En Portada. "La llamada de Yavé"
- En Portada ha viajado a Israel para retratar a la comunidad ultraortodoxa
- Un equipo del programa ha entrado en sus casas y participado en sus ritos
- Los jaredim, un 10% de la población israelí, rechazan todo tipo de modernidad
- El sector laico teme que se vayan imponiendo sus estrictos códigos de conducta
- La llamada de Yavé se estrenó el jueves 7 de marzo a las 23.40 h en La 2
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FICHA TÉCNICA
Guión: Esther Vázquez
Realización: Ángel Barroso
Imagen: Javier Rollón
Sonido: Irene Martín
Montaje: Margarita Serrano
Producción: Ana Pastor y Lourdes Calvo
Tengo que confesar que la primera vez que nos adentramos en el barrio de Mea Shearim en pleno corazón de Jerusalén, nos temíamos lo peor; una pedrada, algún cubo de agua... No es un barrio para ir cargados de cámaras. Los que viven aquí odian la televisión, la llaman "alcantarilla" porque por ella, dicen, transita lo peor; vicios contaminantes de un modernismo que ellos rechazan a ultranza.
“En la mayoría de sus casas no hay internet, ni aparatos de radio ni siquiera periódicos“
Además de la ausencia de antenas, tampoco en la mayoría de sus casas hay internet, ni aparatos de radio ni siquiera periódicos, a lo único que algunos no se han podido resistir es al móvil, pero anulando casi todas sus aplicaciones. Tampoco les gusta ver a gente que no pertenece a la comunidad paseándose por su barrio. Numerosos carteles avisan de que para entrar aquí es necesario llevar una vestimenta recatada.
Mea Shearim, el santuario de los 'temerosos de Dios'
Los jaredin o 'temerosos de Dios' viven en guetos como éste, donde todo está adaptado a sus necesidades: comida kosher, realizada según las normas del judaísmo, lugares donde realizan la circuncisión a los varones; peluquerías que cuidan con esmero los largos tirabuzones que exhiben los varones, o tiendas de gorros y pelucas para que se cubran el cabello las mujeres casadas.
Por las empedradas callejuelas de este barrio, que se parece a los que existían por 1880 en Hungría o Polonia, los únicos coches que transitan son los cochecitos de bebé, porque aquí cada familia tiene una media de diez a doce hijos. El barrio está repleto también de yehsivot, escuelas de la Torá, donde los varones pasan el día estudiando los textos sagrados.
Los ultra-ortodoxos judíos o jaredin como a ellos les gusta que les llamen, es una comunidad aparentemente homogénea pero existen muchos sub-grupos que se diferencian por la manera de rezar, o por dar mayor importancia a la mística. "Es como una orquesta sinfónica que hay muchos instrumentos pero todos tocan la misma melodía" nos resume el rabino José Rubén Grimblatt desde su casa en Mea Shearim.
Religiosos vs laicos
“En el 'sector laico' aseguran que Israel puede convertirse en un estado teocrático“
Los ultra-ortodoxos constituyen ya la cuarta parte de la población de Jerusalén y el 10% de la de Israel. Algunos del denominado "sector laico" aseguran que Israel puede convertirse en un estado teocrático. Uno de los asuntos más controvertidos ha sido su intento de imponer la segregación de sexos en las líneas de autobuses que recorren sus barrios. En estas líneas, los hombres se sientan delante y las mujeres atrás.
Algunas mujeres denunciaron amenazas y coacciones al negarse a cumplir esta regla. El movimiento reformista del judaísmo, ha emprendido una batalla legal contra esta y otras actuaciones: “Me alegra poder decir que gracias a nuestra batalla legal y política contra los autobuses segregados, la Corte Suprema ha regulado que esas líneas segregadas no son constitucionales” nos dice el rabino Gillad Kariv, líder del Movimiento Reformista del Judaísmo en Israel.
Dificultades para dejar la comunidad
Salir de la comunidad ultra-ortodoxa es muy difícil y más para una mujer. Gali es una de las protagonistas de nuestro reportaje, una joven de carácter fuerte y aspecto frágil, que con tan solo doce años empezó a sentirse ajena al mundo jaredí que la rodeaba. Hija de un rabino y educada dentro del mundo ultra-ortodoxo, un día decidió huir: "O me rebelaba o me suicidaba" confiesa al equipo de En Portada.
Junto a Gali todo el tiempo está su tutora, Susy Groszman, voluntaria de la organización Hillel, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a los jóvenes que han salido de la comunidad ultra-ortodoxa. Susy ha sido testigos de muchos jóvenes que han sufrido un gran trauma, porque al salir de la comunidad se enfrentan a un mundo totalmente desconocido.
Judaísmo, no sionismo
En una de las paredes del barrio se lee: "Somos judíos, no sionistas". Muchos de los jaredim no creen en el Estado de Israel. Para ellos, es un estado ficticio creado por el hombre. Ellos siguen al pie de la letra la Torá, por tanto “esperan que Dios envíe al Mesías que restituirá la gloria al pueblo judío”.
Uno de los movimientos que se declara anti-sionista es Naturei Karta que en arameo significa: "guardianes de la ciudad". El rabino Hirsh, líder de este movimiento y uno de los vecinos más antiguos de esta barriada, era amigo personal del fallecido presidente Yasser Arafat, a quién acompañó en numerosos momentos históricos. Hirsh considera que la solución para la paz con los palestinos no es crear dos estados: "Nosotros pensamos que lo justo y correcto es devolver toda Palestina a los palestinos y ellos gobernaran sobre toda esta tierra”.
Salimos de Mea Shearim un día en el que el viento ponía a prueba todos los sombreros del barrio. Faltaban unas horas para que comenzara el Shabatt, día de descanso para el judaísmo, y el barrio se fue vaciando en cuestión de minutos hasta quedar totalmente en silencio. Por la calle solo un hombre vestido de riguroso negro coreaba sin cesar: shabatt kodesh, shabatt kodesh (sábado sagrado). Los portones de Mea Shearim parecían cerrarse aún más al mundo exterior.
Banda sonora
Algunas de las músicas que suenan en el reportaje, listas para escuchar y compartir on line.