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Siete cosas que no sabías sobre El Caso y que te van a dejar estupefacto

  • Recordamos las anécdotas más insólitas del semanario de sucesos
  • ¿Sabías que El Caso tuvo un cocodrilo (real) como mascota?

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¿Te acuerdas? - El Caso

Fue reflejo de su época y cantera de aguerridos periodistas. Cronista de la España negra, El Caso se atrevió a contar historias que chocaban con la propaganda franquista en una época en la que la censura lo controlaba todo.

Fundado por Eugenio Suárez en 1952 y con sus características portadas en rojo y negro, El Caso se publicó hasta 1997. Más de cinco décadas después, el espíritu del semanario resucita con la serie El Caso. Crónica de sucesos. RTVE.es ha hablado con Juan Sánchez Rada, periodista que dirigió la publicación en 1987 y autor de los libros 60 aniversario de El Caso y Tras la huella del crimen. Con él, recordamos algunas de las anécdotas más sorprendentes del semanario de sucesos.

1. Un delito de sangre a la semana

Tras la guerra civil, la información sobre sucesos prácticamente desapareció de los periódicos. Asesinatos y demás crímenes eran una realidad incómoda para el régimen, empeñado en transmitir una imagen de paz social.

En este contexto nace El Caso, en mayo de 1952. Para superar la férrea censura, su fundador, Eugenio Suárez, debía a ajustarse a una estricta limitación: publicar únicamente dos delitos de sangre a la semana, que, muy pronto, quedaron restringidos a uno solo.

El Caso - Portadas de 'El crimen del Plantío ' y 'El misterio de la

El Caso - Portadas de 'El crimen del Plantío ' y 'El misterio de la

2. Un cocodrilo en el baño

El Caso tuvo una mascota: el cocodrilo Leopoldo. El saurio salió de una cena benéfica, organizada por el semanario, en la que el fundador, Eugenio Suárez, agasajaba a sus invitados con algún regalo. El pequeño cocodrilo le tocó a una señora, que lo rechazó. Así llegó Leopoldo a la redacción, donde estuvo cerca de dos décadas.

“Andaba entre las mesas, primero como una lagartija y luego como un gato”, cuenta Juan Rada a RTVE.es. "Cuando se hizo mayor, hubo que ponerle un acuario. Cada dos semanas venían dos operarios del zoo a limpiarlo. Mientras tanto, lo metían en el baño. Ponían un cartel de ‘ojo, no pasar. Está el cocodrilo’”.

Leopoldo fue creciendo y, aunque era muy pacífico, dio algún que otro susto. “Algunos que entraban pensaban que estaba disecado o que era una broma”, cuenta Rada. “Un día un fontanero abrió la puerta del baño con una herramienta. El cocodrilo pensó que le iban a dar y le arreó un viaje. Salió subiéndose la cremallera, con el órgano fuera, gritando: “¡Que me la come, que me la come!”.

El cocodrilo Leopoldo, donado al zoo de Madrid (1985)

Aunque en la época hubo quien pensó que debía su nombre a Leopoldo Calvo-Sotelo, Rada revela que la realidad es otra: “Era en honor del obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, que autorizó la publicación de El Caso”, explica.

"Cuando el cocodrilo se hizo mayor, hubo que ponerle un acuario. Cada dos semanas venían dos operarios del zoo a limpiarlo. Mientras tanto, lo metían en el baño”.

Leopoldo tuvo su propia publicación, la revista satírica el “El cocodrilo Leopoldo”, del fundador de El Caso, Eugenio Suárez. En 1985 lo donó al zoo de Madrid, con la cantante Alaska como madrina.

3. Media Europa tras una herencia

En el verano de 1952, ante la escasez de noticias propia del periodo estival, El Caso recuperó una vieja noticia publicada ocho años antes en el diario Madrid: “Diez millones por pasar un año en un panteón”, firmada por Emilio Carrere. El periodista se hacía eco de un rumor, según el cual la francesa Lucie Desmarins legaría una fortuna al hombre que se encerrara con ella en su tumba.

