Pera Tantiñá. A favor del aburrimiento
- ¿Hemos crecido sin tener nuestras propias fantasias?
- La Fura prersenta su primer 'smartshow'
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Tengo una hijastra de 8 años que tiene terror a aburrirse. Si tardamos en salir de casa y le toca esperar dos minutos, enciende la play, la tele o la tablet. No soporta estar un segundo quieta y en silencio. Es más, si el padre no la deja tocar ningún aparato, nos empieza a hablar de forma compulsiva para que emitamos ruidos que la entretengan.
“¿y puedo jugar con mi imaginación?“
Por otro lado, tengo una amiga cuyo hijo ha salido algo diferente. Cuando los padres le castigaban sin tele, play o lo que sea, preguntaba respetuoso, ¿y puedo jugar con mi imaginación?
Yo me parezco más al segundo niño que a mi hijastra. No sólo pasé en Bavia gran pare de mi infancia, sino que permanezco allí en muchos momentos de mi vida adulta. Soy un habitante de Bavia.
“Es que no os sabéis aburrir” -le dice a sus hijos Pera Tantiña, uno de los directores y fundadores de la Fura del Baus-. “Cuando te aburres, creas” – explicó-. “Ahora nadie crea porque siempre estás conectado”. El pensamiento que te piensa, así lo llamaba un amigo mío.
“Ahora nadie crea porque siempre estás conectado“
Quizá yo sea un caso extremo. Mi pareja anda preocupado por mi facilidad para no estar en este mundo. Una compañera mía les ha puesto nombre a “mis ausencias”. Han conseguido preocuparme. De modo que, cuando el otro día escuché a Tantiñá, sentí un gran consuelo; porque yo tengo la sensación de que cuando me ausento, resuelvo problemas. No es que me ponga a pensar, es que no pienso. Las ideas vienen a mi cerebro que, como un antivirus, trabaja en segundo término sin que yo me entere para ofrecerme generosamente un resultado.
Cuando conocí a mi hijastra, que sí es de este mundo, me sorprendía tanto su horror vacui que empecé a pensar que los niños, de entrada, no saben hacerse compañía a sí mismos, que es algo que aprenden. Ahora ya sé que no porque no todos los adultos han aprendido, y también sé que cuando no puede estar a solas con uno mismo, hay que llenarlo todo de ruido. Es más, he empezado a sospechar que esas pantallas que hay en el metro, los teléfonos móviles que todos atienden de forma continua, las tablets, la play… tienen como objetivo que no tengamos ni una idea propia, que todo nos venga de fuera cuando estamos indefensos, en los tiempos muertos, en esos hermosos momentos en los que mirábamos las musarañas. ¿Saben los jóvenes lo que son las musarañas?
La Fura
El último espectáculo que La Fura ha presentado en el festival GREC de Barcelona, M.U.R.S., trata de este asedio al pensamiento. Estamos tan invadidos que parece que toda una generación de personas ha crecido sin haber acuñado fantasías propias.
Todo esto me recuerda algo que creí entender, hace ya bastantes años, de un libro de Julia Kristeva. Digo creí porque me falta formación psicoanalítica y me es muy difícil comprender la totalidad de lo que explica.
Kristeva lamentaba lo complicado que se había vuelto ayudar a sus pacientes porque no eran capaces de generar imágenes de su invención, historias, relatos particulares, singulares, que portaran los misterios de su existencia. Parecía como si estas personas tomaran prestados de la televisión los recipientes donde depositar sus conflictos. Estos recipientes se comportan como patrones, como moldes que, al dar una forma prefijada, impiden al individuo “particularizar” su expresión. Les obliga, entonces, a moverse en lugares comunes, a tener los mismos problemas, ansiedades y, de alguna manera, la misma historia. Y, claro, ya lo dice el refrán, mal de muchos, consuelo de tontos.