'Los últimos de Calais'
- Europa ha pasado del “brazos abiertos” al “no vengáis”
- El desmantelamiento de La Jungla, el campamento más grande de Francia, ha convertido a Calais en el laboratorio de lo que puede suceder
- Estreno el lunes 13 de febrero en La 2, a las 23.30
Ficha técnica
Título: Los últimos de Calais
Guión: Alicia G. Montano
Realización: Mariano Rodrigo
Imagen y Sonido: José Llorca/Ignacio Cañizares
Montaje: Ricardo Lago
Producción: Ana Pastor y Lourdes Calvo
Se llamaba Abdulfattah Jandali. Nació en 1931 en Homs, una de las ciudades sirias martirizadas en la reciente guerra. Estudió en Líbano y años más tarde emigró a los Estados Unidos. En su biografía no habría nada extraordinario, si no fuera porque era el padre de Steve Jobs, el fundador de Apple, la compañía más rentable del mundo. Probablemente, hoy Abdulfattah no hubiera podido entrar en los Estados Unidos y pese a venir de Siria, -cuya guerra ha convertido en refugiados, según datos oficiales de la ONU, a más de dos millones de personas-, también habría tenido dificultades para ser acogido en Europa.
Casi nadie sabe que Steve Jobs era hijo de un inmigrante sirio y que si Apple existe es porque un día, alguien autorizó la entrada de Abdulfattah en los Estados Unidos. Tampoco lo sabían la mayoría de los inmigrantes y refugiados que llegaban a diario al campamento de la Jungla, en Calais, con la esperanza de esconderse en un camión que les llevase por vía marítima o a través el Eurotunnel, al Reino Unido.
Pero Banksy, el admirado artista callejero, sí estaba al tanto de la historia. Por eso eligió la Jungla para, en una noche de invierno del año 201n5 dejar en las paredes del puente que conduce al Eurotunnel, su nueva obra y la firma de su indignación: un mural donde podía verse a Steve Jobs huyendo sin más pertenencias que su mochila y su primer Macintosh. Fue la manera con la que el enigmático Banksy, -que utiliza la noche para pintar y del que no se conoce su identidad-, recordaba al mundo los efectos positivos de la inmigración.
Un desmantelamiento con luz y taquígrafos
Durante un año la imagen fugitiva de Steve Job era lo primero que veían los inmigrantes al entrar o salir del campamento. Y también fue lo último que vieron cuando en octubre pasado, el gobierno francés desmanteló el improvisado campamento. Fue un ejemplo de “grandeur” francesa, un gran espectáculo en el escenario de Calais, protagonizado por casi 6.000 inmigrantes, -los que voluntariamente dejaron La Jungla- y 1.500 antidisturbios. Una operación con luz y taquígrafos a la vista de más de 500 informadores de todo el mundo, compitiendo por conseguir algo diferente al resto.
El desmantelamiento fue un golpe de efecto. La imagen de los inmigrantes aceptando dejar Calais, el punto más cercano a su objetivo final el Reino Unido, parecía convincente. Lo que apenas ha trascendido es que los Centros de Acogida se han ido vaciando y que la presencia de los inmigrantes y refugiados en el área de Calais ha ido en aumento.
La vieja Europa y las nuevas políticas migratorias
Lo que pasó en Calais es el resultado de las nuevas políticas de la Unión Europea, dispuesta a cortar los flujos migratorios de carácter económico y a endurecer su política de asilo. Con los acuerdos de libre circulación pulverizados, varias elecciones en puertas y la extrema derecha en alza, Europa gana tiempo cerrando fronteras y levantando más muros.
Entretanto, las gaviotas han vuelto a colonizar las dunas sobre las que creció el mayor asentamiento de inmigrantes y refugiados que ha habido en Francia. Como si intuyeran que en mucho tiempo, nadie podrá molestarlas.