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"Mi reino por un caballo" visita un arriesgado montaje contemporáneo en el Teatro Real

Marina Abramovic y Julio César

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  • Mi reino por un caballo, emitido el lunes, 23 de abril, en La 2

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Mi reino por un caballo - 23/04/12

El teatro, en La 2

Arantxa Vela dirige la revista especializada en danza y teatro de La 2 de TVE.

Mi reino por un caballo es un programa sobre actualidad de las artes escénicas que se emite en La 2 de TVE los lunes, a las 20.00 horas, y también la noche del domingo al lunes a las 00.00 horas.

Tenía todos los prejuicios del mundo, lo confieso. Marina Abramovic, una performer serbia que tortura su cuerpo en público, llama al director tejano Bob Wilson para que le organice su funeral.

No sé si es frecuente tener en la adolescencia fantasías acerca de  ver a los que quedan vivos después de haber muerto joven y saber cómo les afecta tu desaparición, pero lo de la Abramovic me sonó a eso. ¡Vaya afán de protagonismo! –pensé.

Si Julio César escribía sus hazañas en tercera persona para dar relevancia a su figura, la Abramovic quiere que otros artistas hablen de ella, de su vida, de su trabajo o de su muerte

Así que lo primero que le pregunté en la entrevista fue de dónde surgía la necesidad de ver su propia vida a través de los ojos de otro.

Y me lo dijo. Si Julio César escribía sus hazañas en tercera persona para dar relevancia a su figura, la Abramovic quiere escapar del ámbito doméstico colaborando con otros artistas (ésta es la sexta experiencia) para que hablen de ella, de su vida, de su trabajo o de su muerte.

Lo único que puedo decir es que funciona. El artista escogido en esta ocasión ha sido Robert Wilson y la tercera persona que él genera resulta especialmente afortunada por la diferencia que hay entre él y la performer.

Si la Abramovic violenta su cuerpo y se desgarra delante de todos, Wilson, frío, esteta, creador de mundos imposibles, escultor del tiempo, frío como su propia madre y como la de la Abramovich, consigue, desde la distancia que plantea como contador de historias, hacer de esa vida llena de horror infantil e intensidad emocional, un cuento elegante al que uno se asoma con curiosidad para conocer a Marina la niña que tuvo la primera lavadora de Belgrado, a Marina la mujer que recorre la muralla China con su amante para despedirse del amor, a la Madre de Marina, a los hombres que se relacionaron con Marina encarnados por Willem Dafoe que, aparte de sus capacidades interpretativas, hace gala de una memoria más que relevante.

algunos le achacan a Wilson parecerse siempre y tanto a sí mismo

Sé que algunos le achacan a Wilson parecerse siempre y tanto a sí mismo. Yo lo hago también a veces, lo confieso.

Me sorprende que con el paso de los años no cambie, pero es tan bueno siendo él  que ha conseguido enriquecer y salir enriquecido al tratar con un material que no se le parece en nada.

Wilson es tan bueno siendo él que ha conseguido enriquecer y salir enriquecido al tratar con un material que no se le parece en nada

Si no fuera por su empeño en no mostrar emociones en escena para que lleguen al patio de butacas por la comprensión o por la hipnosis estética con la que nos envuelve, ver cómo se desgarra la Abramovic con los acontecimientos de su propia vida, hubiera dado sensación de autocomplacencia, porque complacerse con el propio dolor, con el sufrimiento que ya nos pasó, parece un acto adolescente, adolece de vanidad, egocentrismo y, si se me permite, de pequeñez.

De pequeñez porque es sólo el juego de uno cuya carga de intensidad excluye a los otros que no pueden sumarse a un desgarro del que sólo pueden ser espectadores.

me parece un acierto que la Abramovic llamara a Bob Wilson, porque Bob Wilson convirtió un funeral en vida

Un día después de la rueda de prensa de Vida y Muerte de Marina Abramovic entevisté al director británico Declan Donnellan y me dijo algo que viene ahora al caso. Me contó que a él no le conmueve la gente que se quiere morir, le conmueve la gente que quiere vivir.

Por eso me parece un acierto que la Abramovic llamara a Bob Wilson, porque Bob Wilson fue el que se empeñó en engrandecer lo que, en principio, iba a ser sólo un funeral y lo convirtió en vida, y consiguió que la pena de Marina pudiera servir de recipiente para la pena de muchos otros que buscan salir de ella para poder seguir viviendo.