Eva Perón, la cenicienta vestida de Dior
- Nació en una cuna humilde y la velaron con una mortaja de alta costura
- No tenía un estilo propio pero es un icono de feminidad y moda
- Dior, Balmain y Jacques Fath le enviaban vestidos a Buenos Aires
- TVE estrena Carta a Eva, dirigida por Agustí Villaronga.
Llevó vestidos lujosos, joyas fabulosas y pieles carísimas pero se recuerda su melena rubia recogida en un moño bajo, su piel blanca, sus labios rojos y un traje en color azul. No tuvo un estilo propio ni fue una fashion victim pero Eva Perón es un icono muy vinculado a la moda.
Nació en 1919 y con 27 años se convierte en la primera dama. Comienza para ella una época marcada por el lujo y el exceso con la que olvida sus orígenes humildes y sus años como actriz de segunda fila.
En los años 40 las mujeres llevan chaquetas saco con hombreras marcadas de aire masculino, faldas tubo por debajo de la rodilla, sombreros sencillos y zapatos de tacón medio con escote boca de pez.
De los trapos humildes al lujo
La guerra limitó las importaciones y tanto las prendas como los complementos son poco elegantes, despojadas de detalles bonitos. Eva Perón comienza a visitar las mejores casas de costura de Buenos Aires, como Paula Naletoff, Bernarda o Henriette, que crean para ella un vestuario llamativo e impactante que contrasta de forma inmoral con la pobreza del pueblo argentino.
Evita adoraba los vestidos drapeados con escote pronunciado, tanto palabra de honor como con cuello halter. Para los actos de masas llevaba sastres monocolor muy entallados pero para las citas oficiales se inclina por otros de estampados de flores o topos.
Desde que llega a la casa presidencial la mayor parte de su ropa es ostentosa y la combina con aparatosos tocados, joyas deslumbrantes y zapatos de tacón alto. Su fin, dicen, era rivalizar con las clases más pudientes, pero sin medida, sin control. No avanzó creándose un sello personal, más bien se ponía todas las tendencias que había en esos años.
Una enamorada de los zapatos
Su vertiente populista era contradictoria con su amor por el lujo. Se dice que llegó a tener más de 200 zapatos, calzaba un 36, y usaba tanto los modelos de tacón como las sandalias de yute con plataforma o los mocasines.
Vestía sus pies con diseños de Perugia, Casa Miguel y McTaylor, adornaba su cabeza con sombreros de Casa Giulia y Rosé Descart, y vestía ropa de las casas de costura arriba citadas y de otros modistos como Paco Jamandreu. Él fue el primero en hacerle ropa cuando era actriz y trabajaron juntos durante muchos años después, tanto que es uno de los hombres que mejor la conoció.
1947 es un año que marca la vida y el armario de Eva Perón. Ese año hizo una gira por Europa y en junio Eva Perón llegó a Madrid con un despliegue brutal de pieles carísimas, aparatosos tocados, fabulosas joyas y vestido de cine que hicieron soñar a muchas españolas.
En España hizo un lujoso despliegue de vestuario
Argentina era el principal valedor de España durante los años del aislacionismo internacional, provocado por la condena de Naciones Unidas. Franco quiso agradecérselo agasajando a la primera dama con un gran recibimiento.
Recibió, entre otros muchos regalos, la cruz de Isabel II pero el más especial fue la colección de trajes regionales de España. 50 provincias crearon, o adaptaron a la menuda silueta de Evita Perón, 728 piezas. Un paquete que incluía vestidos, tocados, joyas y calzado.
Después de España viajó a Francia e Italia. En París acudió a la casa Christian Dior y a Jacques Fath, donde le crearon “su maniquí” para realizar después los trajes a medida.
Llevó el new look a Argentina
En Italia tampoco pasó desapercibida y llamó poderosamente la atención el vestido negro que llevó al Vaticano, un diseño en negro con larga cola que se recogía en forma de manto para estar delante de Pio XII.
A su vuelta comenzó a mezclar diseños europeos con el producto nacional. En enero Christian Dior había lanzado la colección Corola y ella decide cambia las faldas tubo por los vestidos con volumen inspirados en las formas de las flores.
Su look se vuelve más femenino y suntuoso, lleva escotes con forma de corazón, zapatos de tacón más alto y sombreros aún más grandes. Ella llevó el new look a Argentina y el francés llego a decir que “a la única reina que vestí es a Eva Perón.
Una mortaja de Dior
Las casas de moda argentinas habían asignado una empleada fija para hacerse cargo del vestuario de la primera dama y en el caso de la firma Henriette, esa era Asunta Fernández. Su relación era tal que incluso viajaba a París a recoger los vestidos que después viajaban a Buenos Aires en barco o avión. Lo anecdótico es que viajaban de pie para que no se arrugasen ya que en más de una ocasión los estrenaba nada más llegar.
Cuentan que cuando enfermó tenía que cambiarse varias veces de ropa debido a las manchas que le provocaban las hemorragias, y el modisto Paco Jamandreu cuenta en sus memorias que cuando ella ya estaba bastante mal solía pedir ayuda para bajar al sótano y acariciar los trajes regionales que le regaló España.
Eva Perón murió de cáncer en 1952. Asunta Fernández estuvo a su lado hasta el final y la vistió por última vez para el velatorio. Para ello cogió un vestido de Christian Dior y lo convirtió en mortaja. Era un vestido blanco que nunca había llegado a estrenar.