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La Noche Temática. "Afganistán: diez años de guerra"

  • Un reportero convive durante dos semanas con un grupo de insurgentes
  • Graba su día a día: su  tiempo de ocio, la formación, la fabricación de bombas...
  • Afganistán se ha convertido en el primer productor de opio y heroína del mundo
  • La Noche Temática se adentra en la realidad afgana

Por
La Noche Temática - Afganistán: 10 años de guerra - Avance

FICHA TÉCNICA

“Afganistan: detrás de las líneas enemigas”

2010 - Reino Unido - 52'

Dirección: Jamie Doran

Producción: Clover Films

Calificación: Todos los públicos

"La ruta del opio afgnao"

2009 - Reino Unido -43'

Dirección: Mehran Bozorgnia

Producción: Bozorgnia Film en colaboración con Journeyman Pictures

Calificación: Todos los públicos

En octubre de 2001 Estados Unidos invade Afganistán en respuesta a los atentados del 11-S. El objetivo era encontrar a Osama Bin Laden y otros dirigentes de Al Qaeda y derrocar al régimen talibán. Diez años más tarde la guerra continúa.

Hombres Muyahidin procedentes de Afganistán, Yemen, Arabia Saudí y otros países árabes, se unen a la Yihad para expulsar a americanos y europeos. Los insurgentes son bien recibidos entre los vecinos que pagan sus impuestos a estos hombres y no al gobierno.

Afganistán se ha convertido en menos de una década en el primer productor de opio y heroína del mundo, los talibanes también son subvencionados con el dinero de la droga.

La Noche Temática se adentra en la realidad afgana a través de dos documentales: "Afganistan: detrás de las líneas enemigas" y "La ruta del opio afgano".

“Afganistan: detrás de las líneas enemigas”

En el momento de rodarse este documental, un nuevo frente de batalla se abría en Afganistán.  Miles de  soldados talibanes y muyahidín se trasladaban al norte del país. Su  objetivo: bloquear la principal ruta de abastecimiento de las tropas  de la coalición occidental, el camino de Kunduz a Baghlan. Por su parte  las fuerzas de la ISAF intentaban contener a los insurgentes.

"Afganistán: detrás de las líneas enemigas" hace el seguimiento de un grupo de Muyahidin. Acompaña en su misión a  los enemigos de las tropas de la Coalición Internacional, accediendo por  primera vez a los combatientes que colocan minas en las carreteras para  atacar a los tanques y los convoyes en el camino.

El reportero Najibullah Quraishi pasó dos semanas con el Grupo Central de los insurgentes y pudo comprobar que a sus filas llegan hombres desde todos los puntos de Afganistán y desde otros países islámicos. Se sabe que entre  las facciones más peligrosas y fanáticas involucradas en la guerra hay chechenos, árabes - de Yemen y Arabia Saudí principalmente - y otros combatientes extranjeros  con estrechos vínculos con Al Qaeda y Osama Bin Laden.

Capta su  tiempo de ocio, la formación y la fabricación de bombas. Incluso se une a ellos mientras lleva a cabo una operación para atacar a los tanques y los convoyes en el camino.  Los graba en su día a día: preparando bombas, conviviendo, bañándose, comiendo, estableciendo estrategias de ataque y en pleno tiroteo. El grupo, formado por unos 4.000 talibanes, se desplaza de pueblo en pueblo y nunca duerme dos noches en el mismo lugar.

“La ruta del  opio afgano”

El opio ha sido siempre un componente de la economía afgana, sirviendo como moneda y fuente de ahorro. El cultivo ha seguido aumentando a pesar de los intentos del gobierno afgano y de la presión de los países extranjeros consumidores. El opio se ha convertido en el único medio de subsistencia para millones de campesinos afganos que no tienen alternativa para alimentar a los suyos.

Ahmad Ollah tiene que mantener a 18 miembros de la familia. Su opio está a la venta, espera unos 40  dólares por kilo de su última cosecha. A pesar de sus ruegos, 34 dólares es el mejor precio que puede obtener de los enviados del señor de la droga.

Mansur Khan es el hombre que hay detrás de esta oferta. De complexión fuerte, con aire muy relajado y una autoridad de la provincia, sus 400 hombres le han jurado lealtad incondicional y están dispuestos a morir por él. Una vez más, Mansur manda  un cargamento de varios cientos de kilos  a Irán, 500 kilómetros les separa de la frontera con Irán.

Al inicio del viaje hay que cruzar el río Helmand. "No es fácil viajar a bordo de una balsa con un lanzagranadas sobre el hombro",  se queja uno de los contrabandistas. En el otro lado se unen a una caravana de camellos. A continuación, un convoy de vehículos se encuentra con ellos, armados con equipos de visión nocturna para viajar en la oscuridad de la noche.

En la provincia de Helmand, la anarquía abunda y los jóvenes adictos a la heroína son cada vez más.  La mayoría de los adictos en Afganistán son menores de 20 años. Es un problema que está desestabilizando aún más el país y está amenazando las estructuras y tradiciones tribales. "Muchos estudiantes son adictos a las drogas, o han desperdiciado su dinero en el juego", se lamenta un profesor.

En el lado iraní de la frontera nos enteramos de las tácticas casi inútiles para bloquear las caravanas interminables por las montañas. Se construyen muros de contención, se desvían ríos, se cavan pozos, cualquier cosa para hacer el paso infranqueable. Para los contrabandistas prisioneros su destino es fatal: con más de cinco kilos de opio crudo se enfrentarán a la pena de muerte.