Viktor Ambrus, un hombre atormentado por los demonios del pasado
- El húngaro soñaba con cambiar su destino y huir de su oscuro pasado
- Su esposa Angélica fue la única que le hizo feliz y por ella se quitó la vida
Viktor Ambrus es uno de los personajes más misteriosos de la séptima temporada de Amar en tiempos revueltos. Casado con Angélica Valdés, se instalaron en España en 1956 buscando una nueva vida, huyendo del comunismo húngaro. Ambrus abrió una tienda de antigüedades con su mujer en Madrid, en la céntrica Plaza de los Frutos, pero en realidad era una tapadera para deshacerse de una parte de su pasado, la misma por la que se quedó postrado en una silla ruedas.
Una historia de sufrimiento
La vida de Víktor Aumbus no fue fácil, siempre marcada por el terror y el infortunio. El húngaro vivió el nazismo, la II Guerra Mundial y rebelión comunista, un doloroso y oscuro pasado que ni su mujer conocía o no se atrevía a descubrir. Ambrus fue diplomático en su país antes de ser ocupado por la Unión Soviética, durante el régimen del almirante Horthy, lo que le persiguió hasta que logró salir de Hungría.
Viktor y Angélica, cuyo matrimonio era peculiar, llegaron a Madrid con lo puesto prácticamente, pasando incluso por penurias económicas, aunque no lo demostraban de puertas para fuera. Pero el anticuario escondía un tesoro, su seguro de vida, un valiosísimo sello que pretendía vender a algún coleccionista millonario para empezar una nueva vida.
Su miedo le persigue
Un sello único manchado con la sangre de Peter Rubik, un antiguo camarada de Ambrus. El anticuario y su compañero se enfrentaron en un tiroteo para hacerse con el sello en el que Rubik perdió la vida y Ambrus quedó paralítico.
Las pesadillas del húngaro parecían premoniciones porque el peor de sus miedos se hizo realidad: "los muertos volvieron de su tumba" para vengarse. Peter Rubik, bajo la identidad falsa de Salvino Figueroa Peralta, llega a Madrid para cumplir una misión de la policía secreta de Hungría, aunque su mayor motivación es recuperar el sello por el que casi pierde la vida y ajustar cuentas con su antiguo "amigo".
Fue a partir de entonces cuando Ambrus perdió los papeles, su estado de nervios aumentó y el miedo al que juró matarle no le dejaba dormir. No solo temía por su vida, si no también por la de Angélica, con la que pagó su frustración por no poder escapar de una ejecución anunciada.
Pero Viktor es un superviviente, capaz de dar la vuelta a la situación a pesar de estar en inferioridad de condiciones. Rubik no contó con la astucia y sangre fría de Ambrus minutos antes de su muerte, capaz de tumbar a su enemigo y matarlo con sus propias manos.
Un destino fatal
El anticuario por fin había conseguido librarse de los demonios del pasado y planeaba marcharse de España, comenzar por otra vida lejos de todo el sufrimiento. Estados Unidos era su primera opción pero debido a su supuesta vinculación con el Comunismo (aunque era opositor) tuvo que buscar otro destino: Argentina.
Y la fatalidad jugó de nuevo en contra de Viktor, una enfermedad degenerativa unido a su discapacidad le hacía ser una persona totalmente dependiente, algo que le quemaba por dentro porque no quería ser una carga para Angélica, a la que quería ver feliz, libre, disfrutando de la vida.
Viktor tomó una decisión muy difícil, quitarse la vida, pero no como acto de cobardía, si no de generosidad hacia Angélica. Antes de desaparecer dejó todos los cabos bien atados, confesando que él era el único autor de la muerte de Salvino Figueroa, desvinculando a su mujer del crimen.
El suicidio de Viktor Ambrus sorprendió al barrio de Chamberí y destrozó la vida de Angélica Valdés, que se sintió responsable de todo lo sucedido.