En Portada. "La Europa que viene, 2ª parte"
- En 2001se intuía como posible la ampliación al centro y al este de la UE
- En Portada recorrió entonces los países candidatos para trazar su perfil
- El resultado de aquellos viajes se tradujo en dos reportajes
- El guionista del segundo de ellos comparte sus impresiones del rodaje
- Este verano recuperamos ambos como trabajos del mes en la web de EP
En el claro de un pequeño bosque de Lituania hay una enorme roca que señala, según el Instituto Geográfico de París, el centro geográfico de Europa: 50º 54' longitud Este, 25º 19' latitud Norte.
Durante el rodaje de «La Europa que viene, 2ª parte» la encontramos medio abandonada y olvidada. Aquel centro geográfico de Europa estaba a miles de kilómetros del verdadero centro político europeo, en la capital de Bélgica. No era esta lejanía geográfica la única razón por la que los llamados países del Este querían que aquel punto de decisión política de Bruselas se desplazara un poco más hacia esa roca, hacia su zona de influencia.
Para comenzar ese anhelado acercamiento y conocer mejor a la próxima (en sus acepciones temporal y espacial) Europa, el equipo de En Portada, integrado por la realizadora Pilar Larrea, el cámara Manuel Zúñiga, el sonidista Francisco Brioles y el periodista que les escribe, comenzamos nuestro viaje al norte de los países Bálticos en una ruta hacia el sur que acabaría en Malta. Nuestro propósito era conocer mejor a nuestros vecinos de siempre y futuros socios.
Los tres estados bálticos
“Estonia, un país pionero en la informatización de su administración“
Estonia nos sorprendió por su modernidad. En su administración pública no existían los trámites en papel y todo estaba informatizado: hasta las reuniones de su Consejo de Ministros se hacían mediante ordenadores y las decisiones y acuerdos se publicaban inmediatamente en Internet.
Era el primer gobierno del mundo en utilizar estos sistemas que suponían un ahorro en papel de 200.000 euros de la época. Sus bosques, por tanto, estaban casi intactos y la tala de árboles prohibida por ley. Sus fuerzas armadas estaban nutridas por el voluntariado y el ancestral temor a la Rusia invasora se deseaba mitigar con la entrada del país en la OTAN.
“La integración en la UE, un antídoto frente al temor a revivir un pasado de violencia e invasión“
En Letonia, como en Estonia, la entrada en la Unión Europea era como un antídoto frente a ese temor a revivir un pasado de violencia e invasión. Todavía quedaban vestigios visibles del aquel pretérito soviético en plazas, calles y paseos junto al río Daugava que los letones no quieren eliminar porque -sostienen- son parte de su historia. No obstante, las políticas integradoras comenzaron con unos programas de aprendizaje del idioma autóctono destinados a la nueva población ruso parlante, nacida en los países bálticos, pero de padres rusos.
Al llegar a Lituania por carretera desde Riga un enorme calvario sobrecoge al viajero. Es un inmenso Gólgota plagado de cruces y rosarios, que los soviéticos intentaron destruir una y otra vez y que por este motivo los lituanos lo consideran hoy el símbolo de su país. Esta es la única nación de los tres pequeños estados bálticos que es católica.
“Lituania, el país que más dependía de la energía atómica del mundo“
La Iglesia lituana, favorable a la integración europea, tenía una enorme influencia en la sociedad, como lo ha tenido en todos los campos Polonia sobre Lituania dada su proximidad geográfica. Lituania era el país que más dependía de la energía atómica del mundo, y cuando se produjo la integración en la Unión, la central nuclear de Ignalina, de fabricación soviética y con uno de sus reactores idéntico a los de Chernóbil fue una fuente inagotable de conflictos en la negociación con Bruselas.
Del sueño de Stoker a la cruda realidad rumana
Llegar a Rumanía era encontrarse con la leyenda de Vlad Tepes. Y hacia su fortaleza imaginada de Bran llegamos una noche terrible de redonda luna a la que negras nubes arropaban con el manto del miedo.
