Guy Delisle, el discreto observador

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Guy Delisle, autobiografías viajeras y animadas

Tiene la sutil ironía que caracteriza a los franceses, aunque no lo sea, porque Guy Delisle nació en Canadá, aunque actualmente resida en el sur de Francia. Su trabajo así como su relación -mejor dicho, la de su compañera- con Médicos Sin Fronteras le ha llevado a pasar largas temporadas en puntos calientes del planeta. Algo que Delisle ha compatibilizado con su profesión de dibujante de cómics.

Con Shengen, Pyongiang, Birmania y más recientemente, Jerusalén, Delisle ha establecido un formato de novela gráfica que aúna el periodismo y el libro de viaje con el cómic, una forma de cultura cada vez más reconocida en su entorno -Francia, Canadá- pero también en el nuestro gracias en parte a este tipo de obras.

Anécdotas dibujadas

Se representa él mismo en sus viñetas como un hombrecillo distraído y tranquilo que va observándolo todo aparentemente de forma ingenua, y sin embargo el resultado es mordaz.

En el fondo, lo que plasma no es más que su punto de vista, sus anécdotas, su forma de mirar, con las que el lector puede identificarse fácilmente. No pontifica, solo muestra. Además, la suya es una mirada certera: diez años después de escribir Pyongyang, vemos que Corea del Norte sigue siendo el mismo lugar claustrofóbico que nos describía, por no hablar de Jerusalén, con sus check points y su población en pie de guerra constante.

El hombre ordinario que observa los lugares, a los que va con ojo de etnólogo y trazo de artista, se describe hoy como un padre curioso. Su obra más reciente Guía del mal padre es la demostración del giro que quiere dar a su obra. Eso sí: siempre con ironía.