Samarcanda, la ciudad de la Ruta de la Seda
Samarcanda es el corazón de la Ruta de la Seda. Millones de viajeros llegados de todo el mundo se aventuran en esta experiencia única en la vida.
En ella, nos encontramos con la Plaza del Registán, el centro neurálgico de la ciudad que aúna las Tres Madrazas, Ulughbek, Sher Dor y Tilla-Kari, de las que cabe destacar su hermosa decoración, son motivos geométricos y florales, y el intenso azul de las cúpulas. Se terminaron de construir entre los siglos XVI y XVII.
La majestuosidad de esta plaza reside en el tamaño y armonía de los edificios. Cientos de estudiantes acuden a formarse con conocimientos de medicina, astronomía y música, entre otros.
Una ruta milenaria
El Registán era el centro de la actividad de la ciudad en la Edad Media, donde se organizaba el comercio así como las grandes celebraciones. Razón de ello era la Ruta de la Seda, por la que durante muchos años los comerciantes, principalmente chinos, transportaban por ella sedas, pieles, te y especias. La moneda de pago, era el oro y la plata, las piedras preciosas y la lana.
Por aquel entonces la ruta recorría unos 4.000 kilómetros desde China al Este de Europa, cruzando por el Sur de Asia y el Próximo Oriente. Este tránsito y flujo de dinero favoreció que en las ciudades se levantasen monumentos que, hoy en día, son Patrimonio de la Humanidad.
La Ruta de la Seda también supuso un intercambio de información e ideas para quienes se encontraban en el camino y discutían sobre las civilizaciones de Oriente y Occidente. Así pues, la aventura y el conocimiento eran otra moneda de cambio.