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"Mi reino por un caballo", de pareja en pareja

Los planes de Dani y Roberta

  • Antonia San Juan y Luis Miguel Seguí, en De cintura para abajo
  • Más conflictos de pareja con Dani y Roberta, del neoyorquino J. P. Shanley
  • El gran inquisidor es un pequeño relato de Dostoievski, de gira por España
  • Mi reino por un caballo se ha emitido el 16 de abril, a las 20.00 horas, en La 2

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Mi reino por un caballo - 16/04/12

El teatro, en La 2

Arantxa Vela dirige la revista especializada en danza y teatro de La 2 de TVE.

Mi reino por un caballo es un programa sobre actualidad de las artes escénicas que se emite en La 2 de TVE los lunes, a las 20.00 horas, y también la noche del domingo al lunes a las 00.00

Un amigo me explicó, sin proponérselo, por qué a mí nunca me habían gustado las obras, sean teatrales, literarias o cinematográficas, "bien hechas".

Me refiero con "bien hechas" a esa factura que se puede explicar con una teoría de fabricación que precede a la obra y que todos aseguran que funciona, es decir, que ha funcionado.

El escritor se convierte, entonces, en una especie de relojero que va ordenando las piezas de su máquina para que pase lo que ya sabe que pasará

El escritor se convierte, entonces, en una especie de relojero que va ordenando las piezas de su máquina para que pase lo que ya sabe que pasará, el reloj marcará las horas.

La sorpresa sólo existiría en el caso de no lo hiciera. Este amigo me dijo que lo que está escrito sólo desde ese control consciente no estaba investido de libido.

Y, mira tú por dónde, entendí por fin la razón por la que siempre me he sentido lejos de lo correcto.

A veces no se puede criticar un trabajo porque todo apunta a que está bien construido y yo, precisamente por eso, porque reconozco cosas que ya he visto, me aburro. Hay gente que es feliz con la repetición. Parecen alegrarse al encontrar lo que saben en lo que están viendo y se tranquilizan.

Todo sigue bien, todo sigue como estaba. Yo no soy así.

Dani y Roberta, en el Español

De "Dani y Roberta", la obra de John Patrick Shanley que aún se puede ver en la sala pequeña del Teatro Español, me gustaron mucho las escenas de amor porque no parecían seguir ningún plan.

La manera en la que esos dos personajes asustados y temerosos conseguían, por fin, ser buenos el uno para el otro, me enterneció por lo que tenía de casual.

Muchas eran las cosas que podrían haberse dicho para acercarse, pero el que fueran ésas y no otras era lo que daba un valor personal, lo que hacía pensar que estaban investidas con la libido del autor.

Por si alguien no conoce esta expresión psicoanalítica, quiere decir, más o menos, que el autor vuelca sobre lo que está escribiendo algo que tiene que ver con él y sólo con él, que tiene que ver con su deseo, y así  caracterizaría el texto convirtiéndolo en único, en propio solamente de la persona que lo escribe.

Lo que lo alejaría del engranaje del reloj, de la pieza prefabricada. Lo sorprendente es, entonces, que funcione, que conecte con el espectador porque es nuevo, particular y no una pieza de un mecanismo que sabemos de antemano lo que va a hacer.

No pensaba que iba a hablar de esto al escribir sobre Dani y Roberta.

Cuando me senté en el ordenador creí que este artículo iba a tratar sobre la pareja, pero me he distraído.

Quizá aún pueda decir lo que pensaba que iba a contar. Tenía que ver con los miedos que nos genera el amor.

Esas pequeñas cosas

Nos pasamos la vida buscando otro que haga por nosotros lo que no somos capaces de hacer nosotros mismos o nos pasamos la vida buscando otro que nos ayude a atrevernos a ser como queremos ser.

Esa apuesta por la letra pequeña nos crea la ilusión de estar asomándonos a la vida cotidiana de cualquiera. De la nuestra, por ejemplo

Porque, como un día leí en un artículo sobre fútbol que escribía Jorge Valdano, el del Madrid, hay jugadores que no son constantes en su rendimiento pero que tienen un genio que hace que se les ocurra aquello que en lo que no caen los demás, que ven jugada donde nadie la ve y que ese genio caprichoso, imposible de planear, sólo podía salir si el jugador contaba con el apoyo y la confianza del entrenador y del equipo, porque –explicaba Valdano- no es posible atreverse sin sentirse querido.

Algo hay en la puesta en escena de Dani y Roberta,  provenga de la habilidad del director,  Joan María Gual,  del buen hacer de los actores y/o de los diálogos que construyen los encuentros y desencuentros de los personajes, que es personal.

Esa apuesta por la letra pequeña nos crea la ilusión de estar asomándonos a la vida cotidiana de cualquiera. De la nuestra, por ejemplo.

Y vuelvo sin querer al principio. A lo mejor, por esta razón es tan difícil encontrar trabajos investidos con la particularidad del que los hace, porque no cuentan, de antemano, con la aprobación de nadie y lo sorprendente sería que funcionaran y no que no lo hicieran.

Acabado el artículo, veo que tampoco era esto lo que tenía pensado contar. Lo planeado se ha quedado en el tintero. Igual es que ése era su sitio.