Mayra Gómez Kemp: "El homenaje de Cuéntame me parece precioso"
- La magia de Cuéntame reúne los Alcántara con la Mayra de 1984
- RTVE.es charla con la presentadora sobre su 'aparición' en la serie
- Vuelve a ver Un, dos, tres, responda otra vez a la carta
Es uno de los rostros más queridos de la pequeña pantalla. Mayra Gómez Kemp forma parte de la memoria colectiva de una generación de españoles: la que creció viendo el Un, dos, tres. Tres décadas más tarde, su risa contagiosa ha vuelto a colarse en nuestras casas gracias a Cuéntame cómo pasó. RTVE.es ha charlado con ella para saber qué siente al entrar en una de sus series favoritas y compartir 'subasta' con los Alcántara gracias a la magia de la televisión.
PREGUNTA: El Un, dos, tres ya ha salido en más ocasiones en la serie, pero este capítulo es muy especial porque, por primera vez, se muestra el concurso por dentro. ¿Qué le parece el homenaje?
RESPUESTA: A mí me parece precioso, sobre todo, pensando en su creador, Chicho. Para él es un guiño fabuloso que una serie tan querida como Cuéntame tenga un capítulo en que estén ellos en el Un, dos, tres. Me parece una idea fantástica.
P: ¿Es usted seguidora de la serie?
R: Sí, la veo cuando puedo. Me gusta mucho, como a mucha gente. Reflejan un momento de nuestra historia a través de la vida de unos personajes, las cosas que, por lo menos, yo viví.
P: El capítulo enseña la trastienda del Un, dos, tres. ¿Cómo era el día a día del programa?
R: El día empezaba a las diez de la mañana. Hacíamos un ensayo en el mismo estudio, en el decorado, de todo el programa. Desde la primera palabra que yo decía cuando bajaba la escalera, la entrada de los actores, la figuración… Se ensayaban las pruebas de la eliminatoria, si había un juego, para que todo funcionara bien. Se empezaba a grabar a las tres de la tarde y se terminaba cuando se terminaba.
P: ¿Cuántas horas en total?
R: ¡Todas! [risas]. Y además, yo con tacones. El despertador me sonaba al día siguiente a las seis de la mañana: me iba a hacer mi programa radio, tres horas en directo, de lunes a viernes. Estuve tres años sin vacaciones. Ahora miro atrás y me digo: ¿cómo sobreviví? No lo sé. Además, ensayábamos los domingos con Chicho. Recuerdo que cuando le dije una vez a Chicho: “Por favor, que hasta Dios descansó el domingo”, se me quedó mirando y me dijo: “Sí, pero tú no eres Dios, nena”.
P: Gracias a la magia de la televisión, hemos visto a la Mayra de 1984 compartir plano con Mercedes y Antonio. ¿Qué le parece este milagro de la técnica?
R: ¡Me parece maravilloso! Además, me encanta que la imagen que den de mí sea la imagen de entonces, mucho más joven y guapa! [risas]. Me gusta que la técnica, que hoy en día está tan metida en nuestras vidas, sirva también para cosas bonitas como ésta. Para mucha gente va a ser un viaje por el túnel del tiempo.
P: ¿Qué le parece el decorado que se ha construido para el capítulo?
R: Estuve grabando una entrevista de Ochéntame otra vez en ese decorado y sentí un deja vu. Pensé: “He vuelto al pasado, me he metido con los ministéricos en el túnel del tiempo”.
P: Los Alcántara no solo participan, sino que además ganan el concurso: 800.000 pesetas en la subasta. ¿Qué suponía en aquella época salir en el programa y llevarse semejante premio?
R: Imagínate, la Unión de Hoteleros de España se llegó a quejar porque el día que se ponía el Un, dos, tres bajaba la asistencia a los restaurantes, a los cines… Hasta llegaron a pedir que lo pusieran más tarde, que cambiaran la hora del programa. Es que notaban el bajón porque la gente se quedaba en casa y no salía esa noche. Hay una generación que creció después del Un, dos, tres. Los padres y abuelos les hablan de ese programa y ellos no entienden por qué. A lo mejor al verlo alguno dirá: “Ahora entiendo a mi mamá y a mi papá”.
P: Los Alcántara participan en un programa real, el dedicado a las revistas del corazón. En aquella edición hubo un sketch protagonizado por Fernando Esteso y Rocío Dúrcal en un restaurante. Usted se tronchaban de risa. ¿Estaba preparado? ¿Cuál es la historia de aquel sketch?
R: Me acuerdo sobre todo por Rocío [Dúrcal], porque después fui muy amiga de una de sus hermanas. Muchas veces hemos hablado de ese programa en el que Rocío participó. El skecth no era improvisado, estaba ensayado por ellos. Pero ni el público ni yo lo habíamos visto hasta el momento de la actuación.
P: ¿Es el mayor ataque de risa que ha tenido?
R: ¡He tenido de todo! Además, mi risa es tan escandalosa... El otro día estuve haciendo un spot de televisión con Pablo Carbonell. Me dijo: “Nunca te he contado esto pero, ¿tú sabes cuál fue la primera vez que te vi en persona? En el teatro, en el estreno de Les Luthiers. Yo estaba en el gallinero porque todavía estaba buscando trabajo como actor. Tú estabas abajo y tu risa llegaba a todo el público”. Me reconocieron por la risa.
P: ¿Le viene a la mente alguna anécdota de rodaje?
R: Me acuerdo de que alguien de una revista, en una eliminatoria donde había una tarta, me tiró el tartazo a mí. Chicho tuvo que cortar la grabación, me tuvieron que limpiar toda la ropa, el maquillaje… Y, claro, Chicho dijo: “No puedo abrir la veda de que aquí todo vale contra la presentadora”.
P: Este año TVE cumple 60 años de vida. ¿Qué tiene Un, dos, tres para seguir siendo recordado como uno de los mejores programas de todos los tiempos?
R: No lo sé, quizá se adelantó a su tiempo. ¡Si yo pudiera explicarlo lo repetiría y me haría rica! [risas]. A mí lo que más me sorprende es que treinta años después me sigan parando por la calle y me sigan hablando del Un, dos, tres, ¡como si fuera ayer! Me hace mucha gracia cuando me dicen los de treinta y pico: “Yo crecí contigo”. Y también: “Te sigues pareciendo" [risas]. He envejecido pero me sigo pareciendo, ¡algo es algo!
P: ¿Cree que un programa como el Un, dos, tres triunfaría ahora?
R: Tendría que ser algo diferente... Por ejemplo, algo que impresionaba mucho del Un, dos, tres eran los decorados. Aquello se hacía en una semana. ¡Qué equipo tenía aquella televisión, con Ana del Castillo al frente! Pero hoy en día, con la realidad virtual, eso no impresiona. Nadie se da cuenta del trabajo que hay en eso. Entonces ya no podría ser el Un, dos, tres, tendría que ser el Cuatro, cinco, seis [risas]. Creo que el Un, dos, tres está bien donde está: en el recuerdo.