¿Odiaba Fernando 'El Católico' a los judíos?
- Te contamos las curiosidades históricas que hemos visto en el capítulo siete
- ¿Cómo se preparaban las mujeres hace 500 años para el matrimonio?
- ¿Tan horrible era el Duque de Guyena?
- ¿Qué relación mantenía Isabel con la Iglesia?
Isabel era de armas tomar. Ya lo hemos podido comprobar en las últimas siete semanas, pero en este capítulo la hemos visto más ambiciosa y decida que nunca. Ha sido capaz de mentir y de pecar con tal de conseguir sus objetivos políticos ¿Cuál era la relación entre la reina y la religión?
Una vez más, en RTVE.es, te contamos las curiosidades y hechos históricos que hemos visto en el episodio del lunes. Queremos explicarte cómo era la vida en aquellos últimos años del siglo XV. Te invitamos a un viaje al pasado lleno de intrigas y cultura, ¿vienes?
Isabel 'La Católica' y su relación con la religión
Teresa Cunillera, asesora histórica de la ficción, nos cuenta que parece ser que, efectivamente, Isabel tenía un profundo y sincero sentimiento religioso. No era nada especial: "Era algo muy frecuente en aquella época. Había otra concepción del origen del universo y de cómo se gestionaba la vida. Dios estaba siempre presente".
“Isabel llevaba un cilicio para hacer penitencia“
Ángeles Irisarri, autora de la trilogía Isabel, la reina, nos cuenta algunos detalles de su día a día que nos dan una idea de hasta qué punto era una mujer de fe: "Cuando fue reina se le podía interrumpir en cualquier momento del día o de la noche, excepto cuando oía Misa, que era a diario, ya estuviere de viaje camino de algún lugar, ya estuviere en algún castillo. Además, como mucha gente de la época, llevaba siempre consigo un altarcillo portátil, al pie del cual rezaba y, como era también costumbre, un pañito con reliquias para que le hicieran favor, cosido en el jubón, debajo del traje y, en el brazo, un cilicio para hacer penitencia. "
¿Quién mandaba más? ¿La Iglesia o el estado?
Lo vemos en la serie. Hombres como Carrillo, Fonseca, De Véneris, Acuña... predican una cosa en la iglesia y al salir actúan de forma bien distinta ¿Qué poder tenía la Iglesia en aquellos años? ¿Qué relación tenía con el estado? Pues prácticamente eran lo mismo.
Irisarri nos explica por qué: "Hasta que terminó la Reconquista, los clérigos además de orar por los pecados del mundo y por los suyos propios , hicieron la guerra como unos nobles más. Hay que pensar que eran 'señores' y que, como el resto, debían de acudir con sus tropas, compuestas por curas, frailes y villanos al llamado del rey, además de pagarse ellos la mesnada."
“Cuando se conjugaban estado y religión, dejaban a los súbditos completamente subyugados“
Era una época en la que ser sacerdote era muchas veces una cuestión de imposición familiar más que de vocación real. Muchos hijos de familias numerosas terminaban formando parte del clero quisieran o no. Por tanto, Cunillera, cree que esa puede ser una de las razones que expliquen su ambición y sus aspiraciones políticas. Cree además que: "La Iglesia es un poder que puede atrapar todavía más que poder terrenal porque ya es pensar en la otra vida."
Por eso afirma:"Cuando se conjugaban estado y religión, dejaban a los súbditos completamente subyugados".
La dote
En las capitulaciones matrimoniales de los Reyes Católicos vemos que Fernando es el que da e Isabel la que recibe... ¡qué condiciones más duras le impuso la castellana al de Aragón!
“La mujer no tenía capacidad jurídica hasta que se quedaba viuda“
Pero lo normal no era aquello. Le hemos preguntado a Ángeles Irisarri qué era una dote: "Una cantidad que los padres entregaban a la hija cuando se casaba para que la administrara su marido, porque la mujer no tenía capacidad jurídica hasta que se quedaba viuda, era entonces cuando podía hacer y deshacer. La abonaban de una vez o a plazos, según el disponible familiar. Una vez pagada la dote, la interesada quedaba excluida de la herencia paterna. Podía entregarse en metálico o en bienes inmuebles o muebles, y ser más o menos grande, desde una vaca, por ejemplo, a un condado o marquesado con sus vasallos."
Cunillera nos advierte que no debemos confundir la dote con el ajuar, algo que hasta hace relativamente poco se ha seguido conservando: "El ajuar era todo lo que la novia preparaba para gestionar su nueva casa: la vajilla, la lencería..,etc."
