Un pequeño gran momento con Jamie Cullum
- El cantante charló con ¡Atención obras! sobre su nuevo álbum, Momentum
- Cullum volverá a España en los meses de julio y noviembre
- CONTENIDO EXTRA: Mira las dos canciones que nos interpretó
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Próximos conciertos de Jamie Cullum:
24 de julio - San Sebastián (Festival Heineken Jazzaldia)
27 de julio - Marbella (Starlite Festival)
27 de noviembre - Madrid (La Riviera)
28 de noviembre - Barcelona (BARTS)
7 de la tarde, Hotel Ritz, Madrid. Nos avisan que la minibús de Jamie Cullum ya está en la puerta. Puntualidad británica, claro. Pero cuando salimos a buscarle, la furgoneta anda dando vueltas porque el artista está al teléfono hablando con sus dos hijitas y con su mujer (la modelo Sophie Dahl, nieta del escritor Roald Dahl). Exactamente igual que cualquier otro padre treintañero.
Y de eso habla precisamente su último disco, Momentum (ímpetu), de cuando la dorada juventud, el esplendor en la hierba, empieza a dar paso, irremediablemente, a la madurez y, para algunos, a la paternidad: "Soy padre de dos niñas y eso está muy presente en este disco, pero también hace referencia a ser joven y a tener ese ímpetu que te arrastra a través de las fiestas, de las resacas, de enamorarte y desenamorarte; y a cuando ya empiezas a ser un poco mayor, quizá en los treinta, y tú mismo tienes que empezar a generar tu propio impulso... y, de repente ¡las resacas duran tres días!" nos cuenta, entre risas.
“Cuando empecé a tocar, lo hice tan sólo para mejorar mi estilo. Nunca pensé que lo haría para ganarme la vida“
Riendo, siempre riendo, con esa cara de niño adorable que, desde el minuto cero, se ganó nuestro corazones; porque Cullum es, por encima de todo, un tipo absolutamente en-can-ta-dor y de una cercanía inusitada. Todos los trabajadores del Ritz a los que fue repartiendo abrazos y apretones de mano pueden dar fe. Cualquiera diría que se lo rifan en los mejores festivales del mundo y que ha vendido más de diez millones de discos.
Un tipo normal
Los pies perfectamente amarrados al suelo; pequeñito de estatura pero gigante en aptitudes y actitudes: "No tengo la sensación de haber llegado a ninguna parte. Cuando empecé a tocar, lo hice tan sólo para mejorar mi estilo. Nunca pensé que lo haría para ganarme la vida. Y sigo pensando que me queda mucho camino por recorrer. Escuchar a músicos más consumados que yo me obliga a ser humilde y me recuerda que tengo que trabajar mucho en lo mío. Tengo siempre la impresión de que estoy de camino a ser algo; creo que si piensas que ya lo has logrado no es bueno", nos dice.
Modestias aparte, muchos son los que opinan que ha conseguido como pocos "democratizar" el jazz; acercarlo a profanos, a poperos, a hiphoperos, a todo el mundo. Entre otras cosas, haciendo posible versiones imposibles en clave de jazz por ejemplo de Rihanna, Coldplay, o los White Stripes: "Tengo un historial como compositor, como músico de pop, rock y también de jazz. Me he basado mucho en el jazz porque me lleva a sitios diferentes. Lo uso como trampolín para investigar el hip hop, el funk, el rock, el pop... pero nunca fue mi intención educar a nadie", cuenta Cullum. "Quería simplemente crear una música que fuera original y me conmoviera. Si ese es el efecto secundario, estoy contento, pero me siento un poco nervioso e incómodo cuando me comparan con grandes músicos de jazz porque yo no soy eso. Y no es falsa modestia; sencillamente no es lo que hago".
Una hora de su valiosísimo tiempo nos dedicó (tiene un caché de más de 70 mil euros, ojo) y con la misma sonrisa que nos recibió nos dijo adiós, repartiendo abrazos y besos hasta el final. En julio lo tendremos actuando en algunos de los mejores festivales del país, subiéndose en el piano, machacando teclas, dando espectáculo, que en eso también es un maestro. Genio y figura Jamie Cullum.