Las heridas de Rafah
- En Portada viaja hasta Rafah, la castigada frontera entre la franja de Gaza y Egipto
- El equipo se sumerge en los túneles que son el cordón umbilical y comercial de la franja
- Sus habitantes,que vivieron en primera persona la última ofensiva israelí, toman la palabra
- El cirujano jefe del hospital Shifa de Gaza, Usama Said, respondió las preguntas de los internautas
- Guión del reportaje dispnible on line (PDF)
Rafah es una de las ciudades más castigadas de la devastada franja de Gaza. Sus habitantes han vivido las trágicas situaciones provocadas por la ocupación israelí. Su infraestructura ha ido desquebrajándose al igual que el ánimo de su población. La situación que se vive allí ha sido calificada por numerosas organizaciones internacionales como crisis humanitaria.
Esta ciudad, la más poblada de la atestada franja, hace frontera con Egipto. Los acuerdos de Camp David entre egipcios e israelíes, de hace tres décadas, dividieron en dos esta ciudad dejando separadas a muchas familias. Esta frontera, que era la única ventana al exterior de Gaza, quedó definitivamente sellada cuando la organización islámica Hamas llegó al poder, tras ganar las elecciones. Ahora, este paso sólo se abre por razones humanitarias en contadas ocasiones.
Encerrados entre la espada de Israel y la pared de Egipto, los habitantes de Gaza se encuentran prisioneros en su propia tierra. Sometidos a un duro embargo, por parte de Israel, que cada día amplia la lista de productos cuyo acceso queda prohibido a la franja, los habitantes de Rafah, han encontrado en los túneles, que han construido junto a la frontera egipcia, la una vía de acceso para abastecer a la ciudad. Esta hilera de túneles constituye el cordón umbilical de toda Gaza y su única actividad comercial. Unos agujeros a más de 30 metros de profundidad por donde pasa toda clase de artículos, desde una tetera hasta un frigorífico, unas motos despiezadas o unas vacas. Los túneles se han multiplicado en los últimos años, aunque la aviación israelí sigue bombardeándolos. Los propietarios de algunos de estos túneles aseguran que para poner en marcha uno de ellos, es necesario contar con un permiso del Ministerio del Interior del gobierno de Gaza, comprometerse a no pasar armas ni drogas y a indemnizar a los familiares de los trabajadores en caso de fallecimiento durante el desempeño de su trabajo.
Cada uno de estos túneles puede llegar a costar de 100 a 200 mil dólares y en la mayoría de los casos, no es de un solo propietario, sino de varios socios. En ellos, trabajan entre 6 y 10 personas. Unos trasladan la mercancía, otros coordinan con los comerciantes egipcios, otros vigilan... Jóvenes palestinos se juegan la vida cada minuto y encuentran en este trabajo la única manera de mantener a sus familias en una zona en donde el paro ya ni siquiera es un porcentaje, sino que afecta a prácticamente toda la población. Estos túneles están separados apenas medio kilómetro de Egipto y a través de ellos llegan hasta el otro lado. Desde allí, en sótanos construidos en las casas, comerciantes egipcios les embalan la mercancía que después traen estos jóvenes por debajo de la tierra.
Las familias de las víctimas de algunos de los que han perecido trabajando en los túneles, expresan su dolor y la impotencia de encontrarse en una situación en la que muchos jóvenes no ven allí otra salida de ganarse la vida.