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El Liceu que surgió del fuego

  • En estos días se cumplen 20 años del incendio que destruyó el recinto
  • ¿Mereció la pena la costosa reconstrucción de este templo operístico?
  • En la actualidad el Liceu pasa por serios problemas económicos

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El Liceu que surgió de las cenizas

"El fuego puede ser renovador", dice Alex Ollé, el director de La Fura del Baus. Y tiene razón. Sin el incendio lo más probable es que la necesaria reforma del Gran Teatre del Liceu se hubiese hecho por etapas, de forma precaria y limitada, y dudo mucho que los resultados fuesen los actuales. Por tanto, producciones como las suyas (D.Q, o El Gran Macabre, por ejemplo) muy difícilmente habrían podido subir al escenario. La oferta del Liceu seguiría siendo poco menos que decimonónica.

Incendio del Teatro Liceo de Barcelona 1994

Pero lo cortés no quita lo valiente, y el 31 de enero de 1994 un servidor, como barcelonés y como amante de la ópera, se estremeció e incluso soltó alguna lágrima contemplando la columna de humo que salía del Liceu. Y no era solo pensando en cuanto tiempo más debería esperar para escuchar a Liú cantar “signore ascolta...”, ni por el pastón que me había costado la entrada de Turandot. Era una sensación de pérdida más fuerte: la de saber que no había vuelta atrás, que algo irrecuperable se iba, y que por muchos esfuerzos que se hicieran, no volvería a ser como antes.

Informe semanal: Regreso al Liceo. La soprano Montserrat Caballé conduce un reportaje sobre la historia del Teatro del Liceo con motivo de su destrucción en un incendio. Y actua entre las ruinas. Emitido el 5 de febrero de 1994

Jaume Tribó, de profesión apuntador (veterano ya hace 20 años y todavía hoy al pie del cañón) nos dice que era un teatro muy querido, y para enfatizarlo nos enseña el anagrama del Liceu que lleva tatuado en el pecho. El mismo Liceu es como ese tatuaje: no se borra. Resurge de las cenizas (nunca mejor dicho). ¿Distinto? Sin duda. ¿Mejor? Aquí habrá opiniones para todo. Pero lo cierto es que la remodelación del Liceu posibilitó un nuevo modelo de gestión que abrió las puertas a otro tipo de producciones y por ende, de público y, en definitiva, colocó el emblemático teatro en el lugar que le correspondía: el siglo XXI.

Hoy el Liceu vive momentos de crisis. Como la cultura en general. Lo dice Alex Ollé y añade que tal vez sea necesaria una nueva remodelación. De otro tipo, pero remodelación al fin y al cabo. Hace escasos días el director general de la entidad, Roger Guasch, presentó un nuevo plan estratégico que desgraciadamente incluye más despidos. Lo vimos hace veinte años: al parecer, no hay cambio sin dolor.