Una vez más los guionistas de Isabel han intentado ser fieles a la historia. Es totalmente cierto que Juan II le regaló este collar de rubíes a la princesa heredera. La única diferencia es que en realidad, el rey de Aragón envío a su propio hijo a Castellón para que lo desempeñara. Juan II quería convencer a Isabel para que se casara con su hijo...¡al precio que fuera!
¿Odiaba Fernando de Aragón a los judíos?
Javier Olivares, jefe de guión de la serie, insiste siempre en que no han querido edulcorar la historia. Por eso Rodolfo Sancho ya nos decía en el chat de RTVE.es que "el público va a poder ver la cara menos amable de Fernando."
Ya empieza a asomar ese recelo que siente ante los judíos. No entiende cómo su padre se pone en sus manos para esa operación tan delicada de cataratas, que por cierto, tal y como nos asegura Olivares, este tipo de intervenciones ya se practicaban en esa época.
¿Odiaba Fernando a los judíos? "No, no". Así de contundente se muestra Ángeles Irisarri: "Entre sus secretarios había conversos, cristianos nuevos, es decir, hebreos convertidos al cristianismo. La mayoría de los judíos que vivían en la Península recibieron el bautismo forzados por la presión social, por agotamiento, por aburrimiento y, lo peor, por miedo, pues se sucedieron varias matanzas de judíos, algunas muy numerosas. Cuando lo RR.CC. promulgaron el Decreto de Expulsión abandonaron España los que habían resistido a las mareas y mantenían su fe, unos 20.000, según las últimas cifras que manejan los historiadores. Los judíos fueron muy apreciados por los reyes como médicos y también como secretarios, pues eran gente más ilustrada que la cristiana, dado que habían aprendido cuentas y a leer en la sinagoga."
Para Teresa Cunillera la expulsión de los judíos fue una razón política y económica: "Los judíos eran muy poderosos y Fernando quería mantener un control exclusivo de la monarquía."
El Duque de Guyena era el peor candidato
Isabel no lo tenía nada claro ¿Con quién debía casarse? ¿Con la propuesta de Carrillo, Fernando? ¿O con el hombre que había elegido el rey, el Duque de Guyena?
El informe que en la serie le presenta Cárdenas, no puede ser más claro... hasta el punto de que llega a ser bastante cómico. Cunillera nos dice que efectivamente el hermano del rey de Francia era así, que hay cuadros que lo atestiguan.
Irisarri además nos cuenta que era un hombre "revoltoso" ya que en varias ocasiones intentó robarle el trono a su hermano. La historiadora, además, resuelve las dudas de quienes se han quedado pensando qué pasó con él después de haber sido rechazado por Isabel: "Se ajustó su casamiento con Juana la Beltraneja, murió al año siguiente sin conocerla, según las malas lenguas, envenenado, pero no hay pruebas que constaten semejante hecho. Este matrimonio, que no llegó a buen fin, fue concertado por su hermano, el rey, pues consciente de que era un peligro para Francia que se unieran los reinos de Castilla y Aragón en el futuro, envió una embajada a Enrique IV para que entendiera en el negocio. El resultado de la gestión fue que Enrique anuló los pactos de los Toros de Guisando y declaró a Juana hija legítima y heredera del trono, con ello todo vuelta a empezar."
Cómo ser una buena esposa
El obispo Acuña, además de vigilar a Isabel para que cumpliera los deseos de Enrique, también se encarga de formarla como buena esposa. Hemos visto que para ello le lee unos textos de San Jerónimo. Le hemos querido preguntar a nuestras historiadoras cómo se preparaban las mujeres hace 500 años para subir al altar.
Irisarri cree que lo más probable fue que Isabel leyó los textos de San Pablo o de San Clemente de Alejandría. Y seguramente su biblioteca también estaba llena de volúmenes que hablaban de estrategias de gobierno: "Existen en esta época una serie de libros, a veces de autores anónimos, que aconsejan a príncipes y princesas -Isabel tuvo uno- sobre el modo de vivir y hacer para ser buenos gobernantes y personas ejemplares. Este género se llama Espejo de príncipes y se cultivó en toda Europa, la obra maestra es El príncipe de Maquiavelo."
Pero fuera de textos religiosos, pocos hablaban de cómo una mujer podía afrontar su vida matrimonial. Según Teresa Cunillera: "Las mujeres tenían esa información que se iban pasando en sus propios círculos. Estaban las enseñanzas de la Iglesia, para formarte como buena esposa cristiana. Pero una cosa es ser buena esposa y otra, lo que te puede beneficiar como mujer, para conseguir una armonía con tu marido."
Veremos en el próximo capítulo que precisamente este tema es el que más preocupa a Isabel. Joven, inocente y muy devota, la aspirante a Reina tiene pánico a la noche de bodas.