'En Portada'. "Paraguay: las entrañas del Cóndor"
- En Portada viaja a Paraguay para seguir el rastro de la 'Operación Cóndor'
- Iniciativa chilena, coordinó la represión de las dictaduras del cono sur americano
- El programa relata el hallazgo de los archivos que permitieron documentarla
FICHA TÉCNICA:
Guión: Yolanda Sobero
Realización: José Jiménez Pons
Imagen: José M. Ballano
Sonido: Gemma García Sáez
Montaje: Joaquín Alderete Guzmán
Pese a su distancia geográfica, Paraguay y Guatemala comparten algunas trágicas características. En la segunda mitad del siglo XX, sufrieron dictaduras militares, respaldadas, ante los ojos de Washington, por su feroz anticomunismo, cualquier oposición y disidencia fue reprimida sin miramientos y sus pueblos indígenas sufrieron el genocidio. Todo ello en medio del silencio o la indiferencia internacional. Además, tanto en Asunción como en Ciudad de Guatemala, instalaciones policiales, aparentemente sin mayor importancia, escondían enormes archivos que documentan aquellas tragedias.
Paraguay y sus "vuelos de la muerte"
En el conjunto suramericano, Paraguay parece un país menor, poco conocido y que no suele atraer la atención de los extranjeros. Por ello, durante la dictadura del general Alfredo Stroessner, la más larga del continente, se consideró el escondrijo ideal para criminales de guerra nazis y para emprender formas de represión que, más tarde, serán implementadas por otros regímenes dictatoriales.
El stronismo siempre estuvo abierto a la colaboración con servicios de seguridad de los países vecinos para controlar y acabar con sus enemigos más allá de las fronteras paraguayas y fue pionero en los ‘vuelos de la muerte’, en los que los ‘subversivos’ eran arrojados vivos desde aviones con el objetivo de sembrar terror entre la población.
Una especie de 'Mercosur' de la represión
La represión, envuelta en el manto del anticomunismo, casaba plenamente con la Doctrina de Seguridad Nacional norteamericana y sus grandes aliados fueron Washington y Brasil. Cuando ya prácticamente todo el continente está gobernado por dictaduras militares, el Paraguay de Stroessner cuenta con años de experiencia que aportan al llamado ‘Operativo Cóndor’, iniciativa de la dictadura de Pinochet a la que se suman sin dudarlo Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia. El Operativo fue una especie de Mercosur de la represión, permitió perseguir, torturar, asesinar y desaparecer a cualquier ‘subversivo’ más allá de las fronteras nacionales.
Ante los miles de desaparecidos, las respuestas de las fuerzas de seguridad, militares y policiales, si es que las daban, solían ser las mismas: no se tiene constancia de la detención, se desconoce su paradero, quizás se haya ido del país… Incluso decían que todo era fruto de la imaginación o del afán de algunos de buscar teorías conspirativas.
Las otras 'madres de Mayo'
En la Plaza de Mayo de Buenos Aires, las madres comienzan a reclamar "con vida se los llevaron, con vida los queremos". Entre ellas, desde el primer momento, hay paraguayas, como Idalina de Tatter, incansable luchadora por la verdad y la memoria de su marido, Federico Tatter, desaparecido en Buenos Aires el 15 de octubre de 1976, o Esther Ballestrino, uruguaya-paraguaya, a quien secuestraron a su hija embarazada y dos yernos. El 8 de diciembre de 1977, junto con otras once personas del grupo, fue identificada por Alfredo Astiz, secuestrada y desaparecida.
Pero, a medida que pasaba el tiempo, nada se sabe de los desaparecidos. Los testimonios de los supervivientes dan cuenta de las últimas pistas y la certeza de su muerte es irreversible. Queda la reivindicación de su memoria y, sobre todo, de la justicia. Pero los tribunales exigen pruebas y, paradójicamente, los propios victimarios aportarán, sin quererlo, quizás cegados por su propia impunidad, algunas fundamentales.
Los 'Archivos del terror'
Buena parte de las pruebas son localizadas gracias a la tenacidad de un ex preso político de la dictadura de Stroessner, Martín Almada, y de un joven juez que, ya en la transición paraguaya, presenta un habeas data y va a unas instalaciones policiales en las afueras de Asunción, en Lambaré, exigiendo la apertura del lugar donde, según les han informado, han sido trasladados importantes documentos del temido Departamento de Investigaciones. Y, roto el candado, tras una puerta se encuentran miles de documentos, informes, fotos, fichas. La prensa paraguaya, testigo del hallazgo, se apresuró a divulgar su contenido y los bautizó como los ‘Archivos del Terror’. Allí están todas las pruebas y no sólo de la represión del stronismo. Entre los miles de papales, están los documentos fundacionales del Operativo Cóndor.
Allí aparecen los documentos probatorios de las detenciones arbitrarias, de las torturas, de los secuestros, de las desapariciones de miles de paraguayos, como Luis Casabianca, Emilio Barreto y Antonio Pecci. Las pruebas del Operativo Cóndor en Paraguay, como las fichas de los argentinos Marta Landi, Alejandro José Logoluso, José Nell, y los uruguayos Nelson Santana y Gustavo Inzaurralde. Detenidos en Asunción e n marzo de 1977 y todos ellos desaparecidos. Dos meses más tarde, con la fórmula burocrática habitual, ‘elevar informe’, el director de Política, el comisario Cantero, da cuenta de su entrega a oficiales del Servicio de Inteligencia del Ejército argentino y su traslado a Buenos Aires en un avión de la Armada Argentina.
El testimonio de los supervivientes
Sus compañeros de presidio en el Departamento de Investigaciones, Lidia Cabrera, Sotero Franco y Gervasio Snead, dan testimonio de sus torturas, de su sufrimientos, de sus últimas horas antes del traslado, de su certeza de que si los llevaban a Buenos Aires, los mataban. A su vez, Lidia y Sotero son también víctimas del Operativo Cóndor: detenidos y torturados por fuerzas argentinas en Misiones son entregados clandestinamente a la policía paraguaya. O como el doctor Agustín Goiburu, asesinado en presencia de Stroessner, y cuyo hijo, Rogelio Goiburu, coordina ahora la búsqueda de los restos de los desaparecidos, entre los que espera hallar los de su padre. Es la ruta que, como otros muchos, también sufre la doctora Gladys Sannemann, quien sufre otro nuevo traslado, junto a su hija Ruth, a la ESMA de Buenos Aires, donde, el casual encuentro con un uniformado que la conoce porque ha operado y salvado a su madre, le advierte del destino que las espera, la muerte, y le deja abierta una puerta para que pueda llamar a alguien para que las salven de engrosar la lista de desaparecidos.
A todos ellos, nuestro sincero agradecimiento por su colaboración desinteresada y por su firme compromiso con la libertad y la justicia.