A orillas del Zambeze
Nuestro camino desemboca en esta ocasión a orillas del Zambeze, cuando al gran río le quedan poco más de 130 kilómetros para desembocar en el Índico. Aquí está Chupanga, una población que ha crecido en los últimos años por culpa del río. A partir de finales del XIX se sucedieron los misioneros: jesuitas, del Verbo Divino, franciscanos y los Sagrados Corazones hicieron de este lugar un gran centro educativo y de desarrollo. La guerra acabó con aquello hasta que, en 2006, los Sagrados Corazones volvieron para reconstruir la misión. Cuatro años después, Chupanga vuelve a estar viva.
La situación de pobreza que vive la población de Chupanga está haciendo que el trabajo de los misioneros se esté multiplicando. Por ejemplo: cerca de quinientos niños acuden cada día a los terrenos de la parroquia y con la ayuda que desde España envían las parroquias y otros centros de los Sagrados Corazones, se puede alimentar diariamente a todos.
Germán Fresán es el único misionero español en Chupanga. Este navarro lleva cuarenta años en África. Estuvo primero en la República Democrática del Congo durante 28 intensos años y después llegó a Mozambique para poner en pie esta misión que la guerra se había llevado por delante. Germán es el clásico misionero "todoterreno" que lo mismo celebra una misa, organiza la parroquia, construye casas o enseña a cultivar verduras.
Las ayudas que reciben los misioneros se aprovechan hasta el último céntimo. De eso no hay duda. En Chupanga, con el trabajo del grupo de albañiles creados por Germán, se han levantado decenas de casas para los ancianos y las familias que más necesitaban una vivienda digna. Las primeras ayudas vinieron del Gobierno y Germán, junto con Cáritas, gestionó y controló ese dinero. Al final, las casas que quedaron mejor terminadas y de mayor calidad fueron las que supervisó la parroquia. Además, con las ayudas que llegan, los misioneros pueden enviar a más de 50 jóvenes de Chupanga a continuar sus estudios fuera del poblado.