Miguel Rellán y el cambio
El actor Miguel Rellán viene al plató para hablar con Cayetana Guillén Cuervo
Publicamos laentrevista al completo
Su “Novecento” es un monólogo inspirado en un cuento de Alessandro Barico
- Según Rellán, los espectadores vamos al teatro a salir distintos de como entramos
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Reconozco que me recalcitran las historias que nos presentan un personaje desde la más devota admiración. Se habla de él o ella como si fuera un ser sobrenatural en el que no cabe ninguna tacha.
Es aún peor cuando se trata de algún tipo de perdedor; entonces sus taras se convierten en un signo de distinción. Por esto la historia de Novecento tiene algo que me molesta bastante.
Ese pianista que no sale de un barco y que toca una música mejor que buena, incluso mientras el piano se desplaza por el salón de baile mecido por el oleaje, no me es simpático.
El monólogo de un trompetista
Su fabulosa vida nos la cuenta un trompetista vulgar, como le calificó el actor que lo interpreta, Miguel Rellán. Nos la relata a modo de monólogo y se enfrenta al público sin decorado, ni atrezzo, ni nada de nada. Sólo tenemos su presencia y el texto. Pues algo en su interpretación consigue que el superdotado teclista no me recalcitre.
“Nuestro narrador desembarcó para vivir“
Voy a intentar explicarme. El trompetista había pasado sólo seis años de su vida tocando con Novecento en el trasatlántico en el que nació el pianista y del que nunca salía.
Nuestro narrador dejó el barco porque sintió que ya era suficiente, que tenía que vivir otras cosas. Desembarcó para vivir.
Seis años en el mar
Lo que me sobrecoge es que al final del camino, que debe ser el momento en que nos cuenta la historia, lo único que parece quedarle en la vida, lo único que no lamenta haber vivido son esos seis años yendo de un lado a otro del océano.
“Lo único que no lamenta haber vivido son esos seis años yendo de un lado a otro del océano“
El trompetista se fue de la nave sin imaginar que nada de lo que le quedaba por experimentar iba a ser mejor. Su tiempo es únicamente el tiempo que duró ese encuentro con Novecento; esos seis años de música son toda su existencia.
La profunda desolación, la pena, la aspereza no está tanto en el texto como en el actor, Rellán. Gracias a su forma de estar, yo puedo pasar por encima de la grandiosidad del virtuoso e intuir otra clase de individuo, un tipo parecido al narrador, un hombre asustado, obsesivo, cerrado e incapaz de seguir adelante.
Uno de nosotros
La manera en que Rellán entiende su personaje transforma la imagen del protagonista ausente y lo convierte en uno de nosotros; alguien aferrado a lo que se le da bien, a su zona de confort (como se dice ahora), alguien cuyo brillo esconde una profunda y triste oscuridad, alguien que se aferra a lo conocido por el terror que le produce… cambiar.
“Los espectadores vamos al teatro para salir distintos de como entramos“
Es curioso, en un momento de la entrevista, Rellán le dijo a Cayetana que los espectadores vamos al teatro para salir distintos de como entramos. “Cámbiame –le pedimos- cámbiame”.
Imagino que por eso, porque corremos el riesgo de ser distintos de cuando entramos es por lo que, a veces, la cultura produce malestar.