Un giro a mi negocio
- Creen que en los negocios quedarse parado es igual a retroceder
- Los hay incluso que han cambiado maquinaria por aves de presa
- Hoy cualquier bodega tiene en su terreno un hotel con encanto
Reporteros: Mario Montero, Sara Lozano, Raúl García.
Dirección: Raúl García, Daniel Galindo, Cesar P. Gozalo.
Creen que en los negocios quedarse parado es igual a retroceder, y se han puesto manos a la obra para que su empresa mejore… o simplemente sobreviva. Unos han abierto las puertas de sus empresas y las han convertido en atractivo turístico. Otros se han lanzado a un nicho de mercado que nunca desaparecerá, convirtiéndose en líderes mundiales. Los hay incluso que han cambiado maquinaria por aves de presa. Así le han dado todos ellos un giro a su negocio.
En España existen únicamente dos granjas de atún rojo. El proceso es espectacular: cercan a los ejemplares en alta mar y los “pastorean” hasta unas piscinas gigantes del litoral de Tarragona. Allí los animales engordan hasta más de trescientos kilos, los sacrifican en función de la demanda… y en menos de 24 horas están en cualquier mercado del mundo, especialmente Japón. Una actividad como ésta se ha convertido en todo un atractivo de la empresa: decenas de turistas, rusos en su mayoría, pagan por sumergirse entre estos peces gigantes y sentirles pasando a toda velocidad a escasos centímetros.
Hubo un tiempo en que el sombrero era indispensable en la vestimenta de cualquiera… pero hace muchos años que se puede prescindir de él. Sin embargo, en Sevilla hay una empresa centenaria de sombreros que vende más que en toda su historia. La solución la encontraron cuando descubrieron un curioso nicho de mercado: la comunidad judía de Nueva York. En los últimos cinco años no han parado de crecer y saben que tienen el negocio asegurado, pues estos fieles siempre deberán de usar sombrero negro de fieltro.
Hoy cualquier bodega tiene en su terreno un hotel con encanto, pero hace décadas ningún bodeguero veía en el turismo un filón turístico. Victorino y su mujer fueron esos visionarios que pidieron un crédito a dieciocho años y lo pagaron en seis meses. Hoy reciben en su bodega 20.000 visitas al año que se alojan en su hotel. A sus 80 años, la mente de Victorino no descansa. El próximo negocio: abrir un “spa” entre sus viñas.
“Un giro a mi negocio”, el miércoles a las 22,30 en Comando Actualidad.
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