Jose Antonio Guardiola

José Antonio Guardiola durante un rodaje.

Empecé en el periodismo local (en Guadalajara). Y mantengo que no hay mejor escuela. Allí aprendí a desconfiar de los poderosos. Y más aún de los que se creen poderosos.

Me apasionan los mapas. Creo que leerlos es otra forma de viajar. Intento ponerme siempre en el lugar del otro. A veces cuesta, sobre todo en las guerras. He ido a unas cuantas. En Afganistán 2001 disfruté de esta profesión como nunca (que no se malentienda, fue uno de los viajes más duros de mi vida, pero la ausencia de poder es el mejor salvoconducto para el periodismo).

Ahora prefiero cubrir las posguerras. Casi nadie lo hace y me parece obligado. ¿País favorito? Empiezo por Cuba y sigo por Zimbabue. ¿Ciudad? Roma (con permiso de mi Sigüenza). ¿Hotel? El viejo Carrera de Santiago de Chile.

He estrechado la mano de Mandela y sentí su latigazo de Humanidad. Siempre he intentado mantener la mirada a genocidas y criminales de guerra. Procuro cosechar amigos en todos los viajes. Y honrar a los que se han ido (Julio, Miguel…).

En gustos musicales soy un tanto amorfo: igual escucho Asfalto que Caravan Palace, Bach que Jethro Tull. En literatura, me debato entre la prosa quirúrgica de Coetzee y la nobleza de Vargas Llosa. Procuro releer los Episodios Nacionales. El cine es cosa de Coppola. ¿El paraíso? A medio camino entre Baracoa y Knysna.