"La nueva Alemania y Europa"
- En Portada analiza el cambio de política europea de Alemania
- Entrevista, entre otros, a Angela Merkel y Jean Claude Trichet
En En Portada nos planteamos realizar un reportaje sobre la crisis económica y financiera internacional y analizar el papel de los llamados tiburones y especuladores. Nos dimos cuenta de que, al final, todo nos llevaba a Alemania, a Europa y al euro, que era lo que realmente nos interesaba.
Queríamos conocer con más detalle cómo había salido ese país de la crisis y se había situado de nuevo como la locomotora europea y conocer también las razones de lo que muchos veían como una disminución de su compromiso con Europa. Queríamos responder al interrogante de cuán europea es la Alemania actual.
Al mismo tiempo, era necesario analizar la crisis del euro y cómo esa crisis había afectado a las relaciones entre los socios europeos.
En busca de los secretos del "nuevo milagro alemán"
Nos encaminamos en primer lugar a Múnich, la capital de Baviera, el estado federado más boyante de Alemania. Allí están algunas de las empresas representativas del “made in Germany”, motor de las exportaciones del país, y también algunos de los centros de investigación más importantes. Buscábamos los secretos de su éxito, del llamado “nuevo milagro alemán”.
Despejando dudas sobre la moneda única
Nuestra segunda etapa fue Fráncfort, donde se encuentra la sede del Banco Central Europeo. Recordé viejos tiempos, cuando, como corresponsal en Berlín, acudía a las ya tradicionales ruedas de prensa de su presidente, esta vez Jean-Claude Trichet. El ritual sigue siendo el mismo. Las vituallas ofrecidas a los periodistas tampoco han cambiado: las bebidas de siempre, las boulettes de siempre, los sándwiches de siempre, y el dulce, matador para cualquier dieta, de siempre.
Y recordé el frío que pasamos la noche de la entrada en circulación del euro, a las 0 horas del 1 enero del 2002. Ahí sigue, a los pies del BCE, el euro gigante que entonces se instaló. Jean-Claude Trichet nos tranquilizó, nos dijo que teníamos moneda única para rato, no quiso hablar de crisis del euro pero sí de la necesidad de encontrar mecanismos que no lo hagan vulnerable.
La nueva Alemania
Berlín fue nuestro último destino. Tenía mucho interés en conocer y hablar con Ulrike Guérot, la directora de la oficina en Berlín del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Había leído varios escritos de ella sobre la nueva Alemania y Europa. Fue tajante a la hora de asegurar que la Alemania unificada es diferente a la República Federal de Alemania de antaño, que el europeísmo sigue en vigor, que su país sigue anclado en Europa pero, al mismo tiempo, fue muy clara al decir que se acabó aquello de “la UE: todos de acuerdo y Alemania paga”.
“¿Sabe usted qué se siente cuando al final de una vida como sindicalista uno ve que deja tras de sí comedores de beneficencia?“
Quizás sea eso a lo que nos hemos de acostumbrar, a que Alemania no es la misma, a que en un momento determinado pegue un puñetazo en la mesa y ponga condiciones. Alemania ya no es la misma. Y los alemanes quieren que se sepa, quieren también que sus socios sepan que no son tan ricos como todos creen, que las cosas les van bien, pero que han sufrido unas muy duras reformas para superar la crisis y que también hay salarios bajos y empleo precario, y pobres, en el país más rico de la Unión.
“Vengo de una generación orgullosa porque en Alemania no se necesitaban comedores de beneficencia, porque teníamos estado social. Ahora, tenemos comedores de beneficencia. Yo mismo doy donativos. ¿Sabe usted qué se siente cuando al final de una vida como sindicalista uno ve que deja tras de sí comedores de beneficencia?”, nos dijo el jefe de los sindicatos alemanes, Michael Sommer. La frase me llegó al alma.
Pero todos, desde jóvenes hasta los más aviesos políticos, repetían que el compromiso de su país con Europa es inamovible, incluso algunos abogaban por una mayor integración. Recuerdo que al final de la entrevista con el exministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, me comentó que su hija está estudiando en España y que tiene un novio español. Sonriendo, le dije que la mía estudia en Múnich y que lo del novio alemán se andará. Nos quedamos unos segundos callados. En ese momento, nos dimos cuenta de que ellas son el mejor reflejo de la Europa que soñamos.