Seprona: protegiendo el medioambiente
- ¿Recuerdas el capítulo 6 de Olmos y Robles, en el que un cuervo blanco fallece víctima de un cebo envenenado?
- Más allá de la ficción, esta práctica sigue teniendo gran tradición en nuestro país
- El SEPRONA y el Servicio Cinológico del a Guardia Civil lucha contra el uso ilegal del veneno a través de la operación Antitox
El uso de cebos envenenados es una práctica común en el campo español. Durante más de un siglo, la Ley de Caza de 1879 autorizó a agricultores, ganaderos y cazadores matar con veneno a aquellos animales que consideraban dañinos para su actividades.
Pero esta práctica llevó al borde de la extinción a numerosas especies, desde aves rapaces y carroñeras a mamíferos como el lince ibérico y el oso pardo. Y es que el no selectivo del veneno convierte en víctima potencial a cualquier animal que lo ingeste, incluído el ser humano.
En 1983 se prohibió el uso de cebos envenenados y en la actualidad constituye un delito contra la fauna, pero aún así sigue siendo una práctica muy extendida. Además, la compra de estos venenos es legal, lo que facilita su uso ilícito.
ANTITOX, la lucha contra el uso ilegal del veneno
Desde hace varios años, el Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) persigue el uso ilegal del veneno en el medio natural a través de la operación ANTITOX. Además, desde el año 2007 han tenido un papel fundamental la unidad canina de la Guardia Civil, que adiestra perros para que detecten los cebos y animales envenenados. Una labor para la que cuentan con la activa colaboración de varias organizaciones ecologistas, principalmente a través del Programa Antídoto y el Proyecto Life+ veneNO, que ayudan en la detección y persecución de estas prácticas.
En la actualidad el uso del veneno tiene consecuencias devastadoras y es una de las mayores amenazas para la biodiversidad. Según SEO/ Birdlife, solo en la última década han muerto por envenenamiento más de 7.000 ejemplares de especies protegidas, como el águila imperial, el milano real, el buitre leonado, el quebrantahuesos, el lince o el oso pardo. No hay duda de que muchas de estas especies están viendo amenazada su existencia por culpa del uso de veneno.
Y para muestra, un ejemplo. El veneno ha sido la primera causa de mortandad no natural del milano real en los últimos 20 años. Esta ave rapaz, muy común hasta hace unos años, estuvo al borde de la extinción en comunidades como Islas Baleares, pero el trabajo sobre el terreno de organizaciones, autoridades e instituciones ha permitido frenar su declive y mostrar cierta recuperación. Aún queda mucho trabajo por hacer y la clave está en perseguir y condenar a quienes colocan cebos envenenados en el campo.
En este aspecto se están dando pasos de gigante: solo en los seis primeros meses de 2015 ya se han impuesto 102 infracciones administrativas y 15 infracciones penales.
Un campo inmenso que explorar
No es fácil detectar y perseguir el uso de cebos envenenados. España tiene una superficie forestal de 27,7 millones de hectáreas, un campo inmenso en el que es complicado localizar los animales envenenados intencionadamente y a los responsables de esparcir los cebos. Pero por difícil que parezca, el SEPRONA cuenta con técnicas eficaces para localizar a los culpables.
Precisamente esta semana ha sido noticia la condena de año y medio de prisión y 360.000 euros a un ganadero de Ciudad Real por envenenar a seis águilas imperiales en el año 2012. En Castilla-La Mancha sólo quedan 150 parejas de águila imperial ibérica, por lo que envenenar hasta la muerte a estos 6 ejemplares supone un impacto devastador sobre esta especie.
El veneno, también en la ciudad
Pero no solo el uso intencionado de cebos envenenados constituyen una amenaza para nuestras especies en peligro de extinción. Muchos animales fallecen al inferir principalemente productos fitosanitarios en el campo para el cuidado de plantaciones y protección de plagas. El uso de rodenticidas anticoagulantes, empleados por ejemplo en el control de plagas de topillos en Castilla y Leon en 2007, tuvo como consecuencia el envenenamiento de aves rapaces muy sensible a estos productos, como el Milano Real.
En la actualidad, el veneno también ha llegado a la ciudad, donde se ha detectado su uso para eliminar principalmente perros y gatos considerados molestos. La colaboración ciudadana es una pieza fundamental para acabar con esta práctica. Porque salvar nuestros animales aún está en nuestras manos.