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Álex de la Iglesia: "Lo bueno de la ficción, es que te coloca en lugares en los que no puedes estar"

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Entrevista a Álex de la Iglesia

Dirigir es solucionar imprevistos, convertir los inconvenientes en convenientes. Algo así le dijo Álex de la Iglesia a Cayetana cuando ésta le preguntó si se empeñaba mucho en perseguir sus primeras ideas. Álex continuó contando que todos estos problemas inesperados que hay que ir resolviendo, generaban una profesión que es, precisamente, la de director y que consiste en decir: "amigos, os juro que al final, todo esto va a tener sentido". A lo mejor por eso añadió que en un rodaje se le distingue enseguida porque es el único que está preocupado.

Me sorprendió la forma que tuvo de definir su oficio porque tenemos tendencia a pensar que, cuando nos vemos obligados a cambiar nuestros planes, sea en la vida laboral o en la vida, es porque algo va mal. Rodar implica necesariamente que pasen cosas que no esperamos, nos recordó Álex. Dejó claro que lidiar con los inconvenientes no son rarezas del trabajo sino el trabajo en sí.

Me acordé, entonces, de esa frase que siempre pone tan triste. "La vida es lo que pasa mientras esperas otra cosa”. Y pone triste porque pensamos que sacrificamos algo, que nos tenemos que conformar con un segundo plato, con el plan B. Pero parece que, en realidad, lo único que existe es el plan B y que aquello que nos entristece porque no pasa, es algo inexistente, una idea, y las ideas sólo encuentran su lugar en las cabezas.

Hubo otra razón por la que esta forma de ver las cosas me sorprendió. En un momento de la conversación con nuestra presentadora, Álex comentó que, seguramente, llenaba sus películas de tanto artificio para compensar sus carencias. “¿Crees que tienes muchas carencias?”- preguntó sorprendida Cayetana, que obviamente tiene una muy buena opinión de él. No cumplo con mis propias expectativas -continuó De la Iglesia- porque soy muy vanidoso.

Igual no lo es, pero yo creí ver una contradicción que me hizo gracia. El mismo hombre que sentía perseguir una imagen inalcanzable de sí mismo, era capaz de reconocer que su valor consistía no en imaginar imposibles, sino lidiar con lo posible, con lo que se encontraba frente a él sin esperarlo.

“Lo óptimo es enemigo de lo bueno” solía repetir un jefe que tuve. Pues mira tú por dónde, el señor de la Iglesia parece capaz de conciliar los dos. Su “grandes expectativas” no le impiden seguir adelante, no le paralizan. Es capaz de conciliar el anhelo de poner en escena algo “perfecto”, “ideal”, con la realidad que tiene que afrontar para conseguirlo, esa realidad llena de imprevistos. Lo de las expectativas y su vanidad lo dijo con cierta sorna, porque da la sensación que es capaz de tomarse en serio a sí mismo y de reírse de él a la vez.

Y esto me lleva a otro punto de la entrevista, aunque no sepa muy bien por qué. Álex también nos contó que las personas que se creen con derecho a opinar de manera rigurosa y seria sobre un tema le producen vergüenza. La clave debe estar en “de manera seria y rigurosa”. Suena un poco a imponer lo que uno piensa a la naturaleza de las cosas, a no ser capaz de lidiar con imprevistos, a no hacer conveniente lo que viene torcido.