Volver con... Lolita a Marbella
Lolita ha vuelto a su querida Marbella, en la malagueña Costa del Sol después de nueve años de ausencia. Veraneó allí durante 40 años hasta que los Flores perdieron la casa familiar de "Los Gitanillos". Lolita no sabe qué ha sido de la vieja finca y regresa por primera vez para descubrir qué ha ocurrido con el hogar de su infancia.
Lolita después se acerca hasta la playa de la Fontanilla, la preferida de los Flores para disfrutar del mar Mediterráneo. Allí está el chiringuito de "El sombrero" regentado por Juan Brea, un amigo de la familia y cantaor. Juntos rememoran la figura de la gran Lola Flores tomando el aperitivo.
Siguiente parada, Puerto Banús
Puerto Banús es la siguiente localidad a la que va la viajera. Allí pasea por la avenida Lola Flores donde hay colocada una estatua dedicada a la figura de La Faraona: Una artista para el público y una madre para Lolita.
Lolita pasó de niña a mujer de la mano de un grupo de amigos de la época dorada de Marbella, Los Chorys. Dos de ellos, Yeyo Llagostera y Luis Ortiz, repasan aquellos años de fiestas con Lolita y brindan por la amistad en el yate de un buen amigo.
Lolita rememora su boda
El viaje prosigue por la parte vieja de Marbella, la única zona que existía cuando Lolita era niña y la ciudad no era más que un pueblo pesquero. Allí se encuentra la Iglesia de la Encarnación donde Lolita y Guillermo Furiase se casaron en 1983. Fue una boda que desbordó la iglesia y los novios tuvieron que casarse en el despacho del cura. En ese mismo lugar, Lolita recuerda aquellos momentos de angustia con el párroco que la casó, Don Francisco Echamendi.
Recuerdos de niñez
Callejeando por las estrechas calles del casco, Lolita se reencuentra con su pasado... La plaza de los Naranjos donde paseaba, la Alameda donde jugaba con sus hermanos, la farmacia donde Lolita jugaba a ser dependienta que aún atienden los mismos trabajadores, Inés y Jesús, la cafetería donde servían la mejor ensaladilla y el señor que vendía embutidos a los Flores, Juan Rueda... Su visita continúa en la casa de la entrañable Pepita Gámez, mujer de Paco, el carnicero que servía a los Flores y amigo personal del Pescaílla. Lolita también charla con Lola Martín, hija de Pepita y Paco, que jugaba con ella en la playa y la piscina cuando eran niñas.
Este viaje al pasado termina en la casa de Marianne Nilsen, fotógrafa y amiga personal de los Flores. Marianne ha fotografiado en multitud de ocasiones a los hermanos Flores y Antonio pasaba largas temporadas componiendo en su casa. Después de repasar recuerdos y viejas fotos, las dos amigas preparan una buena cena con su amigo y estilista Francois Bartoli.
Lolita ha perdido a muchos seres queridos en el camino y la casa de su infancia pero en Marbella le sigue quedando lo más importante: buenos amigos.