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Curiosidades de la historia en 'Isabel'

La sábana blanca la noche de bodas

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Isabel - La sábana blanca la noche de bodas

Nueva entrega de Isabel, nuevas intrigas y más dudas sobre la historia que se esconde detrás de este relato. Cada semana, RTVE.es te contará las curiosidades, anécdotas y hechos importantes que no estudiaste en los libros de texto, pero que cambiaron el rumbo de este país.

¿Era Enrique IV bipolar?

Darle forma al Enrique IV de Isabel supuso un gran reto para el equipo de guionistas.  Javier Olivares,  asegura que "era un personaje muy especial. Si a su lado no hubiera tenido un personaje con la fuerza de Isabel,  la serie habría que haberla hecho sobre él."

Reconoce el responsable de los diálogos y de la trama que Pablo Derqui no se parece demasiado al rey: "Su aspecto era casi de oso. Muy alto para la media y con mucho pelo. Hemos preferido la potencia de un actor que aún siendo completamente distinto, marca perfectamente esa dualidad interna de Enrique IV. No hay palabras describir el trabajo que ha hecho Pablo Derqui".

Un día estaba contento y eufórico, y al siguiente estaba hundido en la más grande de las depresiones

Y es que tal y como ya comprobamos en el primer episodio, Enrique parece sufrir algún transtorno de personalidad. Olivares, que además de guionista es historiador, ha estudiado su figura a fondo: "Era un personaje muy peculiar, casi bipolar. Un día estaba contento y eufórico, y al siguiente estaba hundido en la más grande de las depresiones".

Es posible que arrastrase algún problema físico por la endogamia de su familia

Óscar Villarroel, del Departamento de Historia Medieval de la UCM, nos explica que es muy difícil hacer un retrato fiel de este personaje. Las crónicas de la época son parciales y casi todas se escribieron en tiempos de los Reyes Católicos que presumiblemente cargaron tintas contra Enrique IV. "Debió de ser un hombre retraído, más dado a relacionarse con grupos estrechos de gente que con una gran corte como la de los reyes de Castilla. Le gustaba la naturaleza, o perderse en ella, pues los cronistas nos hablan de su afición a pasear solo por el monte, algo que una carta de su padre Juan II, cuando Enrique aún era príncipe, nos confirma. Peculiar sí debía ser en cuanto a su forma de ser y es posible que arrastrase algún problema físico por la endogamia de su familia (era hijo de primos hermanos), que no hizo sino ahondar aún más sus hipotéticos 'problemas' psicológicos".

Ángeles Irisarri, autora de Trilogía de Isabel, la reina, recurre al cronista Andrés Bernáldez para explicarnos cómo era Enrique:

"No bebía vino, ni quería vestir paños muy preciosos ni gustaba de la ceremonia que es debida a la persona real. Tenía algunos mozos adeptos que se criaban con él; amábalos con grande afición, y dábales grandes dádivas (…) Era hombre piadoso y no tenía ánimo de hacer mal a nadie (…) Era negligente (…) Era gran montero y placíale muchas veces andar por los  bosques alejado de las gentes (…) Casó, siendo príncipe, con la princesa doña Blanca, hija del rey de   Aragón y de Navarra, y estuvo unido a ella durante doce  años (…) Muerto su padre, el rey don Juan,  en 1454, con veintinueve años cumplidos comenzó su reinado;  se apartó de su mujer y maridó  con doña Juana, hija del rey don Duarte de Portugal, con este segundo casamiento se manifestó su impotencia, tenía comunicación con otras mujeres, pero nunca pudo haber con ellas allegamiento de varón…"

¿Cuáles fueron sus logros y sus fracasos? Irisarri cree que "Fue un rey anodino cuya impotencia, de la que no era culpable ciertamente, provocó una larga guerra en la Península por el conflicto sucesorio". Villarroel nos cuenta que "sin lugar a dudas Enrique IV tuvo logros, aunque estos se pierdan ante el brillo del reinado de su hermana y finalmente sucesora Isabel. Sus mayores fracasos vienen dados, sin duda, por su incapacidad para lograr un gobierno estable frente a las apetencias de la nobleza, que acabó, ciertamente, imponiéndose al menos temporalmente. El hecho de que alguno de sus principales colaboradores acabase mostrándose como el principal y más egoísta de los nobles (Pacheco) sin duda tuvo mucho que ver. Pacheco no dudaba en traicionar o imponerse al rey si su beneficio (a veces puramente económico o patrimonial) iba en ello."

Un hombre grosero y zafio

Isabel se crió lejos de él y cuando fue llevada a la fuerza a la corte, su hermano mayor no mostró el menor interés por ella, tampoco por Alfonso. De hecho los infantes quedaron bajo la tutela de su mujer Juana de Avis. Irisarri asegura: "Isabel sufrió muy malos tragos pues no  fue amada por los monarcas y no gustó de los soberanos, ella una  mujer de cabeza hueca y casquivana por más señas, y él un hombre  grosero y zafio, lo mismo que sus damas y su círculo de amistades." Pese a todo eso, Óscar Villarroel nos explica que "siempre mostró respeto por él,  fuese por oportunidad política o por auténtica convicción, y nunca dudó de su legitimidad."

La prueba del pañuelo blanco la noche de bodas

Un rumor recorre la corte y se empieza a convertir el grito ¿Es Juana 'La Beltraneja' hija de Enrique IV? El rey se ve en apuros, ¿cómo cortar las habladurías si la pureza de la reina Juana no quedó demostrada en la noche de bodas? ¿Cómo disipar las dudas si no hubo pañuelo blanco?

Teresa Cunillera, asesora histórica de la serie asegura que "Tenía que quedar constancia de que la reina era virgen y que en ese momento era desflorada. Parece ser que Enrique aquella costumbre la derogó. No le gustaba. Quizás porque era una costumbre que implicaba inmiscuirse mucho en la intimidad."

Villarroel cree que son pruebas claramente conocidas por el floklore, el cine y las visiones más o menos estereotipadas, pero que otra cosa es saber si existían realmente o no. "En el caso de Enrique IV tiene una especial incidencia, pues los cronistas hacen hincapié en ello para demostrar la impotencia del rey y con ello la ilegitimidad de Juana."

El origen del tenedor

Le preguntamos a Jordi Frades, director de Isabel, por la escena en la que Alfonso de Portugal nos presenta un nuevo y novedoso objeto: "Javier Olivares tenía mucho interés en ir mostrando cosas de la época que no sabíamos, como por ejemplo la aparición del tenedor,  y meterlas siempre de la acción dramática. Para que no sea una explicación documental."

Francisco Merino, director de la Escuela Internacional de Protocolo, nos cuenta que primero llegó el cuchillo a las mesas: "El cuchillo ha existido desde que existe el ser humano, por la necesidad de supervivencia". La cuchara llegó más tarde y por último el tenedor: "Hasta entonces lo que se utilizaba era el cuchillo. De hecho los primeros tenedores eran de dos púas, muy afiladas, lo que producía muchos accidentes al introducir los alimentos en la boca."

Las costumbres en la mesa, poco tienen que ver con las de hoy. Si quieres saber más de lo que se comía y de cómo se servía no te pierdas las explicaciones de Francisco Merino.. . ¡Te invitamos a un banquete del siglo XV!