El Lazarillo de Tormes
- Clara Peñalver emprende una ruta entre Salamanca y Toledo tras sus pasos
- No se conocía en la literatura un obra que traslade la vida real más sórdida al papel
Sin perder vista que Lazarillo de Tormes es una obra de ficción, Clara Peñalver emprende una ruta entre Salamanca y Toledo tras los escenarios de la obra.
Lázaro de Tormes y su amo el ciego iniciaron el viaje por el puente romano de Salamanca, en un extremo del cual se levanta la figura de un verraco. El ciego gasta una “broma” al chaval cuando le hace acercar la cabeza a la piedra y le da un gran coscorrón.
La ruta prosigue por Almorox y Escalona. En un mesón de la segunda población Lázaro cambia una longaniza que se estaba asando el ciego por un nabo. Casualmente o no en la plaza de Escalona existe un mesón llamado Lazarillo de Tormes. En esta misma plaza Lázaro se vengó del ciego provocando que éste chocara contra un pilar de un soportal. Una placa alude a este hecho.
La siguiente etapa de Lázaro fue Maqueda, donde entró al servicio de un clérigo avariento que le mataba de hambre. Clara visita la Iglesia de Nuestra Señora de los Alcázares, el único templo de la población que ya existía en la época en que se escribió la obra.
En Toledo, la iglesia del Salvador es un escenario clave en la obra. La escritura del Lazarillo es una epístola que Lázaro escribe a un tercero para dar razón de un caso determinado. El “caso” –que no se explica hasta el final- es que la esposa de Lázaro es amante del Arcipreste del Salvador. Hasta llegar a este punto Lázaro cuenta toda su vida y presenta al lector un friso grandioso de miserias humanas.
Hasta este momento, no se conocía en la Historia de la Literatura, -según los expertos- el hecho de trasladar la vida real en su versión más sórdida al papel.