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Atlas de la vida y profesión de Almudena Grandes

  • En estos días se representa en Madrid Atlas de la geografía humana
  • La novela de Grandes ha sido llevada a las tablas por el CDN
  • La escritora nos habla de la memoria, sus personajes, y de la mujer

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Entrevista a Almudena Grandes

Recordar es inventar, vino a decir Almudena Grandes cuando Cayetana le preguntó por su pasión por la historia. Y "el olvido también es creación", añadió. Lo que no parece que le guste nada a la escritora son las verdades a medias. Por la mala intención, imagino. Entendiendo mala como "interesada" y entendiendo interesada como "ventajista".

Almudena defendió la libertad en la escritura pero habló de lealtad. Prefiere esa palabra a "fidelidad". Cuando se habla de hechos o personajes históricos hay que imaginarlos libremente pero hay que ser leal a lo que ocurrió.

También nos habló de cómo se sintió en los 80. Creyó pertenecer a una generación de elegidos. Se estrenaba un nuevo país con la transición, se estrenaba casi todo en ese país porque, en los 80, el mundo que te precedía encajaba mal con los modernos aires de fiesta.

Yo recuerdo aquella década como el principio de lo bueno. Yo no compartía la exaltación de Almudena, no podía sentirme de los elegidos porque no lo era, pero sí era exigente y creía que eso que empezaba, era el primer escalón, el más bajo, lo mínimo aceptable. Yo pensé que ya siempre iba a haber impulso y dinero para nuevas revistas, nuevos programas de televisión, para el cine, la literatura. Yo me creí a pies juntillas lo que Almudena describió como la gran estafa. Yo creí que empezábamos, como país, a ser ricos. No dudé ni de la riqueza, ni de la inteligencia, ni de la ecuanimidad, ni a apertura de miras. Yo sinceramente creí que lo bueno acababa de empezar.

Como los personajes de Almudena en Atlas de geografía humana me caí del guindo al cabo de los años. Como no pensaba que formase parte de ningún Olimpo, mi aterrizaje fue quizá menos forzoso. Pero cuando veo los inconfundibles peinados de los 80, cuando me llega el olor de esos aires de fiesta, me pongo triste. Aquello que creí que era el principio, resultó ser único. Luego vino otra cosa.

No me atrevo a juzgar qué era mejor o qué peor. Lo que sí puedo decir es que me equivoqué al pensar que un grupo amplio de personas coincidíamos en cómo imaginábamos el “buen futuro”. No debimos coincidir porque no ha sido eso lo que ha pasado. Es posible que la dichosa coincidencia ni siquiera ocurriese entonces. Mira tú por dónde, ahí fui creativa con el recuerdo y con el olvido.