Vargas Llosa: Miénteme y dime la verdad
- Benjamín Prado entrevista a Mario Vargas Llosa en su casa
- Una charla en exclusiva para ¡Atención obras!
"No se puede vivir sin mentiras", le dijo Vargas Llosa a Benjamín Prado más o menos hacia la mitad de la entrevista. Por lo que hablaron entre ellos no tuve la sensación de que Vargas Llosa se refiriera a las mentiras piadosas, ni a las mal intencionadas, ni a las ventajistas. No eran las mentiras de “contar mentiras”. Parecía, más bien, que aludía al autoengaño, pero tampoco a un autoengaño ramplón, ése de no sé encajar ni las críticas ni la autocrítica. Mario Vargas Llosa venía a decir que estamos construidos por mentiras. Somos de una manera pero bien podríamos ser de otra. No hay una verdad que nos fundamente. De hecho, los demás son diferentes y no por ello erróneos.
¿Qué nos sustenta entonces? La fe, la fe en una mentira. Sueña el rey que es rey y manda -nos decía, más o menos, Calderón de la Barca-. Pero si no soñara el rey… Si no creyéramos en la ficción que somos, si no existirá ese acto de fe en nosotros mismos, no podríamos hacer nada, nos paralizaría el horror, no podríamos reinar, pero el hecho de que reinemos no quiere decir que de verdad, de verdad, seamos reyes.
En un corto periodo de tiempo hemos podido ver en Madrid dos puestas en escena de obras de Vargas Llosa, La Chunga y Kathie y el hipopótamo. Los dos trabajos tienen algo en común, que el espectador se va a casa sin saber qué ha pasado realmente, y que todos los personajes, en cambio, sí creen conocer los hechos, aunque sus versiones de lo ocurrido sean diferentes e incluso contradictorias.
Personalmente eso es lo que más me ha sobrecogido de estos textos. Cómo la fantasía infecta la mente haciendo que nuestra relación con la realidad sea... No puedo definir cómo es porque no estoy segura de saber hasta dónde llega mi invención.
El asunto es que decidimos creer. Creer que sabemos lo que ha pasado, que sabemos lo que somos. Los escritores llaman a esta entrega del lector (o espectador) “suspensión de la incredulidad”. Y es que Vargas Llosa nos contaba que la operación de sostener la propia personalidad y la de aceptar como verosímil un cuento se parecen. Jugamos a creernos las historias que se nos relata por algo. La explicación que nos daba era que la ficción, las mentiras, nos permiten elaborar una estratagema –dijo-para completar nuestra existencia y vivir lo que queremos vivir... porque queremos vivir, eso ya lo añado yo. No podemos evitarlo, nos han dibujado así. Nos soñamos para ser y los sueños son.