Sobre aquel sueño de Stoker, los rumanos imaginaron levantar un gran parque temático al que iban a destinar 40 millones de euros y crear miles de puestos de trabajo. Pero los derechos de Drácula eran de Hollywood y no de Rumanía, y el sueño se deshizo.
La cruda realidad rumana, pues, se impuso al mito: privatización de unas tierras agrícolas que antes eran del Estado, inseguridad ciudadana, graves problemas de mendicidad infantil y adopciones ilegales de niños, orfanatos inadecuados, problemas con la integración de la raza gitana, desempleo, emigración.
Las reformas titánicas de Simeón de Bulgaria
“Rumania y Bulgaria, dos países hermanos que casi siempre se han dado la espalda“
El puente de la Amistad cruza el Danubio y une Rumanía con Bulgaria. Un bello nombre para dos países hermanos que casi siempre se han dado la espalda. En la república de Bulgaria encontramos al antiguo rey Simeón de Sajonia Coburgo en el cargo de primer ministro intentando unas reformas titánicas para acceder a la Unión que no supo terminar. Entre ellas la privatización y reconversión de la industria, enfocada a la fabricación de armas para el antiguo COMECOM, la lucha contra la corrupción alimentada por la venta de empresas estatales y los cambios en el sistema judicial.
Turquía y el 'club cristiano'
En nuestro itinerario quisimos asomarnos someramente a la realidad de Turquía, país asociado con la Unión y candidato, entonces, a la integración. La religión musulmana profesada por la inmensa mayoría de la población, los problemas económicos de entonces, los altos niveles de corrupción y la presencia de parte de sus tropas en la zona norte de Chipre imposibilitaron su ingreso en el que ellos mismos bautizaron como club cristiano.
El muro de la vergüenza chipriota
Chipre vivía -y vive aún- con un muro de la vergüenza separando dos comunidades chipriotas: la griega y la turca. Le llaman la línea verde porque dicen que fue un oficial británico en tiempos de la descolonización quien con un lapicero de ese color señaló en el mapa la línea divisoria que iba a separar ambos pueblos.
“Por primera vez una televisión tenía permiso para cruzar la línea verde“
La parte grecochipriota iba a entrar en la Unión con el problema de la división de la isla irresuelto y con la consiguiente protesta de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, controlada por Ankara. Y allí también viajamos para entrevistar al histórico dirigente Rauf Denktas y confrontar sus opiniones con su ex amigo y ex compañero de colegio y ahora enemigo, el dirigente griego chipriota Glafcos Klerides.
Por primera vez una televisión tenía permiso para cruzar la línea verde por el paso de Ledra Palace, pasar una noche en la zona norte (nunca se permitía la pernocta a quien cruzase la línea) y regresar a Nicosia. Pudimos visitar la única localidad bicomunal donde ambos pueblos viven en armonía y en paz, con dos alcaldes y dos iglesias, y conocimos la amabilidad y generosidad de sus gentes -griegos y turcos de Chipre- para con los extranjeros.
Malta y la historia de los caballeros de la Orden de San Juan
Cuando llegamos a la Valeta, en Malta, conocimos la historia de los caballeros de la Orden de San Juan, divididos en 8 albergues, los 8 reinos, las 8 lenguas de la Cristiandad; un prematuro babel de lo que sería la futura Unión de los estados europeos.
Y en Malta, en una escuela de secundaria, en la que se enseñaban las esencias de la Europa unida, una alumna fue dibujando en el encerado misteriosas líneas, trazos difusos sin sentido para la mirada corta, pero que contemplados con la perspectiva del espacio y del tiempo mostraron con toda su realidad el contorno de la Europa próxima (en el tiempo y en el espacio), doliente hoy de la mayor enfermedad de toda su historia: la penuria de solidaridad y la carencia de unión.