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El final de "Amar" según Elena P.L.

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Seguramente ahora todo habría sido diferente pero, por aquel entonces, que dos mujeres se amasen como nosotras lo hacíamos era impensable. Me costó mucho aceptar mis sentimientos hacia Ana, en el fondo de mi ser lo sabía, pero no podía aceptarlo, y cuando más evidente se hizo, quizás odiarla fue el camino más fácil para evitar enfrentarme a ellos. Estaba claro que algún día tendría que explotar y fue entonces cuando todos los acontecimientos se sucedieron de tal manera que, cuando quisimos darnos cuenta, habían arrasado con todo. Fue como cuando explota una bomba: en un segundo cambia todo, y no hay nada que puedas hacer para pararlo. En un segundo.

Cuando me quise dar cuenta la estaba besando¿ nos estábamos besando. Ella puso mis sentimientos en palabras y aunque yo no quería escucharla supe con claridad que ya no había marcha atrás. La bomba había explotado. Volví a la realidad.

Había estado tan obcecada en odiar a Ana que no me había dado cuenta de lo que estaba sucediendo a mi alrededor, especialmente en lo que concernía a mi hermano Alfonso.

Su caída desde lo más alto, su adición a las drogas,¿ me había engañado a mí misma culpando de todo a Ana pero para cuando por fin reaccioné, el problema ya no tenía solución. Alfonso estaba acabado. Se volvió violento, era como si fuese otra persona, volvía borracho a casa, no atendía a razones, comenzó a agredir a Ana¿ mi corazón se rompió, me entró un enorme sentimiento de culpa al pensar que no había estado ahí para él cuando más me necesitaba, me odié por haber estado tan obcecada como para no darme cuenta del sufrimiento que había estando pasando Ana mientras mi hermano se hundía en la miseria sin poder hacer nada para ayudarle. Pero ya no había vuelta a atrás.

Mi hermano murió en las Navidades de 1952, lo encontraron en la Plaza de los frutos con una jeringuilla en el brazo. Solo. Después de haberle dado una paliza a Ana. Yo nunca volví a ser la misma. Me dio un ataque de pánico, entré en depresión, las cosas en casa comenzaron a ir mal, Héctor, bendito Héctor, se desvivió por mí, pero no sabía qué hacer para ayudarme. Su impotencia le devolvió a la bebida. A veces desearía que hubiese sido una mala persona, un canalla, un vividor, algún defecto¿ pero lo cierto es que en esos momentos no se separó de mi lado a pesar de que yo no mejoraba. Entonces me reencontré con la única persona que podía devolverme la vida: Ana. Y creo que puedo decir que, literalmente, me la devolvió. Me entregué a ella sin importarme nada, sin pararme a pensar en las consecuencias, simplemente la amé como inconscientemente había estado deseando hacerlo desde el día en que la conocí.

Pero estaba claro que esa situación no podía durar para siempre, las dos lo sabíamos. El bebé estaba a punto de nacer y Ana tenía problemas en los Almacenes: los golpes, la muerte de Alfonso habían hecho mella en ella y no se sentía con ganas de seguir al frente de ellos. Leonardo hizo un buen trabajo, pero el avance de Galerías Preciados era imparable y cualquier error era de vital importancia, los Almacenes tuvieron que cerrar. La única alternativa para Ana era irse a Bilbao, a la tienda que había abierto allí para mi hermano. Yo le pedí que se quedase, ya no podía imaginarme la vida sin ella, pero Ana me hizo ver la realidad: yo tenía un buen marido esperándome en casa, y sobretodo, iba a tener un hijo. Aunque fue tremendamente doloroso, nos separamos.

Con la llegada del bebé las cosas en casa mejoraron de sobremanera, aunque nunca volvieron a ser igual: quería a Héctor, pero después de haber amado con tal intensidad ya no podía vivir engañada, y estoy segura de que Héctor notó que algo en mí había cambiado, pero nunca hizo ningún comentario al respecto. El nacimiento de mi hijo me hizo revivir por segunda vez. Con el dinero de Alfonso, que Ana nos dio, nos mudamos de barrio a una casa algo más grande, mi hijo me dio la felicidad y no puedo quejarme del amor que me dio Héctor, a pesar de que yo no pudiera corresponderle como me hubiera gustado. Lo cierto es que vivía pensando en la próxima fecha en la que Ana tendría que viajar a Madrid para cenar con el Círculo de Empresarios, o a reunirse con proveedores, o simplemente, cuando su agenda se lo permitía, de visita, y también es cierto que cuando lo hacía, era la mujer más feliz del mundo, pero no puedo decir que en mi día a día fuera infeliz.

Teresa García Guerrero

Rosa¿ qué decir de ella. Es mi mejor amiga y siempre lo será. Siempre supe que llegaría lejos y aunque a veces me daba miedo que se estrellase, nunca he conocido a una persona tan tenaz y persistente. La vida le cambió por completo cuando de repente le salió familia de la nada, o más bien, familia con dinero. Abel Zamora no había levantado cabeza desde que su primo, Salvador, había sido brutalmente asesinado en la cárcel. Se volcó en ella. Realmente fue algo espantoso, nadie nos esperamos que fuera a suceder todo lo que ocurrió y que al final, nos salpicó a todos. El régimen descubrió los mensajes subversivos que tenía la obra y arrestó a Cristina Barea mientras estaba sola en casa. En cuanto el bueno de Salvador se enteró se entregó por ella¿ nadie sabe lo que sucedió esas 24 horas en las que los retuvieron a los dos, a mí me gustaría imaginarme que tuvieron tiempo para despedirse y disfrutar sus últimos minutos de compañía. Cuando soltaron a Cristina ingresaron a Salvador en prisión. No duró ni 24 horas. La única explicación que dieron fue que había intentado fugarse, nunca sabremos si fue verdad, pero lo cierto es que a los pocos días trasladaron a un carcelero que ya le conocía y no se volvió a hablar de tema. Cuando Cristina salió de la cárcel, su vida ya no volvió a ser la misma, nunca volvió a escribir. Antes de cambiarse de casa los vi un par de veces por la calle y me dieron lástima: sobre ellos pesaba la gran carga del silencio.

Quizás por miedo a acabar así Rosa acabó renunciando a Mauricio. Lo pensó bien, es verdad, pero el teatro era su vida y ella lo sabía, la tentación de crear una nueva compañía con su tía Estela gracias al dinero de Abel fue más fuerte, además de un milagro después del escándalo de ¿El diablo bajo la cama¿. Aunque probablemente también influyó el que Rosa conociera a Lucía en una visita a casa de Mauricio¿ nunca me dijo lo que vio, o más bien qué fue lo que percibió, ni siquiera me dijo que hubiese percibido algo. Pero la conozco y sé que supo que Mauricio nunca sería feliz a su lado, él estaba destinado a otro tipo de mujer que desde luego, no era la que se dedicaba al teatro. Y ella no podía renunciar al su pasión.

En fin, mañana sale de gira la nueva compañía, y yo con ella. Nunca he salido de Madrid y lo cierto es que tengo ganas de conocer mundo. Quién sabe lo que nos deparará el futuro y, aunque no puedo negar que tenga un poco de miedo, no puedo esperar para verlo, pues a pesar de todos los acontecimientos, tengo esperanzas de que la vida puede deparar muchas sorpresas.

Diana