Honduras y Belice: 'La aventura garífuna'
- La etnia garífuna es el fruto del mestizaje entre africanos e indígenas americanos
- Sus características músicas son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
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La historia del origen de la etnia de los garífunas o “caribes negros” es tan apasionante y aventurera que bien podría cimentar el argumento de películas y novelas. Su recorrido vital es ante todo un canto al mestizaje.
En 1655 dos barcos españoles que llevaban esclavos a las Islas Occidentales naufragaron frente a la isla de San Vicente. Allí los esclavos que escaparon se mezclaron con los indios caribes que les ofrecieron protección.
Los recién llegados convivieron con los insulares en plena armonía, y se integraron en esta nueva sociedad manteniendo su cultura y prácticas ancestrales. Así nacieron los garífunas (que en la antigua lengua significa “hijo del Caribe”), fruto de la mezcla cultural africana e indígena.
Las comunidades posteriormente se extendieron por las costas centroamericanas (los asentamientos mayoritarios se encuentran en Honduras), al ser expulsados de San Vicente por los ingleses, con los que guerrearon durante más de 30 años.
Los caribeños poseen su propia lengua, que desciende de los antiguos dialectos de los indios arawak, y una música única en el mundo, declarada en 2001 por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
'In Memoriam' de Andy Palacio
En el documental de Patricia Ferreira, las principales voces de los ritmos garífunas explican los entresijos de su cultura. Los músicos Aurelio Martínez y Andy Palacio (fallecido en 2008) son los principales baluartes de estos ritmos ancestrales, que luchan por rescatar y mantener a través del tiempo.
Andy Palacio considerado un verdadero héroe nacional en Belice, alcanzó la fama a finales de los ochenta cuando se convirtió en el solista más conocido de su país, pero ante todo será recordado por la defensa de los derechos de su pueblo.
La orquesta de Andy Palacio, llamada "Colectivo Garífuna", inventó el punta rock, música inspirada en la danza tradicional caribeña. En una entrevista publicada antes de su fallecimiento, el músico contestó así a la pregunta de cómo le gustaría ser recordado tras su muerte: "Como un orgulloso miembro de los Garífuna... alguien que se siente honrado por serlo y ayuda a incrementar nuestra autoestima”.
El ritmo alegre de la melancolía
Por su parte, Aurelio Martínez, está considerado el perpetuador de los auténticos “parrandistas” (antiguos y genuinos músicos negros caribeños). La parranda casi como anuncia su nombre, tocada con guitarras y tambores, es un sonido festivo que como las viejas serenatas se tocaba de casa en casa.
“Nuestro ritmo es siempre de fiesta. Vemos incluso la tragedia desde una óptica alegre para no seguir sufriendo”, afirma el músico en la película La aventura garífuna. A pesar del tono vitalista, las canciones que sobre todo hablan sobre temas cotidianos (desengaños amorosos, “el loco del pueblo”, etc), a veces esconden un transfondo melancólico “porque las parrandas son muy personales”.
“Los garífunas son una mezcla de la cultura africana e indígena“
Es el caso del veterano músico Paul Nabor, que alcanzó su primer y sorpresivo gran éxito, con una melodía compuesta para el funeral de su hermana, o del propio Aurelio Martínez que desgrana en la mayor parte de sus letras el sentimiento nostálgico por un padre ausente.
Los garífunas tampoco dejan de lado el mestizaje que les caracteriza: “Nunca olvidaré África”, canta el solista, entre el repiqueteo incesante de unos tambores que no ocultan una base rítmica plenamente “negroide”.
Un espíritu indomable
La batalla por preservar este patrimonio es, en cierta forma, una manera de que no se pierda una forma de vida cada vez más amenazada, y en la que la música está presente en cada comunidad.
“Yo aprendí de niño aporreando una lata y mi primer juguete fue una guitarra. Me gustaría que los niños garífunas que tienen un talento musical enorme, pudieran disponer de buenos instrumentos para aprender”, asegura Aurelio Martínez sobre su lucha educativa.
“Mi primer juguete fue una guitarra (Aurelio Martínez)“
Los “caribes negros” (se estima que hay una población de unas 500.000 personas) sobreviven actualmente con una economía basada en la pesca tradicional, cada vez más escasa al no poder enfrentarse a las modernas técnicas de captura. También obtienen ingresos de la agricultura, dónde sobre todo las mujeres cultivan Ñame, plato principal de su dieta.
También realizan afanosamente pan de coco que luego venden a los turistas, “aunque ya casi no nos compran porque los grandes hoteles acaparan a los visitantes”, aseguran en el documental.
Una cultura basada en el respeto al entorno, que tiende a extinguirse, porque muchos de sus miembros emigran a EEUU en busca de la prosperidad. No está todo perdido, los garífunas siempre hicieron gala de un espíritu indomable y combativo. No en vano, son los únicos negros americanos que no descienden de esclavos.