Gerard Mortier, el profeta del cambio
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- Mortier afirma: "No impongo mis gustos, son mis convicciones"
- CONTENIDO EXTRA: Te ofrecemos la entrevista completa con Mortier
Gerard Mortier es el actual director artístico del Teatro Real desde 2010. Su biografía es realmente espectacular, teniendo en cuenta que sus padres eran panaderos de su ciudad natal, Gante, donde estudió con los jesuitas antes de licenciarse en Comunicación y en Derecho.
Mortier dice que heredó el amor a la lírica desde niño, gracias a sus padres que le mostraron óperas no sólo clásicas sino también del siglo XX, de la Segunda Escuela de Viena como Schoenberg, Alban Berg o Anton Webern. Antes de dirigir el coliseo madrileño, ha estado al frente del Teatro de la Moneda de Bruselas, de la Ópera Nacional de París y del Festival de Salzburgo. Ha publicado un libro titulado Dramaturgia de una pasión, un manifiesto sobre la dirección artística de un teatro de ópera en el que detalla su compromiso intelectual con la renovación en la creación lírica.
Renovar para no morir
Y en ese intento de modernizar la ópera, Mortier ha venido a España a renovar el Teatro Real con apuestas arriesgadas e innovadoras. Algunas de las obras que ha presentado no han gustado al público madrileño, como el espectáculo Choeurs, en el que Alain Platel se atrevió a coreografiar famosos coros de Verdi y Wagner. Tampoco tuvo éxito en Madrid –se oyeron abucheos por parte de los abonados- el último Don Giovanni, de Mozart, que puso en escena el joven y polémico director ruso Dmitry Tcherniakov.
Pero Mortier también ha triunfado en el Teatro Real con apuestas atrevidas como el Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, de Kurt Weill, con una audaz puesta en escena de La fura dels Baus; el Lady Macbeth de Shostakovich; Elektra, de Richard Strauss; o el reciente Così fan tutte de Mozart, con la dirección de escena del oscarizado Michael Haneke.
También ha traído a Madrid estrenos absolutos como The Perfect American, de Philip Glass, y para la próxima temporada ha anunciado el estreno mundial de Brokeback Mountain con música de Charles Wuorinen a partir de la novela homónima de Annie Proulx, autora también del libreto.
Al poco de llegar al Teatro Real, los cantantes españoles firmaron un manifiesto pidiendo su destitución por no contratarlos, le acusan de traer sólo a extranjeros y piden las misma oportunidades que los compañeros de otras nacionalidades. Una polémica que Mortier zanja con una clara respuesta: él busca ante todo cantantes de calidad, sean del país que sean.
En cartel, Wozzeck
Mortier es un intelectual al que no le importa hablar claro, que con sus obras obliga a pensar, a reflexionar, y que en cualquier caso no deja diferente a nadie: o le odian o le quieren.
Desde este lunes presenta en el Teatro Real el penúltimo título de la temporada: una versión de Wozzeck, de Alban Berg, basada en la obra de teatro de Georg Büchner escrita hace ya casi un siglo. Se trata de una puesta en escena del suizo Christoph Marthaler –rompedor en varias ocasiones- con el barítono Simon Keenlyside, uno de los cantantes actuales que mejor pueden afrontar este personaje de Wozzeck, el antihéroe proletario, víctima de la opresión del hombre por el hombre.