Tiempo después, El Caso rescató la historia como noticia "de relleno", pero pronto se vio desbordado por la respuesta popular: hasta la redacción llegaron miles de cartas de lectores que se ofrecían voluntarios. “Miles de españoles se fueron a París por la fiebre del oro”, cuenta Rada a RTVE.es.

Aquella ‘serpiente de verano’ se propagó fuera de España. Franceses e italianos buscaban el supuesto tesoro en el cementerio de Père Lachaise, donde, según se decía, estaba enterrada Desmarins.

El fundador de El Caso, Eugenio Suárez, contó años más tarde que “no existía la tal Lucía, ni el testamento ni la cláusula. Parece que fue la invención de un periodista desocupado que quiso llamar la atención”. Aunque, según Juan Rada, “algo había”.

El caso - La herencia de Lucie Desmarins

El caso - La herencia de Lucie Desmarins

4. Más listos que la censura

Durante el franquismo, El Caso era, en muchas ocasiones, el único medio que, gracias a su temática – los sucesos-, se salía del relato oficial. Los periodistas se las ingeniaron para superar la censura, tanto la gubernativa como la eclesiástica, con un buen repertorio de trucos.

“La palabra semidesnudo estaba prohibida. Al fundador se le ocurrió poner semivestido y eso pasaba la censura”, explica Juan Rada. “Tampoco se podía utilizar la palabra aborto, sino interrupción del embarazo”. Y respecto a las imágenes, “con el gráfico se subían escotes y se bajaban faldas”.

Una de las portadas que no pasó el filtro de la censura fue la dedicada a 'El misterio de la mano cortada'. El problema: una fotografía que mostraba la mano de una mujer flotando en una lechera de plástico. Para el censor, "iba contra la moral". En plena impresión, tuvieron que parar la rotativa y sustituir la imagen por un gran titular.

Pese a la censura, los periódicos se vendieron como rosquillas. "Hubo algún quiosquero avispado del barrio de Fuencarral que fue al centro para comprar ejemplares a dos pesetas y a venderlos luego a cinco pesetas. La primera vez que ha habido reventa en la prensa", subraya Rada. "A causa de la censura, lo han calificado como el caso más impactante en la historia de El Caso".

5. Puros para ‘El Jarabo’

El crimen del Jarabo, que había asesinado a cuatro personas en 1958, fue uno de los casos más sonados del semanario. En agradecimiento a los ejemplares vendidos, el fundador de El Caso, Eugenio Suárez, le envió una caja de puros para que se la fumara la víspera de que le dieran garrote.

El Caso marcó un hito al vender 480.000 ejemplares en una mañana, pulverizando el récord del diario Marca (300.000 ejemplares tras el mítico gol de Zarra). Las rotativas no daban abasto y el papel, que el régimen repartía en cupos, se agotó.

La palabra semidesnudo estaba prohibida. Al fundador se le ocurrió poner semivestido y eso pasaba la censura.

6. Más rápidos que la policía

El Caso llegó a ser tan popular que no era extraño que, cuando ocurría algún suceso, los vecinos avisaran antes a sus reporteros que a las autoridades. Es lo que sucedió, como recuerda Rada en su libro, en el asesinato de los Marqueses de Urquijo (1980): los reporteros de El Caso llegaron al lugar del crimen media hora antes que la policía.

7. Margarita Landi, la 'rubia del deportivo'

La emblemática periodista trabajó en El Caso entre 1953 y 1987. Se hizo tan conocida que se ganó el respeto de la policía, que le puso el sobrenombre de ‘subinspector Pedrito’. En ocasiones, le enviaban un coche para llevarla al lugar del crimen, y hasta la utilizaron como gancho.

Landi tenía su propio bólido: “Iba con su deportivo, con la melena al aire y adelantaba a la policía que iba en coches viejos”, recuerda Juan Rada. Eran otros tiempos...