Brasil. "Tristeza no tem fin"
- Mientras Brasil busca sucesor para Lula, En Portada recupera el reportaje elaborado en 2003 tras su primera investidura como Presidente del país
- Susana Jiménez Pons nos revela los detalles que no vimos en televisión
FICHA TÉCNICA
Guión - Luis Vicente Botín
Realización - Susana Jiménez Pons
Imagen - Carlos Pérez
Sonido - Juan Antonio Barroso
Montaje - Paco Rozas
La esperanza finalmente venció al miedo y la sociedad brasileña decidió que está en la hora de trillar nuevos caminos La esperanza finalmente venció al miedo y la sociedad brasileña decidió que está en la hora de trillar nuevos caminos
Éstas fueron las primeras palabras que Lula dirigió a su pueblo como nuevo presidente de Brasil. Tres meses después de su victoria, En Portada decidió mandar un equipo para tomar el pulso al país, a su gente y a este nuevo presidente con aires de verdadero cambio.
Nuestra prioridad: entrevistar al flamante nuevo mandatario. Llevábamos tiempo solicitando esa entrevista. Pensábamos que se trataba de un presidente más cercano. La gran decepción llegó al comprobar que Lula era completamente inaccesible. Había muchas cosas de las que ocuparse cuanto antes, y no sólo él, sino también aquella ristra de nuevos ministros entre eruditos y bohemios que Lula había elegido. Únicamente el señor Cristovao Buarque, ministro de Educación, nos invitó a una charla -entrevista que cautivó a todo el equipo. Aquel día vi el proyecto Lula como algo realmente esperanzador, del mismo modo que lo veían millones de brasileños.
23 días sin pausa
Fue agotador. Brasilia, Rio de Janeiro, Recife, Amazonas, Roraima, Salvador de Bahía... Recorrer aquel inmenso país resultó una tarea complicada y gratificante. Objetivo: hablar con la gente, desde el indígena del Amazonas hasta la olvidada clase media, pasando por los desfavorecidos de las favelas o los habitantes de los palafitos en Brasilia Teimosa, tierra del departamento de Pernambuco desde donde emigró la familia de Lula siendo muy niño.
Todos, absolutamente todos, estaban con Lula, y así lo mostramos en este reportaje. Un pueblo unido por una misma idea, acompañar a un presidente en su difícil tarea de gobernar, removiendo muchas de las estructuras hasta ese momento intocables, como la reforma agraria y tributaria, la alfabetización, la extensión de la salud pública a todos o el gran sueño de Lula, el proyecto hambre cero.
Con los indígenas del Amazonas
Por aquel entonces, acababa de comenzar la invasión de Irak. El mundo entero miraba hacia Oriente y nosotros sobrevolábamos en una pequeña avioneta acompañados por un misionero el gran Amazonas, en busca de uno de los pueblos sin contacto que lo habitan, los yanomamis. Aquel día tuvimos la suerte de entrar en una maloca, construcción en forma de donuts donde conviven varias familias de yanomamis. Nos dejaron rodarles en su vida cotidiana y hasta entrevistar al jefe de la maloca, todo gracias a la ayuda de aquel misionero que llevaba años granjeándose su amistad y confianza.
No sé muy bien cómo contar lo especial de aquel día... Al principio, la desconfianza mutua parecía insalvable. Tuvo que pasar un tiempo, un tiempo de contacto nunca mejor dicho. Ellos se dedicaron a examinarnos, primero con la mirada y más tarde con el tacto. Al final, llegó el entendimiento. Y no quiero faltar a la verdad, el entendimiento llegó gracias también a unos regalos en forma de cuchillos que nos inspiró aquel misionero.
Bahía: alegría y esperanzas
Suenan tambores y no de guerra. Estamos en Salvador de Bahía. La alegría omnipresente en los brasileños aquí alcanza su clímax. Tras el baile y el ritmo descubrimos pequeñas historias de gente joven, que luchaba por salir de la droga, la miseria y la delincuencia. Gente que no hablaba de sus estudios o sus juegos. Hablaban de cómo habían matado a su padre o cómo su primo había caído en un pozo de droga del que nunca salió. Gente que veía en Lula la figura de un padre protector, capaz de ayudarles a cambiar lo que otros no supieron o no quisieron.
De La Rosiña a Roraima
Ráfagas de tiros se oían en la favela La Rosiña, Rio de Janeiro. Allí fuimos el equipo de reporteros, Carlos Pérez, Juan Antonio Barroso y yo. Helicópteros y fuerzas especiales buscaban al lugarteniente de un capo de la droga. Se notaba que no éramos bien recibidos ni por la policía ni por los habitantes de la favela, pero hicimos nuestro trabajo.
El peligro en Brasil no es difícil de encontrar, pero donde lo vimos más presente fue en el estado de Roraima, al norte del país. Allí garimpeiros y hacendados arrinconaron a los indígenas hace años y con engaños les robaron sus tierras. Por esos engaños, o por lo turbio de sus negocios, estos potentados no querían ver cerca una cámara de televisión. Así que cuando se dieron cuenta de nuestra presencia, nos amenazaron e intimidaron con sus armas siguiéndonos hasta los límites de su territorio.
Última parada: el río Amazonas
Tras dos días de rodaje por el río, mi compañero Luis Vicente Botín, guionista de este reportaje, cayó gravemente enfermo. Por la fiebre y el delirio, temimos que hubiese contraído la malaria. No fue así, pero aquel bicho que le había invadido, lo tuvo varios días postrado en la cama y puso en peligro el guión y por lo tanto, el trabajo de todos en Brasil.