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Soledad Lorenzo: Pensamiento visual

  • Nos habla de arte contemporáneo y las claves para entenderlo y disfrutarlo
  • Además nos comenta algunos de los capítulos del libro Una vida con el arte

Por
Soledad Lorenzo y el arte como modo de vida

Resulta que ya la conocía, que había coincido con ella y yo no lo recordaba. Buscando documentación, como hacemos siempre que viene un invitado, me entero que Soledad Lorenzo había sido la comisaria de la exposición Europalia del año 85 que se dedicó al arte español. Yo había estado allí rodando para un programa que se llamaba Planta Baja. Cómo sabía que nuestro trabajo había sido exhaustivo, pedí los programas sin sospechar que los brutos aún se conservaban. Y vino el material que rodé tal y como lo rodé, y yo no lo reconocí.

Vi a Soledad mucho más joven saliendo de detrás de un soportal de la Grand Place, encontrándose con la cámara de forma “forzadamente” natural. “¡Qué burro/a quien ha rodado esto!” - pensé sin sospechar que se trataba de mí. Vi más planos en distintas localizaciones. Unos generales insoportables para que se notara que estábamos en Bruselas que me parecían a cual más ridículo. La época -me dije-.

Comenzaron a aparecer más y más imágenes de cuadros y fotos que estaban incrustados en mi memoria como sólo se incrustan las cosas que ves cuando eres joven. Bueno, eran las mismas obras que rodé, así que era normal que las recordara. Apareció entonces un centro comercial y en el centro comercial, mi hermano. ¡Mi hermano con pelo! Sin duda era el material original de aquel programa en el que yo trabajé. Volví a la grabación con Soledad Lorenzo y me reconocí gritando: “Ha valido”.

Sobrecoge un poco tener testimonio fehaciente de un momento de tu existencia que no recuerdas. Sobre todo cuando había estado repitiendo estos días que nunca había coincidido en un rodaje con Soledad. Lo decía con fastidio mientras leía el libro que acaba de publicar, Una vida con el arte. Fastidio porque me estaba interesando muchísimo lo que contaba. Según avanzaba en la lectura, más me apetecería escuchar lo que pudiera contarnos en plató.

Soledad habla mucho de lo que ella llama la inteligencia de la mirada. Propone que hay un pensamiento en “imágenes”, un pensamiento que no hay tradición de educar porque da la sensación que basta con abrir los ojos para ver. Nos decía que esa falta de cultivo es la razón por la que nos sentimos a veces tan alejados del arte contemporáneo. No sabemos mirar porque no nos han enseñado.

“La gente cree que entiende a Velázquez porque reconoce las figuras, ve personas -dijo más o menos- pero Velázquez es uno de los artistas más complicados que ha habido”, dijo Soledad en la entrevista. El acto de ver no acaba cuando reconoces el objeto pintado. El siglo XX ya nos liberó de esa obligación, nos recordaba. Ver es un proceso activo. Se ve mientras se piensa en imágenes y se piensa mientras ves imágenes. Ver conlleva un tipo de pensamiento no asociado a palabras.

A la falta de educación de la mirada, Soledad añadió la belleza como una de las cosas que ha podido alejarnos de la comprensión del arte. La belleza complace fácilmente, tanto que podría creerse que es el único objetivo de la actividad artística. Pero no se trata de dar de comer al ojo, sino al corazón o al cerebro, al órgano que reúne la emoción y el proceso de esa emoción. El arte pone un soporte a lo inefable, a lo particular, a lo único.

“Hay cosas que no pasan porque no interesan”, citó a uno de “sus artistas”, al pintor Pablo Palazuelo. La palabra es dogmática -sostenía Soledad- el arte no. El arte da cabida a todas las realidades posibles, a todas las verdades. Quizá por eso no se educa la mirada, para que seamos absorbidos por un pensamiento único más fácilmente. Si la verdad es única, se trata siempre de la verdad de unos pocos.