Más Isabel - ¿Cómo eran los ejércitos y la guerra en el siglo XV?
"No tenían nada que ver con los de la actualidad", nos cuenta Teresa Cunillera, asesora histórica de Isabel: "No tenían uniformes, no estaban organizados porque no había un jefe único. E incluso, no había un ejército como tal. Se hablaba de mesnadas y de huestes."Nos dice Cunillera que durante la batalla se estructuraban en diferentes sectores. Las huestes del rey estaban bajo las órdenes del monarca, los caballeros comandaban siempre sus propias tropas e incluso participaban en la guerra las mesnadas concejiles, formadas por ciudadanos con posibles que disponían de armas y soldados que ponían al servicio de una causa.
"Era un conglomerado que tenía diferentes orígenes y en el momento de la batalla se tenían que unificar y eso podía ser bastante caótico". Lo único que tenían en común, nos asegura la historiadora, era que: "Primaba mucho el honor y la gloria."
Hasta tal punto eran importantes que a veces estaban por encima de la victoria frente al enemigo: "Se daba el caso de que la partida de un noble iba a atacar en primer lugar y otro en segundo. Bueno, pues a los que iban después no les gustaba para nada porque era de más honor ir en primera línea. Entonces en el momento crucial de la batalla, luchaban entre ellos, dentro del mismo bando."
Una seguidora de la serie en Facebook nos hace llegar este vídeo que recrea una escaramuza bélica de aquella época:
Así lo explica Enrique Aznar Pardo, profesor de secundaria y seguidor de la serie: "La segunda mitad del siglo XV marca un cambio importante en la concepción del ejército en Castilla y Aragón. Hay un personaje en este período de la Historia de España que provocó un verdadero vuelco en el arte de la guerra, un personaje al que mis compañeros ya han mencionado y que ya ha aparecido en la serie: don Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado "El Gran Capitán", virrey de Nápoles, duque de Santángelo y Terranova y Señor de Aguiilar. Él fue quien introdujo en el ejército español la división en "coronelías" integradas por piqueros, ballesteros y arcabuceros (si mal no recuerdo), que serán la base de los posteriores, célebres y temibles Tercios Españoles de Infantería. El Gran Capitán comenzó a forjar su leyenda de ilustre guerrero en la campaña de Granada a partir de 1480.
El período inmediatamente anterior, pues, asiste a un proceso lento de renovación de las unidades de combate en el ejército de los Reyes Católicos, que ya no estará integrado por las "mesnadas" de los nobles que formaban el ejército real en la Edad Media plena sino por "soldados de leva" reclutados, armados y pagados directamente por la Corona.
Asimismo, en la segunda mitad del siglo XV encontramos también un uso más generalizado de la pólvora, aplicada a ingenios como el arcabuz o la naciente artillería (bombardas, falconetes, ribadoquines, pedreros...), que en estos momentos tiene aún sobre el enemigo un efecto más psicológico que destructor: la precisión y el alcance de sus disparos era más fruto del azar que de la pericia, los accidentes debidos a la excesiva carga de pólvora eran frecuentes y lo que aterraba era el ruido ensordecedor de estos ingenios y la humareda que provocaban. La ballesta continúa siendo el arma más eficaz y precisa para atravesar la chapa de las armaduras que, en esta época, se generalizan cada vez más entre la nobleza, sustituyendo poco a poco a la cota de malla (absolutamente inútil frente a los virotes de los ballesteros y el plomo de los arcabuces)..."