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Los musicales están de moda. ¿Cómo se importan los ajenos y se generan los de aquí?

Delirios musicales

  • Julio Manrique trae Cosas que hoy decíamos, una comedia agria y lúcida
  • De la dureza de las relaciones humanas trata Hurlyburly de David Rabe
  • Las salas alternativas se organizan a nivel europeo para capear la crisis
  • Mi reino por un caballo, emitido el lunes, 7 de mayo, en La 2

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Mi reino por un caballo - 07/05/12

El teatro, en La 2Arantxa Vela dirige la revista especializada en danza y teatro de La 2 de TVE.

Mi reino por un caballo es un programa sobre actualidad de las artes escénicas que se emite en La 2 de TVE los lunes, a las 20.00 horas, y también la noche del domingo al lunes a las 00.00 horas.

Que vaya por delante que me he criado viendo bailar a Gene Kelly y Fred Astaire, que fui feliz, una y otra vez, con el baile del granero de "Siete novias para siete hermanos" y que nunca podré olvidar cómo Cyd Charise se acercaba a Astaire a oleadas, or in sections, dependiendo de si la versión de las "Melodías de Broadway" era original o doblada.

arrancarse a cantar o a bailar cuando en la realidad, entendiendo por realidad el mundo en le que te juegas los cuartos y los afectos, resultaría patético

Vaya por delante porque no sé donde va a acabar este delirio y no quiero que nadie piense que yo denuesto el teatro o el cine musical. A mí, que alguien pare la acción y se arranque a bailar o a cantar, no sólo me parece normal sino que hasta me puede resultar envidiable.

Ojalá pudiera yo entonar con dignidad un buen "Stormy Wheather, there´s no sun up in the sky" cuando se me rompe el corazón o gritar un "Don´t rain on my parade" cuando algún sombrón pretende empañarme un buen día.

Y ahí está lo que me interesa, en arrancarse a cantar o a bailar cuando en la realidad, entendiendo por realidad el mundo en le que te juegas los cuartos y los afectos, resultaría patético.

Y es que es eso lo que tiene que ver con el arte. Lo que no resulta razonable, lo que sería el resultado de estilizar la realidad, de darle a la realidad, estilo. Estilo y distancia. Anda que no ayuda a una declaración de amor el I´m gonna love you like nobody´s loved you come rain or come shine de la Garland.

Fiebre por el musical

Dicho esto no puedo evitar que esta fiebre por el musical que invade nuestros teatros me genere más que alegría, cierto desasosiego.

Y me lo genera porque me suena antiguo, me suena a algo que ya pasó, me suena a algo que nos es de aquí, me suena a franquicia y franquicia me suena a negocio.

Fred Astaire confesaba que él y Ginger Rodgers nunca pensaron que su trabajo fuera a perdurar en la memoria de nadie y mucho menos en la historia

No quiero poner en duda la calidad del trabajo de todos aquellos que intervienen en estos espectáculos. Nada más lejos de mi intención que criticar su labor, es más bien el fenómeno lo que me genera desconfianza.

Recuerdo un documental en el que Fred Astaire confesaba que él y Ginger Rodgers nunca pensaron que estaban haciendo nada del otro martes cuando rodaban sus películas. (Muchas de ellas, salvo por los números musicales, efectivamente, no eran nada del otro martes) Ellos iban a trabajar –contaba- y nunca imaginaron que eso fuera a perdurar en la memoria de nadie y mucho menos en la historia.

Ese pensamiento me resulta contrario, y no es por faltar a nadie pero contrario es, a lo que estamos viviendo en la actualidad. Ahora, países como el nuestro importan productos de éxito a los anglosajones.

Es decir, los productores ya saben que eso funcionó ante un público exigente, lo ponen en escena y lo anuncian como éxito antes incluso de que se venda la primera entrada.

No es que eso tenga que ver con el negocio, es que tiene que ver con el negocio seguro y a mí… me rechinan los dientes.

Estoy segura de que siempre los grandes musicales (porque los musicales siempre fueron grandes) tanto en cine como en el teatro, tenían vocación de triunfo.

¿A nadie se le ha ocurrido pensar que esos musicales antiguos tenían cierto parentesco con la zarzuela?

Producirlos costaba lo suyo, así que como para no tenerla. ¿Entonces por qué me inquietan tanto los musicales que importamos? ¿Porque los importamos?

Claro que si ése fuera el defecto, ¿cómo justifico yo mi pasión por el musical americano que yo veía en mi infancia? Si ése fuera el defecto, no deberíamos escuchar pop, ni rock, ni jazz, ni música hindú. Y me vuelvo a preguntar ¿por qué siento esa desconfianza? ¿Es un prejuicio de alguien que añora a Stanley Donen y a Vincent Minelli?

Voy a cambiar de tercio y a lanzar otra pregunta. ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que esos musicales antiguos como OklahomaMagnolia or Show Boat, etc tenían cierto parentesco con la zarzuela? ¿Las voces de Nelson Eddy, Howard Keel o Janettte MacDonald no se parecían acaso a la de nuestros intérpretes líricos?

Y otra pregunta delirante. ¿Por qué este género tan peculiar sigue sobreviviendo en los teatros y, en cambio, en cine cuesta tanto que se vuelvan a producir? ¿Los rechazaría el público?

¿Por qué este género tan peculiar sigue sobreviviendo en los teatros y, en cambio, en cine cuesta tanto que se vuelvan a producir?

Sé que no he hecho más que preguntas y es que no tengo respuestas. Supe que era pobre cuando llegué un día muy, muy tarde a casa y escuché a Topol cantando "Si yo fuera rico", que el otro día echaron Gigi en la tele y tarareé todos los finales de estrofas y que adoro a los Minelli, padre, hija y espíritu santo; pero que, a pesar de eso o quizá por eso, me cuesta ir al teatro a ver un musical importado.

Pero nadie tiene por qué hacerme caso. Serán cosas de niños.

En el programa...

Los musicales están de moda. Analizamos este fenómeno en un largo reportaje en el que intentamos averiguar cómo se importan ciertos espectáculos y cómo se generan lo de producción propia.

Julio Manrique trae al teatro La Abadía de Madrid "Cosas que hoy decíamos". Un texto del dramaturgo y cineasta norteamericano Neil Labute, que escribió en parte durante un taller en la barcelonesa Sala Beckett. 

Tres escenarios, tres restaurantes, encuentros, reencuentros y desencuentros amorosos. Una comedia agria y lúcida.

Las salas alternativas se organizan a nivel europeo para capear la crisis y distribuir sus espectáculos

También de la dureza de las relaciones humanas trata Hurlyburly del dramaturgo David Rabe. Cuatro hombres solteros destructivos y autodestructivos dedican su existencia a consumir placeres inmediatos.

Las salas alternativas se organizan a nivel europeo para capear la crisis y distribuir sus espectáculos. En Valencia, Espacio inestable, capitanea este movimiento.

Comienza en Madrid el Festival de Otoño en Primavera. Destacamos en una breve agenda los espectáculos más reseñables.