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A lo largo de la Edad Media, los andalusíes siempre tuvieron curiosidad por las llamadas Ciencias Ocultas como en la Magia, la Astrología o el estudio de los presagios y éstas fueron populares entre todas las clases sociales.
La tradicción mágica andalusí
Unas de las creencias que dan sentido a estas artes ocultas es la existencia de los genios (yínn, en árabe), popularizados en Occidente por las "Mil y Una Noches", pero que hunde sus raíces en creencias preislámicas anteriores.
Había genios buenos y malvados; femeninos y masculinos. La aparición de los genios asociados a rituales de magia blanca de al-Ándalus hubo de ser una constante, tal como deja deducir el manuscrito morisco misceláneo conocido como “Libro de Dichos Maravillosos” que, si bien se trata de una copia tardía de los siglos XVI-XVII, su contenido enraíza con la tradición mágica andalusí según afirma la arabista Ana Labarta. En esta obra se citan en torno a un centenar de nombres propios de genios o yunún que son invocados para tener participación activa en diversos procesos mágicos que buscan un beneficio para el solicitante o sus allegados, sus propiedades o sus intereses en general.
También la medicina se surtía de estas creencias y algunos síntomas de enfermedad eran considerados obra de los yinn o de alguien que hubiera recurrido a ellos a través de encantamientos y el mal de ojo para hacer daño a una persona non grata. Resulta por ejemplo curioso que el autor de la "Nubdat al-´Asr" aluda a que "demonios negros" llenaron de ansiedad y nervios el corazón y la cabeza de Aixa, esposa legítima de Muley Hacén, ante los desvaríos de su marido con la favorita Zoraida, en base siempre a estas creencias populares islámicas.
“Demonios negros llenaron de ansiedad y nervios el corazón y la cabeza de Aixa, esposa legítima de Muley Hacén, ante los desvaríos de su marido con la favorita Zoraida“
Normalmente, quienes se encargaban de realizar estos conjuros y rituales eran hombres piadosos, santones sufíes, alfaquíes, o sabios (hakim) conocedores de numerosas disciplinas que mantenían en secreto tales prácticas y rituales.
A través de una simbología esotérica islámica y a veces, sincrética, que rápidamente enraizó en la espiritualidad popular, se incorporan elementos como cuadrados mágicos, geometrías sagradas, símbolos como la Mano de Fátima, la Llave, los Sellos de Salomón o David, ciertas azoras propiciatorias (como la Kursi), etc.
Así, estas creencias pasaban de lo social a lo domésctico: muchas casas nazaríes incluían también accesorios o la escritura de estos símbolos o azoras del Corán para protegerse del Mal de Ojo, las alimañas y las fuerzas de la Naturaleza. La propia Alhambra está llena en sus muros de deseos y bendiciones tanto para el edificio como para los que moran en ella, el símbolo de la Mano de Fátima y la Llave.
Las Mezquitas nazaríes llevaban unos remates (yamûr) con tres bolas en las que se colocaban dentro unos papeles con fórmulas protectoras para evitar que ratones y serpientes entraran en el edificio. En al-Andalus, la media luna aún no existe sino que terminan en punta o en flor.
Amuletos y talismanes
Otra creencia popular era el poder de los amuletos y talismanes que eran llevados por miembros todas las clases sociales. A través de conjuros y el uso de esta simbología sagrada e iniciática se creaban los llamados hirsh o "alherces", amuletos donde se escribían con tinta de azafrán o sangre de animal aleyas de azoras del Corán, jaculatorias (la Basmala, "En el Nombre de Dios") o incluso palabras mágicas en árabe, persa, latín, hebreo o griego que enrolladas se metían en un cartucho de metal, madera o tela. Después se perfumaba con alcanfor y almizcle y se llevaría en un saco que llevado o cosido a la ropa protegía y daba suerte a su portador.
Una variante del "alherce" eran las cartas de la muerte, unos pliegos escritos con azoras o preces islámicas propicias en tinta de azafrán que se colocaba en la mortaja del cuerpo de los difuntos para propiciar su tránsito al Más Allá.
