episodio también casi olvidado, la matanza de los jesuitas en la Universidad Centroamericana, que ha vuelto a tener cierta actualidad al ser uno de los casos que investiga la Audiencia Nacional en virtud del cada vez más polémico principio de justicia universal.
El caso Ellacuría, eso fue evidente desde el primer momento, es un caso molesto, que se enmarca de lleno en el debate sobre la llamada memoria histórica, muy actual en España. Además, nosotros llegamos a hacer preguntas incómodas en un periodo sensible, durante la campaña electoral de las presidenciales.
Fue muy significativo el silencio de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica y, sobre todo, de algunos políticos. Y fue curioso comprobar cómo el discurso de los que prefieren que no se sepa la verdad es siempre el mismo: No hay que reabrir heridas, hay que mirar hacia delante, es mejor no remover el pasado.
En una pequeña localidad al norte del país, llamada Ignacio Ellacuría en honor al sacerdote jesuita, dos humildes campesinas nos contaron cómo, al final de la guerra, sus hijos pequeños fueron masacrados en un bombardeo del Ejército. No está claro si fue deliberado o un error, pero casi 20 años después, ellas se mostraban dolidas sobre todo porque nunca nadie les ha pedido ni siquiera perdón.
Esas madres, como muchos otros salvadoreños, no olvidan. Con su testimonio, que nos emocionó en muchos momentos, cobra su sentido la necesidad de mantener lo que llaman "memoria histórica". Sus heridas sólo se cerrarán cuando se conozca toda la verdad de lo que ocurrió en aquellos años.