Alicia de Larrocha, una de las más grandes pianistas del siglo XX
- Destacamos el alma de Alicia de Larrocha, su fuerza interior y la pasión
- Es una historia sobre la búsqueda de la perfección y también un musical
Las dos sabíamos que Alicia de Larrocha había sido una gran pianista, pero teníamos la imagen de una señora de cierta edad, pequeñita y engalanada con vestidos de ceremonia delante de un piano, una imagen perteneciente a la élite de la música clásica y que francamente nos quedaba muy lejos.
Desde niña, en la Academia Marshall
Esta imagen se empezó a disipar cuando nos invitaron a la Academia Marshall, fundada por Enrique Granados, para grabar la nueva versión de "Las Goyescas" interpretadas por Marta Zabaleta. Dando un paseo por sus estancias (junto a los espíritus de más de un siglo de música y los ejercicios musicales que atravesaban las paredes de las aulas) nos fijamos en un cartel enmarcado que decía: "Sesión íntima para la presentación de la niña pianista de 4 años, Alicia de Larrocha, mayo de 1929 a las 7 de la tarde"; junto a él una fotografía de una niñita de 4 años frente al piano y con los pies que no le llegaban a los pedales.
“En aquella escuela se formó y fue su directora durante muchos años“
En cada rincón, la presencia de Alicia de Larrocha era evidente, en aquella escuela se formó y fue su directora durante muchos años; vimos sus partituras, algunas cartas, y otras fotografías de diversas etapas de su vida, desde su infancia hasta su retirada 70 años después, siempre delante del piano, concentrada y enérgica.
Al salir de la academia ya habíamos decidido que queríamos hacer un documental sobre ella y nos pusimos en contacto con su hija Alicia Torra, que nos habló de la gran labor de catalogación que estaba llevando a cabo con el archivo personal de su madre: fotografías, partituras, correspondencia personal, películas familiares, programas de concierto e incluso vestidos de sus primeros conciertos.
Resultó que aquel archivo no era sólo extenso, era apabullante; nos dimos cuenta de lo que teníamos entre manos y el pánico se apoderó de nosotras; no éramos expertas en música clásica y pretendíamos hacer un retrato sobre una de las más grandes pianistas del siglo XX.
El talento de Alicia
Durante meses, las interpretaciones de Alicia de Larrocha nos han secuestrado: nos hemos encontrado tarareando Danza del fuego de Falla, o el Concierto nº3 de Rachmaninov en el autobús, y Mozart, Beethoven o Chopin en la ducha; viendo una y otra vez sus manos rápidas al teclado, hasta el punto de preguntarnos: ¿tenía sólo dos manos? En realidad sus manos eran pequeñas, hecho que supuestamente suponía una dificultad para interpretar algunas obras. Después hemos sabido por otros pianistas como Maria Jôao Pires, o Joaquín Achúcarro, que las manos son un instrumento; que cuando nos centramos sólo en ellas obviamos el alma del intérprete, su fuerza interior, la pasión, y Alicia de Larrocha tenía mucha.
“Era una mujer de un gran talento, humilde y una trabajadora incansable“
Era una mujer de un gran talento, humilde y una trabajadora incansable; incluso cuando un accidente -abriendo la puerta de un taxi en Nueva York- inmovilizó su mano derecha, siguió practicando piezas para la mano izquierda hasta estar recuperada.
Rodeadas de sus cartas y centenares de fotografías visualizamos los grandes escenarios del mundo abarrotados, los aplausos, los ramos de flores, ciudades moviéndose al compas de su piano, Nueva York tendida a sus pies (donde su público la llamaba "Lady Mozart"), y allí que nos fuimos para descubrir el lugar en el que pasaba tantos meses al año.
El precio del éxito
Y sí, la adoraban, allí como en tantos otros rincones del planeta; tuvo un éxito increíble. Entonces nos preguntamos: ¿Queremos hablar del éxito? ¿Ese éxito que a ella no le importaba? Sí, por supuesto, pero una artista como ella nos hablaba de algo más y lo hacía de una manera velada, como ella era, discreta, íntegra, sin excentricidad. ¿Cuál fue el coste personal de ese éxito? De una parte, vencer su timidez en cada concierto, en cada entrevista, recogiendo cada premio, y el más importante, la difícil gestión emocional en los períodos de ausencia, lejos de sus hijos, de los amigos, una opción de vida en una época en la que tantas mujeres abandonaban sus carreras artísticas por las convenciones sociales del momento. ¿Qué nos estaba contando una artista que les dijo a sus hijos: -Mientras yo viva no habléis de mí, cuando ya no esté, haced lo que queráis- ?
Poco a poco, fuimos acercándonos a la mujer que había más allá de la pianista, y esa imagen del inicio algo encorsetada se desvaneció para descubrir con gran ternura que también nosotras habíamos caído a sus pies.
Las manos de Alicia es un documental biográfico sobre Alicia de Larrocha, pero también es una historia sobre la pasión y el deseo, sobre la búsqueda de la perfección, la ausencia, y como no, también es un musical.
"No me mueve actuar ante el público, es la misma música la que me mueve".
Alicia de Larrocha