Los talismanes o colgantes hechos en metal son otra fórmula de protección que combina lo anterior dicho para los "alherces" con la función de adorno. Hay talismanes con muchas formas, e incluso hechos con pedrería y oro o plata. Pero particularmente interesantes son los colgantes que tienen formas de objetos cotidianos como brazos, pies, espadas, zapatos e incluso un falo, tal como describe el arqueólogo Antonio Porrúa para el caso del Islam murciano. Estos talismanes se ponen al cuello o incluso van colgados del collar o arreos de animales como los pinjantes de caballo.
El futuro está en las estrellas
Y ya, por último tenemos la astrología (ilm an-nuyûm), desarrollada en España desde siglos atrás por los "estrelleros" (en la terminología medieval) y que gozó de especial desarrollo gracias a autores judíos y árabes y las traducciones de Alfonso X el Sabio realizadas sobre sus escritos, por ejemplo del libro "Picatrix, tratado de magia y astrología", atribuido a Ibn Maslama de Madrid o el"“Libro complido de los Judizios de las Estrellas" de Alí Ibn Ragel.
En la España cristiana, es bien conocida la afición del rey Pedro I de Castilla a los horóscopos y vaticinios y la famosa predicción que le hace el sabio Abenalhatib sobre su futura muerte en Montiel o las alusiones a los planetas y sus influencias que salen en "El Libro de Buen Amor". En la Granada nazarí se estudiaban estas ciencias en una Universidad creada en 1349 por Yusuf I, la Madraza.
La Astrología y su concepto del Universo como un macrocosmos holístico interrelacionado con el hombre, influirán ampliamente en el desarrollo de otras ciencias como la Medicina, Geometría, la Alquimia, la Astronomía (Tablas dedicadas al cálculo de las posiciones planetarias, cosmología y construcción de instrumentos astronómicos como astrolabios y sextantes) y las matemáticas en sus diversas ramas (trigonometría, aritmética).
Destacan a lo largo de los siglos, astrónomos como Ibn al-Arqam al-Numayri, quien introduce en al-Andalus el astrolabio lineal, o como Muhammad Ibn al-Raqqám (s.XIV), autor de unas tablas astronómicas. Otras figuras importantes fueron Hasan y Ahmad Ibn Baso (s.XII-XIII), padre e hijo respectivamente, astrónomos y constructores de instrumentos. Ambos desempeñaron en la mezquita aljama de Granada el cargo de muwaqqit, consistente en ocuparse de todas aquellas cuestiones astronómicas relacionadas con el culto, por ejemplo, para elaborar los calendarios que servían para indicar las horas del culto o para establecer la dirección de la alquibla.
Los astrólogos judíos ocuparían también un lugar destacado en la transmisión de esta astrología de origen árabe a Occidente a lo largo de toda la Edad Media, bien en Al-Andalus o en los reinos cristianos. En la Castilla de los Reyes Católicos, Abraham Zacuto será el último representante sefardí de la Astrología y la Astronomía en España.
En la Granada del siglo XV todavía tenemos la presencia importante de astrólogos en la corte nazarí. Una leyenda cuenta que Morayma, esposa de Boabdil, mandó llamar a un famoso sabio que se llamaba Ben-Maj-Kulmut. Se dice que consultó con él y en gran secreto el horóscopo del "Rey Chico". El anciano sabio le trajo de vuelta a la temerosa esposa una respuesta nada halagüeña: "Dicen las estrellas que el último Rey Nazarí vivirá mucho para padecer mucho"; como así ocurrió en la vida real.
Este de Boabdil, sería el primer vaticinio o jofor, de los muchos que veremos en los años siguientes a la Caída del Reino de Granada y durante todo el siglo XVI y XVII, en plena época morisca. Son los últimos intentos por mantener viva la memoria histórica del Reino Nazarí y la fe en que algún día volverían a ver Al-Ándalus con su esplendor de antaño.